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La angustia se apoderó de familiares de los presos en Poliplaza

El llanto marcó el inicio y el final de la jornada de los parientes, quienes tuvieron que esperar el final de una requisa para saber sobre el estado de los reos

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Había comenzado la jornada de trabajo, aproximadamente a las 8:00 am, cuando llegaron las denuncias que indicaban que presos de la sede de Poliplaza se mantenían en huelga de hambre, y que había una situación tensa en el lugar.

Una llamada entre sollozos de una de las madres de los detenidos fue el detonante para que saliera con el equipo a documentar lo que ocurría en los calabozos de Poliplaza.

“Les metieron a la Guardia, sonaron unas detonaciones, dicen que les lanzaron lacrimógenas. Llega pronto”, decía la mujer llorando durante el contacto telefónico.

Aproximadamente a las 12:00 pm llegamos, cámara en mano, para buscar testimonios y verificar el estado de salud de los presos, tras las denuncias de los parientes, quienes aseguraron en todo momento que sus allegados estaban siendo torturados.

Al llegar a recepción, pedí entrar para constatar lo que ocurría realmente dentro de la sede policial y confirmar la información que dieron las personas que se encontraban afuera.

“¡Ay, mamá!”, fue la expresión de una de las funcionarias cuando supo que la prensa se encontraba presente en el momento que ocurría la requisa por parte de policías y oficiales de la GNB en las instalaciones.

Durante la espera, los familiares de los presos se alteraban cada vez más porque les impedían el paso. Nos guiaron por las afueras de las instalaciones, donde además había un cementerio de patrullas dañadas. Un rincón de ese espacio al aire libre, de tierra, es usado como «baño», por mujeres y hombres que visitan a los reclusos.

“Cuando pasan a los muchachos a una requisa, entra la Guardia Nacional y ellos los golpean. Esos muchachos viven allá adentro una vida que no la vive un ser humano. Hoy estuve en los calabozos, aquello es una pudrición (…)  hay cosas que de verdad no les van a ceder, como la visita de los niños, esta institución no está para eso”, expresó Delvia Gutiérrez, madre de uno de los detenidos.

El sol era intenso. En algunas partes se percibían olores desagradables. Familiares conversaban, lloraban y se angustiaban con el pasar de las horas sin recibir información. Un preso gritó “nos lanzan lacrimógenas en la cara”. Esto hizo correr a los que estaban presentes y comenzaron a preguntarle qué era lo que ocurría adentro. Según el reo estaban siendo golpeados.

La GNB comenzó a salir a las 3:00 pm y la presencia de los efectivos enardeció a los parientes de los detenidos. «Malditos», fue el insulto que acompañó la caminata en fila de los militares hasta el convoy en el que habían llegado. Mientras se hacía el registro de este momento en video, un funcionario se acercó de manera intimidante como si tuviera intención de tumbarme el teléfono que dejaba evidencia de la rabia de los familiares. Cuando estaba ya muy cerca una mujer le gritó «a ella no la puedes tocar». Ante la inesperada reacción, otro compañero se acercó y ambos continuaron su retirada.

A las 4:00 pm comenzaron a llegar más visitantes para llevarle comida a sus seres queridos, entre ellos, un señor de piel oscura, canoso y que  mostraba cansancio en su rostro. Estaba encorvado por el peso del bolso. Su pariente estaba en el calabozo donde había huelga y él no sabía.

“Cómo que agua con azúcar, aquí está su comida”, fue la expresión del hombre al enterarse que desde el lunes los detenidos no ingerían alimentos.

Fue hasta las 5:00 pm cuando algunos familiares lograron entrar a verificar cómo estaban sus parientes y hablar con la fiscal del Ministerio Público para que les informara lo que había ocurrido. Tanto el subdirector de Poliplaza, Froilám Manrique, y la funcionaria de la fiscalía negaron que los detenidos fueran golpeados durante la requisa. El comisario aseguró que entre los detenidos «al parecer» hay un líder, que era quien gritaba que los estaban torturando.

Las personas que lograron ingresar al lugar salieron y corroboraron la versión oficial: los detenidos que lograron ver no tenían golpes.

El rostro de las personas al saber que sus parientes se encontraban bien comenzó a relajarse y el llanto cesó. Una de las madres me abrazó, me bendijo y agradeció la presencia de la prensa durante todo el aungustiante día.

Ya con la situación en calma nos retiramos del lugar, momentos antes de que iniciara una reunión en la que se llegaría a un acuerdo para que la huelga finalizara.

Hoy, jueves 7 de septiembre, se conoció que los reclusos levantaron la protesta tras concretar un acuerdo con los funcionarios policiales. Las visitas serán más prolongadas y se les permitirá el ingreso de ciertos alimentos, como la avena, que deberán preparar en presencia de los efectivos.

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