Las estatuas de la fachada del Hermitage parecen cobrar vida cuando cae el crepúsculo sobre San Petersburgo. «Queríamos ver algo extraordinario y lo hemos logrado», dice Marta Granadeiro, una española que contempla extasiada la vista desde los tejados de la antigua ciudad imperial rusa.
Junto a dos amigas, esta turista de 23 años participa en la visita guiada por los tejados de San Petersburgo que desde junio organiza una agencia de turismo local.
Desde el tejado de un edificio construido en el siglo XX, observa las principales atracciones turísticas de la ciudad: el museo del Hermitage, la catedral de San Isaac, la cúpula del Almirantazgo con su aguja o la fortaleza de San Pedro y San Pablo y su icónica iglesia.
La vista sobre los domos dorados y las cúpulas de la excapital de los zares atrae desde hace tiempo a los turistas. Pero hasta hace muy poco, los paseos por los tejados, aunque frecuentes, eran ilegales. Para convencer a las autoridades de dejar que los turistas accedan a la cima de los edificios, la agencia Panoramicroof tramitó durante cuatro años los permisos administrativos ante la municipalidad y el ministerio de Emergencias.
A cambio de las visitas autorizadas, Panoramicroof se encarga de las reparaciones de la escalera de este edificio construido en 1913.
Con más de 6,9 millones de visitantes en 2016, esta excapital imperial de 5 millones de habitantes es uno de los primeros destinos turísticos en Rusia. Cansados de los recorridos habituales, los turistas buscan cada vez más experiencias originales que pongan en valor los tesoros arquitectónicos de esta ciudad, señalan los guías.
Por orden del fundador de San Petersburgo, el zar Pedro el Grande, los arquitectos tenían prohibido construir edificios más altos que el campanario de la fortaleza San Pedro y San Pablo, de 122,5 metros, para no arruinar la armonía de la silueta de la ciudad.
Contemplar la metrópolis desde los tejados permite captar mucho mejor el carácter excepcional de esta ciudad apodada “la Venecia del norte” a causa de sus numerosos canales. Y sobre todo, disfrutar de las magníficas puestas de sol, especialmente durante las famosas “noches en vela” de San Petersburgo, entre fines de mayo y mediados de julio, cuando el sol nunca se pone por completo.
Con prudencia, Alexandre Semionov, que trabaja como guía para Panoramicroof, hace pasar a un grupo de cinco turistas, por el altillo del edificio para desde allí acceder al tejado. Antes de dar el menor paso afuera, hay que recordar las consignas de seguridad: no caminar demasiado rápido y seguir con atención al guía. Luego se distribuyen cascos y binoculares.
Mientras admiran la vista, los turistas avanzan protegidos contra cualquier resbalón por barreras metálicas de un metro de altura.
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