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It, un pueblo anestesiado ante la ebullición del mal

La película es una nueva adaptación de la novela de Stephen King. La trama psicológica está muy por encima de los sobresaltos que produce el payaso de la historia

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El mayor terror de It no se encuentra en el payaso Pennywise, encarnación de los miedos de los protagonistas de la película, esta vez adaptada por el argentino Andy Muschietti. Está, más bien, en los habitantes del pueblo de Derry, una localidad anquilosada en los traumas de una población absorta en la negligencia, el maltrato, el hastío y las bajezas. 

Son los padres de los adolescentes protagonistas de esta historia quienes dan muestras de acciones perversas. Ellos, con su sobreprotección, buscan apartar a algunos de sus hijos de un mundo para el que no parecen estar preparados; los muchachos, ante la crueldad del abuso y la perversión que se suscita en sus hogares, buscan en la calle el escape necesario. 

Los protagonistas no delinquen afuera, más bien el exterior es el punto de encuentro de quienes hallan en el otro la camaradería que no consiguen en la casa ni en el colegio, lugar este, por cierto, donde se sienten también incomprendidos y son víctimas de burlas por ser los outsider. 

La unión se fortalece en vacaciones, pero en este poblado la anormalidad es notoria. Y es en este punto donde están los aciertos del director y guionista, quien logra reflejar bien la aparente tranquilidad de la rutina de los pobladores, cuando en realidad ocurre una serie de desapariciones que no alarma a los vecinos. 

Constantemente las paredes de la zona se renuevan con carteles que anuncian la búsqueda de algún adolescente del que no hay rastro desde algún día pasado. Como la metáfora de la rana en el agua que empieza a hervir, los habitantes de Derry tienen años viviendo en la ebullición de un ser que se alimenta de sus miedos y su sangre: Pennywise. 

Anestesiados, se reproducen y simulan que viven. Cuando un nuevo alumno se suma al grupo se dan cuenta, gracias al advenedizo, de que los números juegan en su contra. El poblado tiene una alta tasa de desapariciones y a nadie parece importarle. No se puede negar que la caracterización del payaso que hace el actor sueco Bill Skarsgård es espeluznante. 

Si bien los sobresaltos que busca en el espectador a través de sus apariciones repentinas pueden ser risibles para muchos, sí logra la plena intimidación cuando encarna los mayores temores de los muchachos. Por ejemplo, para atacar al hipocondríaco Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Grazer), Pennywise se mimetiza en un enfermo de lepra que intenta atraparlo. Es en la penetración de la mente de las víctimas donde está otro de los aciertos de esta nueva adaptación de la novela de Stephen King. La película, que se estrenó la semana pasada en Venezuela, es una trama psicológica sobre el paso de la niñez a la adolescencia, entre el cierre de etapas y el miedo a enfrentar los traumas. 

Además de la participación de Skarsgård, vale destacar el trabajo de la joven Sophia Lillis en el papel de Beverly Marsh, la adolescente incomprendida en la escuela y maltratada por un padre que sigue viendo en ella a una niña necesitada de protección. 

Como ocurrió con la adaptación de Carrie en 2013, Muschietti acierta con esta entrega, que además sitúa en los años ochenta, y no en los sesenta como en la estrenada en 1990. Prepara así el terreno para la segunda parte en la que los protagonistas serán adultos en la época contemporánea. 

It tiene entre sus guionistas a Cary Fukunaga, realizador de Beasts of No Nation y director de la primera temporada de True Detective

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