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De la manzana de Adán a la de Blancanieves

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Desde que Adán mordiera la manzana que le ofreciera Eva en el Paraíso Terrenal, instigada por una serpiente, esta fruta pasó a ser la más famosa de todas por su participación directa en el primer acto pecaminoso y violatorio de la voluntad de

Dios. Su protagonismo y fama en la historia y en la cultura se acrecentó en la literatura infantil con la publicación del cuento “Blancanieves” por los hermanos Grimm, en el siglo XIX cuando, como en el caso de Adán, una manzana, pero envenenada, es mordida, esta vez por una mujer, Blancanieves, al recibirla de otra mujer en su papel de bruja.

La escena es vista por primera vez en la primera película de dibujos animados de Walt Disney de 1937 titulada Blancanieves y los siete enanos. Antes, en el siglo XIV, la manzana la encontramos implicada con el legendario personaje de Guillermo Tell, nacido en el cantón suizo de Uri. Cuenta la leyenda que Tell, paseaba un día por la plaza central de Altdorf (capital de Uri) donde se hallaba el sombrero símbolo de la casa dominante (la familia de los Habsburgo), ante el cual todos los suizos debían inclinarse con reverencia. Soberbio, Tell no lo hizo y el gobernador Gessler, un tirano despótico, le impuso un escarmiento por su desobediencia: disparar una flecha con su ballesta a una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo. Tell cargó con dos flechas su ballesta. Disparó la primera y partió la manzana por la mitad. Si se la hubiera clavado a su hijo por error, la otra era para el gobernador adrede. En el primer caso, un hombre, una mujer y una culebra están involucrados en el hecho; en el segundo, son dos mujeres de las cuales una es una hechicera con cara de bruja horrible, y en el tercero, son dos hombres, padre e hijo, más un tirano. Pero hay un caso, menos dramático y conmovedor, en el cual la manzana adquiere una notoriedad espectacular y en el que está involucrado un solo hombre con una mente genial y solitaria. Da origen a una de las leyendas más famosas de la historia de la Física: “La manzana de Newton”.

Una tarde de verano, mientras Isaac Newton guardaba cuarentena en 1665 en su casa de campo de Lincolnshire, Inglaterra, debido a la epidemia de peste bubónica que azotaba Londres, vio caer al suelo una manzana de su árbol. En ese mismo instante, en un acto de inspiración, Newton vio claramente que tenía que haber “algo” que atrajera o halara esa manzana al suelo, y esto le inspiró su famosa ley de atracción universal; y esto no fue leyenda.

La Sociedad Real de Londres, en conmemoración de su 350 aniversario, en 2010, sacó a la luz pública un manuscrito original que relata cómo a Newton, al caerse la manzana, se le ocurrió la teoría de la gravitación universal. Se trata de un manuscrito, del amigo y contemporáneo de Newton el físico William Stukeley, para una novela biográfica, Memorias de la vida de Sir Isaac Newton (1752), conservado en los archivos de esa prestigiosa institución (http://royalsociety.org/library/turningpages/).

En la página 15 de este manuscrito se narra esta anécdota. Que esto haya sido real o producto de la imaginación de Newton, como experimento mental, no sabemos.

La ley de gravitación de Newton quedó formalmente superada a principios del siglo pasado, cuando Albert Einstein publicó en 1916 su famosa teoría general de la relatividad en el volumen 49 de Annalen der Physik. Einstein confiesa que la idea para esta teoría le vino cuando, siendo un empleado de la oficina suiza de patentes en Berna (1907), se imaginó no una manzana sino a una persona cayendo libremente al vacío, en cuyo caso no debería sentir su peso (Principio de Equivalencia). Posiblemente esta inspiración la tomó de tanto revisar solicitudes de patentes para los primeros elevadores o ascensores de la historia. Entre 1902 y 1909, Einstein revisó unas 2.000 solicitudes de estas patentes que fueron destruidas, menos una: la de la compañía alemana AEG que aún se conserva con la evaluación de su puño y letra.

El paso epistémico que él heurísticamente dio al imaginarse a una persona cayendo libremente en lugar de una manzana, pero supuestamente dentro de un ascensor que se desploma, es sensacional en cuanto a su contenido como experimento mental. Él no necesitó ni podía meterse en un ascensor, parado sobre una báscula de baño, para probar que si al ascensor se le reventaba el cable y caía libremente, la báscula no marcaría peso de persona alguna parada sobre ella. Y aunque en sus relatos él nunca mencionó los ascensores, cuyas patentes revisaba, se asegura que la intuición la tomó precisamente de allí.

En 2016 esta teoría, que catapultó a Einstein a la fama mundial con su primera comprobación en la ocultación solar total de 1919, cumplirá 100 años de haber sido publicada. A medida que este aniversario se acerque, estaremos dando más detalles sobre tal teoría que revolucionó la física en el siglo XX, empezando por el Principio de Equivalencia. Bien podríamos decir que la manzana que Newton vio, o se imaginó, caer en 1665, le pegó a Einstein en la cabeza 242 años después para que de esta sintetizara la brillante idea de la relatividad general. ¿Qué tiene la manzana de atractivo para que sea referencia de otras cosas, como la de designar alegóricamente a la ciudad de Nueva York (la Gran Manzana), o la de ser el logo de un gigante de la computación fundada por Steve Jobs, o la de ser el símbolo de la casa disquera creada por el cuarteto británico The Beatles?

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