La cosa no es difícil de entender, y aunque se dice que del dicho al hecho hay mucho trecho…, este no necesariamente es el caso. El principio elemental es el siguiente: lo que es bueno para Maduro es malo para Venezuela, y a la inversa igual: lo que es malo para Maduro es bueno para Venezuela. Y para evitar entendidos distorsionados, cuando hablo de Maduro no me refiero a la persona humana como tal, sino a la hegemonía que él representa.
No hay que tener un doctorado en ciencias espaciales para darse cuenta de que tal simpleza es cierta. Todo lo que la hegemonía hace y deshace es para tratar de mantener el continuismo. Y eso es perjudicial para el país. Todo lo que la nación haga para superar el continuismo, por los caminos de la Constitución –que son bastante amplios, por cierto– es conveniente para los venezolanos. Abstenerse de promover esos caminos solo puede ser noticia alentadora para Maduro y los suyos.
La lucha de calle, la protesta popular, la manifestación social es vista con muy malos ojos en Miraflores, en consecuencia debe ser promovida por todos los que se oponen a la hegemonía. El pretendido “diálogo” es muy apreciado por el poder establecido; por lo tanto, no se debe caer en ese juego tramposo. La llamada “constituyente” es una especie de cheque en blanco para el régimen imperante, luego no debería ser validada por los factores políticos del ensamble opositor.
Maduro sale de viaje a Rusia a seguir endeudando al país. Eso es malo para Venezuela, pero puede ser “bueno” para él, porque consigue unos recursos para parapetearse un tiempo más, y cuando se le acaben, saldrá de nuevo a pedir prestado. Y es obvio que la única garantía que ofrece es el conjunto de los recursos naturales de la nación, comenzando por los yacimientos petroleros, de por sí en parte hipotecados a los prestamistas chinos.
Y así con todo. En lo político, económico y social. Si algo, lo que sea, favorece a Maduro es porque le hace daño a Venezuela. Y si algo es positivo para el país, es porque es negativo para Maduro y los suyos. En ese sentido lo peor para Maduro es salir del poder. Y eso sería de lo mejor para los venezolanos.
No hay que complicar las situaciones de manera innecesaria. Los trabalenguas de algunos politólogos muy entreverados con las piñatas electorales tienden a confundir. Y no debemos dejarnos confundir. El principio señalado es un fundamento que puede y debe servir de base para la lucha por liberar a Venezuela de la opresión y el coloniaje. Sí, es un principio muy sencillo, y de allí su potencial eficacia. Debemos asimilarlo y transformarlo en realidad. Y mientras más pronto, mejor.
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