No hemos terminado de conocer los detalles del megafraude y sus consecuencias, incluidas las amenazas directas de Maduro contra los gobernadores de la oposición electos, los atropellos y despropósitos constitucionales que dispara la espuria ANC, contra todo lo que huela a oposición, el comportamiento de los colectivos y las arbitrariedades y chantajes de un régimen totalitario en pleno desarrollo, cuando el grupo de descontentos habituales ha formado un berrinche sin precedentes contra la Mesa de la Unidad Democrática, sin ni siquiera haber hecho alusión al megafraude y al grosero ventajismo como causa de los resultados para nada creíbles, de las elecciones, cuestión esta por demás extraña en gentes radicales a la hora de soltar su verbo agresivo y señalar a los culpables, que en su evangelio siempre será la MUD colaboracionista.
Nada de lo malo, de lo feo y de lo sucio que se pudiera decir y pensar sobre actos y decisiones tomadas por la dirigencia de la unidad, ha faltado en el menú de críticas e improperios lanzados contra la dirigencia opositora, por las redes sociales. En eso la fatídica combinación de la furia de los guerreros del teclado y los laboratorios de guerra sucia han sido eficientes. Fueron y siguen siendo tantos los mensajes destructores, que nadie puede saber a ciencia cierta, quién está más contento con los resultados que leyó Tibisay, si el régimen o la radical oposición anti-MUD que, desde el momento mismo en que se fundó, no ha cesado de acusarla de colaboracionista.
Esto lo vengo repitiendo desde hace mucho tiempo, cada vez que toco el tema de la urgente y obligatoria unidad de la oposición, y ahora insisto porque aprovechando los resultados de la contienda electoral y los desacuerdos entre dirigentes de la unidad democrática, los anti-Mud a ultranza, quisieran firmar el acta de defunción de la MUD o, en el mejor de los casos, verla por largo tiempo en terapia intensiva.
Soy un independiente convencido de que la MUD tiene que renovarse fuertemente, si no quiere perecer, que los incendios no se apagan si los bomberos se pisan las mangueras, que su dirigencia debe olvidar todo proyecto personal y concentrarse en una agenda que tenga como punto único el rescate de la democracia y la recuperación del país, y que las consideraciones que hago en este artículo que he titulado la anti-MUD, nada tienen que ver con las diferencias de criterios estratégicos que puedan tener probados demócratas, como Antonio Ledezma y María Corina Machado, con la actual dirigencia de la Mesa de la Unidad, sino con aquellos patriotas beligerantes que, a toda hora tienen, de manera morbosa, con o sin razón, el dedo acusador contra la MUD.
Quienes seguimos de manera continua el cuadro político general que copa la escena en nuestro país, hemos podido observar que entre tantos movimientos en desarrollo hay uno que podríamos llamar el movimiento anti-MUD, que viene operando como un partido político en formación, al que solo le falta presentar sus estatutos, abrir las inscripciones, ordenar el arsenal de consignas que, como es lógico suponer, insistirán en el lenguaje habitual del oportunismo y la demagogia populista, sin las cuales no podrían llegarle a un mercado ávido de “novedades”, corriendo el riesgo de ver frustradas sus ambiciones antes de empezar.
Se trata de un conjunto muy diverso de patriotas radicales que actúan y opinan como absolutos y únicos dueños de la verdad, que no escatiman el uso del peor lenguaje ofensivo, a la hora de señalar culpables y que están convencidos de que descargar a toda hora sus imprecaciones, contra cada acción y movimiento que venga de la MUD, es una acción patriótica. Son patriotas beligerantes en ejercicio de un derecho, nadie lo duda, que seguramente los ha llevado a pensar que llegó el momento justo para llenar las calles y todos los espacios con su protagonismo.
Es bueno advertirles que el camino no es fácil, claro está, que hace falta designar sus máximas autoridades, sus voceros oficiales, proceso que será arduo, dado la cantidad de aspirantes que todos los días crece, gracias a esa doble percepción que a base de espejismos se ha sembrado en el país, y que a muchos los hace ver, como muy próximas, tanto la caída del régimen como el inicio de una nueva etapa de la carrera por un mejor destino de este lastimado país que llamamos Venezuela, cuestiones estas que no me quedan claras, tanto por lo de la caída inminente del régimen, hecho que no veo por ninguna parte, como por eso de “un mejor destino”, cuando lo que nos tocaría, para reconstruir el país que nos dejará esta tormenta, es “sangre, sudor y lágrimas”, si es que algún día, no sé ni cómo ni cuando, ni bajo cuáles circunstancias, se logra derrotar ese cáncer llamado castro-comunismo.
Un grupo calificado de expertos en organización de eventos políticos le diría a los anti-MUD que para tener mayor rendimiento en sus discursos y proyectos en las arenas movedizas y el paisaje neblinoso en el que se mueve la política en Venezuela, hoy sometida por una dictadura comunista y totalitaria, lo primero que debe hacer es reunirse, tener una sede, crear una papelería en la que resalten consignas y escudos de armas, organizarse y ubicar las fuentes de los posibles militantes de la nueva agrupación, que vendría a ser la tercera después de la Coordinador Democrática y la Mesa de la Unidad, lo cual pone a su favor el viejo dicho según el cual “a la tercera va la vencida”, lo que no deja de tener su encanto a la hora de afiliar adeptos a la causa.
A la “nueva” dirigencia la organización experta en eventos trascendentes, seguramente le recomendaría, en primer lugar, olvidarse de las tareas de reclutamiento, de los llamados “electoralistas” y reclutar militantes entre los desencantados que culpan a la MUD por el fallido referéndum, los que reclaman el cumplimiento del “mandato” del 16 de agosto argumentando componendas colaboracionistas, los que condenan el diálogo y cualquier otro tipo de mediación, los que creen en golpes de Estado democráticos y viven preguntando por el paradero de los generales golpistas, los abstencionistas naturales, los cultores del teclado violento, los que por rabia, frustración y cualquier otra razón, hacen lo que, precisamente, el régimen quiere que hagan, los que piensan que las gobernaciones y alcaldías no sirven de nada y no creen en la descentralización y mucho menos en los liderazgos regionales, los que critican y se niegan a aceptar ninguna opción que venga de la MUD, organización que según el evangelio anti-Mud es la culpable de todos los males que carcomen a la nación, una organización que, si bien ha cometido errores en ocasiones graves, también ha proporcionado victorias, tan impensadas como importantes.
Como se ve, la gama de posibilidades y las fuentes para el llenado del tanque militante son muchas. Es lo que podríamos llamar un racimo de voluntades plurales que, posiblemente, quién sabe, con una acertada dirección, es posible que pueda llenar el vacío que han denunciado con tanta insistencia desde su permanente e irreductible inconformidad, con todo y con todos los que han enfrentado al régimen hasta ahora, según ellos, con poco o ningún éxito. Para comenzar la acción, es muy sencillo, solo tienen que ocupar la calle y llamar a la gente que, según dicen, la MUD abandonó. Estando así las cosas, dispongan de las cámaras, y de una vez por todas abandonen sus escondites y en su papel de directores griten, acción.
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