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El movimiento Samizdat, una vía para burlar la censura soviética

Algunos de los resquicios por entre los cuales se filtraban las voces disidentes. Serie “Hechos y personajes de la revolución rusa en su centenario (7 de noviembre de 1917 - 2017)”. Parte XXXIX

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La avasallante propaganda del gobierno de la URSS, que tenía bajo su monopolio la prensa, la radio, la televisión, el cine, las salas de teatro, las imprentas y las casas editoriales, no podía, de todas maneras, evitar que se formaran algunos resquicios por entre los cuales se filtraban las voces disidentes. Así, surgió el movimiento del Samizdat (traducción literal: autopublicación), para referirse a la copia y distribución clandestina de literatura prohibida. Las copias a veces eran pocas, pero se pedía a los que las recibiesen que, a su vez, las copiasen a mano, no importaba. La técnica común más utilizada fue el papel carbón. La KGB, por tal motivo, fiscalizaba la venta de máquinas de escribir, resmas de papel, y papel carbón. Personalmente, tuve que obtener un permiso a través de mi intérprete para comprar una vieja máquina de escribir y el correspondiente papel. Muchas obras de conocidos escritores circularon bajo el paraguas del Samizdat, término que fue acuñado por el poeta ruso Nikolái Glazkov. Es el caso de la novela El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgakov. También lo fue la novela Un día en la vida de Iván Denísovich, de Aleksandr Solzhenitsyn (premio Nobel 1870), luego de su edición oficial en una revista, que fue prohibida después. Tampoco se conoció públicamente el Discurso secreto de Jruschov ante el XX Congreso del PCUS en 1956, pero circuló clandestinamente hasta que se hizo oficial en 1989.

El Samizdat tuvo una revista oficial, Синтаксис (Sintaxis), dirigida por Aleksandr Ginzburg. Además, circuló el boletín informativo Crónica de la actualidad, durante 16 años. Y el historiador Roy Medvédev publicó regularmente durante 4 años y en secreto un análisis titulado El diario político.

Hubo una revista, Transponans, que publicaba artículos inéditos. Antes, en los años 60, Borís Taighin montó una casa discográfica clandestina que grababa samizdat de audio usando placas radiográficas como soporte, y coleccionaba poesías para hacerlas circular en manuscrito o recitarlas en grupos de amigos. Debido al éxito, fundó la editorial Be-Ta, que pudo publicar unos 500 títulos en pequeños volúmenes mecanografiados. Además, se reprodujeron grabaciones de música pop y rock modernas que habían sido prohibidas, como las de los B-52, Blondie, Donna Summer (por su erotismo), Madonna (por su sexualidad), Michael Jackson (por ser horrorosa), Madness (por su violencia), Pink Floyd (por haber hablado mal de la política exterior soviética), Metallica, Ozzy Osbourne, Prince, Van Halen, y otras.

Muchas producciones de valiosos intelectuales nunca fueron publicadas pero tuvieron conocimiento de ellas solo sus amigos y familiares más cercanos. Es el caso del notable poeta Ósip Mandelstam (1891-1938), quien participó en los movimientos de vanguardia antes de 1917, y en 1934 lo arrestaron por escribir un poema donde aludía a Stalin, y fue condenado a tres años de destierro en Cherdin, los Urales, con su esposa. Nueva detención sufrió en 1938, con traslado a Kolyma, y murió en un campo de tránsito cercano a Vladivostok en diciembre de 1938. Fue completamente rehabilitado a título póstumo en 1987. Este es su poema:

EPIGRAMA CONTRA STALIN

Vivimos insensibles, sin sentir nuestro suelo bajo los pies.

Nuestras palabras no se oyen a diez pasos.

Cuando nos atrevemos a hablar a medias

siempre mencionamos al montañés del Kremlim.

Sus dedos gordos como gusanos, grasientos,

Sus palabras certeras, como pesados martillos, caen de su boca.

Sus bigotes de cucaracha parecen reír

y relucen brillantes las cañas de sus botas.

Entre una chusma de caciques de largos cuellos,

juega y se divierte con semejantes infrahombres.

Uno silba, otro maúlla, otro gime, el otro llora.

Solo él los tutela, parlotea, dictamina.

Forja un decreto tras otro como si fueran herraduras:

Golpea a uno en el bajo vientre,

a otro en la frente, al tercero en el ojo, al último en la ceja.

Cada ejecución es una fiesta

que alegra su ancho pecho de oseta.

El escritor Vladimir Bukovski (1942-) fue un activo distribuidor de los samizdat. En 1971 logró enviar clandestinamente a Europa más de 150 páginas en donde se documentaba la abusiva utilización de los centros de salud mental como reclusión de enemigos del régimen por padecer supuestos desórdenes psiquiátricos. Lo encarcelaron durante 7 años y luego pasó 5 años en el exilio por ponerse en contacto con periodistas extranjeros.

Víctor Fainberg, graduado en la Universidad de Leningrado, fue apresado en la Plaza Roja durante una manifestación contra la intervención soviética en Checoslovaquia en 1968 y se le obligó a recibir un tratamiento en el Hospital Psiquiátrico Especial de Leningrado bajo la siguiente apreciación diagnóstica: “Entusiasmo y fuerte obsesión por ideas reformistas en cuanto a la enseñanza de los clásicos del marxismo; despreocupación e indiferencia hacia sí mismo”. En el hospital estuvo hasta 1973. En 1974, emigró a Europa y comenzó lo que se llamó “Campaña Contra los Abusos Psiquiátricos”, para combatir la psiquiatría punitiva de la URSS. En 1971, él y otro disidente, V. Borisov, obtuvieron el apoyo activo del famoso físico Andréi Sájarov (1921-1989), llamado el padre de la bomba de hidrógeno soviética, quien recibió en castigo su expulsión de la Academia de Ciencias de la URSS y su confinamiento a la ciudad de Gorki, donde siguió su campaña de denuncias. Por tales méritos, recibió el premio Nobel de la Paz en 1975.

En un viaje a Moscú de septiembre de 2008, la escritora y traductora Monika Zgustova asistió, por mediación del historiador Vitali Shentalinski, a una reunión de antiguos presos de gulag. Entre las prisioneras entrevistadas figura Natàlia Gorbanévskaya. Fue declarada incapacitada por esquizofrenia progresiva y la internaron en el psiquiátrico de Kazán: le administraban medicamentos que provocaban Parkinson y pérdida de memoria.

Nikita Jrushchov justificó el tratamiento psiquiátrico de los disidentes diciendo que quien se opone al comunismo no puede ser una persona normal. El marxismo-leninismo es el gran recipiente de sabiduría y verdad. Ergo, el disidente solo puede ser alguien con una alteración mental.

En Venezuela, el conocido director del diario Tal Cual, Teodoro Petkoff, premio Maria Moors Cabot 2012 y premio Ortega y Gasset 2015, fue sometido en fecha reciente a un juicio sumamente irregular por haber publicado en su diario una noticia en la cual se ponían al descubierto hechos de corrupción cometidos por jerarcas del régimen. El juez que recibió la demanda impuso a Petkoff prohibición de salida del país, su presentación cada semana al tribunal de la causa, y su retención en su casa de domicilio mientras se ventilaba el proceso. Pasaban los días y la semanas y el Juez, sin previo aviso, se presentó en su casa con despliegue policial, y dictaminó que Petkoff padecía de “demencia vascular”, y que no es apto para afrontar un juicio. Por esta razón, sus derechos civiles han quedado en manos de un tutor provisoriamente designado por el juzgado. Ni más ni menos, decretó la muerte civil del procesado. O sea, la antigua psiquiatría soviética ha sentado sus reales en Venezuela.

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Bibliografía consultada

Nadiezhda Mandelstam. Contra toda esperanza. Memorias. Barcelona: Acantilado, 2012.

Vitali Shentalinski. Crimen sin castigo. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2007.

Las mujeres del gulag: cuando la amistad es mucho más fuerte que el odio. En “Vestidas para un baile en la nieve” Monika Zgustova revela nueve testimonios sobre los campos estalinistas. Madrid: ABC, 1/10/17.

Simona Pizzuti. “Cómo burlar la censura: el samizdat”. Cultura. En: Rusia Hoy, 13 de abril de 2012.

Andréi Sájarov. Memorias. Traducción de María Elena Aparicio Aldazábal. Epílogo de Elena Bonner. Barcelona: Círculo de Lectores, 1992.

Héctor E. Schamis. Psiquiatría soviética en Venezuela. España: El País, 01/10/2017.

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