El pasado 12 de septiembre una noticia conmocionó a la opinión pública. Los medios de comunicación informaron que David Gómez, un infante de apenas dos años de edad, fue asesinado por su padrastro con la complicidad de su madre, ya que no tenían con quién dejarlo si se mudaban a Panamá.
Aunque casos como estos son particulares y aún pueden considerarse hechos excepcionales, los expertos señalan que la crisis social que atraviesa Venezuela podría estar fomentando el aumento de situaciones de maltrato doméstico infantil que, en casos extremos, pueden hasta llevar a la muerte de la víctima.
El Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) publicó en sus últimos dos informes las cifras de violencia intrafamiliar contra infantes. En el primero, de 2015, se revela que en medios de comunicación se publicaron un total de 3.125 casos de abuso infantil, de los cuales 170 eran de carácter familiar. Para 2016, Cecodap registró que, de 9.807 publicaciones sobre abusos, 480 se perpetraron en el núcleo familiar. La organización ha contabilizado 558 casos en lo que va de 2017.
Si bien se ha denunciado un aumento de la violencia contra niños en todos los demás ámbitos estudiados (social, escolar, por accidente, sexual e institucional), Cecodap observó que los casos de maltratos ejecutados por familiares a menores subieron un 282,3% de 2015 a 2016 y 78% desde el año pasado hasta octubre de 2017.
La desinformación y la falta de cifras oficiales por parte del Estado han afectado la realización de una investigación que corrobore un vínculo entre la crisis y la violencia de este tipo. Sin embargo, los análisis realizados por expertos presentan la posibilidad de que la escasez, la inflación y otras problemáticas influyen en la actitud de los familiares.
La crisis como catalizador
Especialistas y organizaciones, cuyo enfoque principal es la defensa de los derechos infantiles, aseguran que el entorno que se vive en Venezuela es un factor primordial que puede disparar las acciones violentas en general y sobretodo en el hogar.
Fernando Pereira, coordinador general de Cecodap, indica que las situaciones de violencia hacia niños suelen ser actos ocultos ante la sociedad, a pesar de los esfuerzos por hacerlas visibles. Estas circunstancias dificultan que tanto el Estado, como las organizaciones privadas especializadas y los medios puedan llegar a conocerlos o que se puedan realizar estudios estadísticos exactos al respecto.
“El aumento de la crisis evidentemente altera las pautas de relación dentro de la familia: incrementa el grado de abuso hacia los niños que, en los casos más extremos, pueden causar la muerte, como es el caso del niño asesinado en Caricuao”, asegura Pereira.
El educador resalta que la violencia es un patrón que se presenta en las familias con madres jóvenes (adolescentes o de temprana adultez) o en familias numerosas.
Recientemente el Fondo de Población de las Naciones Unidas publicó un informe en el que se asegura que uno de cada cuatro partos en Venezuela es de una madre adolescente, lo que representa 25% de los embarazos en el orden nacional.
El coordinador de Cecodap detalla que la concepción precoz acarrea no solo que la progenitora no posea la madurez necesaria para abarcar la responsabilidad de tener a un niño, también engloba la falta de cuidados que suelen haber durante el proceso de gestación.
“Estos niños están de cierta forma marcados por una cruz. En un embarazo donde no se tiene el cuidado de tomar los suplementos necesarios, donde no se toman las previsiones prescritas, es posible que un niño pueda nacer con deficiencias que más adelante afecten sus procesos cognitivos y de aprendizaje”, argumentó Pereira.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en 2012, señala que los niños discapacitados o de lento aprendizaje suelen ser víctimas de violencia en un mayor grado. El estudio aclara que son maltratados con una frecuencia casi 4 veces mayor que a niños sin discapacidades.
Pereira explica que es común que por falta de preparación las familias desconozcan la discapacidad de su hijo. Esta situación, aunada a los problemas que genera la crisis, influye en el estado de los padres, lo que aumentaría la probabilidad de que incurran en violencia.
El continuo estrés del venezolano
Experiencias como la escasez de alimentos, medicinas y demás productos de primera necesidad, como el desempleo, el alto costo de vida y otros indicadores de la crisis; han provocado que el venezolano esté en constante estrés, explica la psicóloga clínica Ligia Goncálvez.
“Ya no afecta de dónde vienes o qué haces. El que vive en una zona popular encuentra todo caro y no tiene solvencia pero le llega la bolsa CLAP. Por otro lado, el que trabaja, tiene un buen sueldo y no le llega la ayuda alimentaria gasta la mayor parte de su dinero en productos de primera necesidad y también se queda sin solvencia, lo que le genera un grado de angustia», agrega.
Goncálvez detalla que la incertidumbre afecta el cerebro y el cuerpo de cada ciudadano. “Al estar sometido a situaciones de estrés, tales como la situación del país, la amígdala -parte del cerebro localizada en el sistema límbico que se encarga de las reacciones primitivas- se irrita, lo que produce que el comportamiento del hombre se exacerbe”.
La forma recurrente en la que se perpetran delitos es otra variable que se presenta en la realidad venezolana, al igual que la insensibilización hacia los casos de violación de derechos humanos, como el abuso infantil intrafamiliar.
Pereira indica que en algunos casos se ha vuelto tan común ver al venezolano cometiendo actos delictivos, que “escuchar al hijo del vecino llorando porque lo golpean se considera algo ‘normal’ o hasta aceptable”.
Psicología del padre maltratador
Franca Trezza, psicóloga familiar, explica que en familias en las que ya se hayan presentado ciclos de violencia en generaciones anteriores, hay una mayor posibilidad de que la presión de la crisis provoque la exacerbación de estos comportamientos.
Las localidades que no cuenten con una legislación que norme el comportamiento y en las que se acepte las agresiones como una práctica común, son sitios donde los niños son vulnerables a sufrir maltratos.
Al comparar los informes publicados por del Consejo Municipal de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente (Cmdnna) de Chacao de 2015 y 2016 se observó que hubo una disminución de 26,5% de los procedimientos abiertos por denuncias de maltrato o amenaza a la integridad del niño. No se pudo constatar si estas estadísticas se repitieron en otras zonas populares de la ciudad de Caracas.
La pérdida de valores es otro aspecto importante. Nelson Villasmil, consejero principal del CPNNA de Sucre, señala que las familias han dejado de inculcar los valores morales. Considera que la difusión de los principios de convivencia quedan relegados a otros sistemas, como el educativo, que en muchos casos suele ser insuficiente.
“En ocasiones, los padres que maltratan a sus hijos causan que estos infantes no tengan limites y que no respeten a los demás. En unos años ellos serán los que irrespeten y probablemente abusen de los hijos que puedan tener”, explicó el trabajador social.
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