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¿Cinco estrellas, papá?

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Para el estreno de Guaco: Semblanza organizaron una rueda de prensa. En ella no permitieron  a los periodistas formular preguntas. ¿Les suena conocido? Sí claro, es la misma metodología de los falsos encuentros del presidente con los reporteros nacionales y los corresponsales extranjeros. Una mala costumbre normalizada por el tiempo de la dictadura y su sistema de propaganda. 

Los líderes de la banda se limitaron a vender el producto, antecedidos por una larga y tediosa presentación de los promotores del proyecto. El evento se contentó con ser un remedo de una preventa corporativa. La vigilaba una arrogante figura de protocolo. La soberbia dependienta regañó a colegas por hacer su trabajo y mandó a “quitar cámaras” cuando terminó la fastidiosa introducción. 

El director también esquivó el contacto cara a cara. Envió un video excusándose y celebrando la ocasión del lanzamiento. Igual Dudamel. Justificaron su ausencia por cumplir diferentes compromisos, razonables por demás.

De todos modos, despiertan suspicacias las desapariciones del autor de la pieza y del director del sistema de orquestas. El primero guarda el bajo perfil desde su colaboracionismo con la revolución, mediante el nebuloso financiamiento de Libertador, un trabajo de encargo. La hagiografía de Simón Bolívar costó 50 millones de dólares evaporados y actualiza la tesis de La Catira, diseccionada por Gustavo Guerrero y posteriormente adaptada al teatro.

Por su lado, el dueño de la batuta y los rizos oscuros sigue divorciado de la cultura oficialista, tras denunciarla con tibieza y retraso en mensajes virtuales difundidos durante las protestas de 2017.

En paralelo, Guaco participa en El Furrial de Diosdado Cabello, recibiendo una de las palizas mediáticas del año en redes sociales. Innumerables fanáticos le soltaron la mano a la formación. Artistas condenaron su pragmática intervención en el circo dispendioso del creador de Con el mazo dando. El asunto engrosa la lista de los desengaños amorosos y políticos del horrible año en curso.   

Frente a semejante contexto, aprovecho para compartir interrogantes sin censura, dadas las circunstancias descritas en la entrada de la nota.

¿El largometraje es una película de fantasía, de ciencia ficción o de puro emplazamiento publicitario? Ponemos en duda su condición de testimonio documental. La cinta expone una realidad bucólica y embellecida del país. Es la Venezuela del escapismo, la felicidad hipócrita, el disimulo, la parranda, el bochinche y la naturalización del caos. Los integrantes comen empanadas en la calle, viajan por el mundo, pasean por la Gran Manzana y conquistan el Grammy. La consumación del sueño venezolano.

El espejismo nunca se romperá en la función. Los entrevistados dorarán la píldora, alabarán el queso de los pulperos maracuchos, definirán el ritmo del grupo en términos condescendientes y tautológicos.

Interesados en críticas, los invito a los foros de Youtube, donde descubrirán opiniones diversas y deslenguadas, como el progresivo adocenamiento del repertorio de los muchachos de Gustavo Aguado, para complacer los gustos del mercado de lo mainstream y el reguetón. Atrás quedan las líricas de protesta y contestación. Hoy dominan los temas intrascendentes dedicados al amor, los acordes programados y los arreglos estereotipados de la movida urbana. Pura musiquita para los oídos de los poderes rancios y conservadores.

Desde Toca y luchar, Alberto Arvelo confecciona trajes a la medida de sus clientes. Guaco: Semblanza es el mejor de su línea de ensamblaje. Contiene sentido del humor y confirma la evolución del autor. El largometraje funciona en su esquema rígido de vidas cruzadas al son de un ritmo pegajoso de masas. Logra extraer lágrimas del respetable, apelando a sus recuerdos y afinidades electivas. Brinda un uso adecuado e inteligente del material de archivo. Capta la espontaneidad de los protagonistas y sus apóstoles. Genera suspenso y maneja los arcos dramáticos de la escritura audiovisual. 

Aun así, esquiva los grandes dilemas y conflictos. De asomar problemas, ganaría por nocaut.

La versión sinfónica arruga el corazón, gracias a la composición y la guía de Álvaro Cordero.

Guaco: Semblanza pierde las cinco estrellas en el montaje de prohibir la disidencia y descartar a la crisis. El escape y la evasión son su handicap, su réquiem, su nota baja.

Solo comparen con el estado de conmoción y trastorno del Zulia. El Congo Mirador es un pantano. El fraude de Nicolás mandó a repetir las elecciones. La Chinita llora lágrimas de aceite y petróleo. 

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