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¿Son estas las páginas más eróticas de la literatura latinoamericana?

"Elogio de la madrasta", de Mario Vargas Llosa, es uno de esos libros que vienen inmediatamente a la mente cuando se piensa en literatura erótica latinoamericana. Pero el erotismo está presente en la obra de muchos otros escritores latinoamericanos

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Pocos autores contemporáneos latinoamericanos abordan el tema del sexo y la sexualidad de forma más directa que la peruana Gabriela Wiener. Lo que no significa que haga literatura erótica.

«El erotismo es una cuestión subjetiva. Lo que erotiza a una persona no necesariamente erotiza a otra», explica.

«Y desde luego yo no escribo con intención de erotizarte: ni siquiera en Sexografías -que es un libro sobre sexualidades y sobre mí- mi pretensión es excitarte o crear arte erótico, o hacer de las palabras una experiencia voluptuosa», afirma.

«Si eso ocurre es cosa de cada uno», le dice a BBC Mundo.

La intención declarada de Wiener sin embargo, es otra: »Desactivar lo que por norma se considera erótico o pornográfico para llevarlo a otro plano, el del pensamiento, el del humor, el de la emoción», explica.

Pero, a pesar de eso -o tal vez precisamente por la forma en la que enfoca su trabajo- Wiener fue una de las escritoras que BBC Mundo consultó el año pasado para tratar de identificar las páginas más eróticas de la literatura latinoamericana.

Un esfuerzo que nos pareció apropiada en el marco del Hay Festival de Arequipa, en virtud del lugar destacado de la obra del arequipeño Mario Vargas Llosa en cualquier lista semejante.

A esta selección también contribuyeron con sus sugerencias la escritora argentinaLuisa Valenzuela y la cubano-puertorriqueña Mayra Montero, quien como ganadora del premio «La sonrisa vertical» también tiene un lugar asegurado en la lista.

No se trata de una lista exhaustiva. De hecho, esperamos que sea el inicio de una conversación y que ustedes puedan ayudarnos a completarla.

1. Los diarios de Francisco de Miranda

Los diarios de uno de los grandes próceres de la independencia sudamericana pueden parecer un extraño punto de partida, pero como explica Mayra Montero »Francisco de Miranda era un loco del sexo».

«En sus diarios siempre se está acostando con alguien», dice Montero.

«Y ahí habla de la guerra, de la independencia y de las mujeres con las que se acostaba, a menudo de una forma muy políticamente incorrecta», cuenta.

La puertorriqueña, de hecho, abordó la dimensión erótica de Miranda en su última novela publicada, «El caballero de San Petersburgo», «pero sin llegar a convertirla en una novela erótica».

«Yo me inventé lo que quise», confiesa. «Pero hay escenas de los diarios de Miranda que eran porno duro», le dice, riendo, a BBC Mundo.

2. »Elogio de la madrasta», Mario Vargas Llosa

El erotismo tiene un rol destacado en la obra de Mario Vargas Llosa, pero »Elogio de la madrasta» es la primera de sus novelas claramente alineadas en el género de la literatura erótica.

Y, para muchos, su exploración de la sensualidad a partir del particular triángulo entre Don Rigoberto, su esposa Lucrecia, y el pequeño Fonchito, es la mejor lograda de todas.

«Recuerdo que me excitaron y me divirtieron mucho cuando tenía menos de veinte años, que es el momento para leer cosas que son transgresoras, sobre todo si eres de la generación pre-pornotube», dice Gabriela Wiener del «Elogio…» y su novela hermana »Los cuadernos de Don Rigoberto».

«Pero no me ha pasado lo mismo con la primera escena de su libro ‘El héroe discreto’. Tal vez porque era una escena de sexo lésbico y no me parecía verosímil», cuenta.

«El héroe discreto» no es, en sentido estricto, una novela erótica. Pero ahí vuelven a aparecer Lucrecia, Fonchito y Don Rigoberto.

3. La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria, José Donoso

Sugerida tanto por Gabriela Wiener como por Luisa Valenzuela, «La misteriosa desaparición…» fue escrita como un divertimento por el celebrado autor chileno. Y, en opinión de los críticos, está lejos de ser una obra maestra.

Pero su divertida narración de las aventuras eróticas de la hija de un diplomático latinoamericano que se casa con un marqués español en el Madrid de inicios del siglo XX incluye numerosas páginas dignas de esta lista.

«Yo había leído bastantes revistas españolas de los años 20 (…) y mi idea fue hacer una parodia de ese estilo erótico que a ratos fue desinhibido, fuerte», explicó en su momento el propio Donoso.

«Me interesaba recuperar el estilo del Madrid de los años 20 y además divertirme (…). En todo caso la crítica coincidió en que la novela tenía su encanto», dijo en su oportunidad.

Valenzuela y Wiener definitivamente coinciden.

4. Púrpura profundo, de Mayra Montero

«La sonrisa vertical» es el nombre de la colección de literatura erótica de la editorial Tusquets y del premio homólogo a la mejor novela erótica en español que se entregó de 1979 a 2004.

Y la puertorriqueña Mayra Montero lo recibió en el año 2000 con «Púrpura profundo», incluida en la lista por recomendación de Luisa Valenzuela.

«El erotismo está presente en todo tipo de literatura, pero trabajar el género como tal es utilizar el erotismo para hacer entender a los personajes», le dijo Montero a BBC Mundo.

Y, en este caso, su personaje es un crítico musical que hacia el final de su carrera recuerda sus aventuras sexuales con los virtuosos y virtuosas que tuvo la oportunidad de conocer.

Montero, sin embargo, no fue la primera latinoamericana en ser reconocida con»La sonrisa vertical».

De hecho, el primero de estos premios le correspondió en 1979 a la argentina Susana Cosntante con »La educación sentimental de la señorita Sonia», otra de las recomendaciones de Valenzuela.

Y en 1998 la también argentina Alicia Steimberg fue finalista con «Amatista», también recomendada por Valenzuela y Gabriela Wiener.

5. Trilogía sucia de La Habana, Pedro Juan Gutiérrez

Fuera de «La sonrisa vertical» y la literatura erótica propiamente dicha, Montero también encuentra abundante erotismo en la sobras del cubano Pedro Juan Gutiérrez.

«Es erótico hasta en la sangre, incuso soez», sostiene la escritora cubano-puertorriqueña.

«Y muchas páginas suyas, especialmente en su «Trilogía sucia de La Habana», se pueden rescatar como erotismo duro», dice Montero.

No en balde, la edición de Anagrama de esta novela la presenta como el testimonio de un habanero descreído y extenuado que «sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo».

6. Otras voces de mujer

Obviamente, la lista puede seguir, por ejemplo con »La nave de los locos», de la uruguaya Christina Peri Rossi, recomendada por Gabriela Wiener.

Mientras que Luisa Valenzuela también incluye en su lista varios cuentos de la también cubana Laidi Fernández de Juan, y la novela »Canon de alcoba» de Tununa Mercado.

«Hay autoras en las que el erotismo permea toda la obra: la uruguaya Marosa Di Giogio, la chilena Diamela Eltit, las mexicanas Margo Glanz y Ana Clavel, la colombiana Laura Restrepo. Y tantas otras a lo largo y lo ancho de nuestra América Latina», apunta Valenzuela.

«Pensemos también en las poetas, como Loreina Santos Silva de Puerto Rico. Y en mi Argentina podríamos citar natal cantidad de jóvenes narradoras, y las de generación intermedia como María Moreno o Gabriela Cabezón Cámara», agrega.

«¿Por qué sólo nombro autoras? porque creo que es la voz femenina, el avasallante surgimiento de la literatura erótica escrita por mujeres, lo que ha signado las letras de los últimos cincuenta años», explica la autora de «Cambio de armas».

«Por fin la mujer pudo escribir su deseo y sus pulsiones sin tener que circunscribirse, como alguna vez debió hacerlo Anaïs Nin, al deseo del hombre lector», explica Valenzuela.

«Y las escritoras, y pienso sobre todo las latinoamericanas, han podido por fin responder ampliamente y con gran variedad de voces la única pregunta que Freud debió dejar sin respuesta: ¿Qué quiere la mujer?», le dice a BBC Mundo.

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