Recordamos la contundencia de las palabras del entonces candidato Bill Clinton en la contienda para derrotar al ex presidente George H. Bush, simplemente mencionando ante los votantes el talón de Aquiles de una presidencia que era considerada incapaz de mantener la salud de la economía americana: “It’s the economy, stupid”
Hoy en nuestro depauperado país no tiene sentido repetir que, para cambiar el escenario económico, se hace imprescindible corregir libretos y actores; eso lo recuerda con efectividad la cotidiana vida de la familia venezolana, sin alimentos, sin medicinas, sin seguridad y una moneda que vale menos que los billetes de Monopolio.
Pero no hablaremos de esta tragedia, sino de cómo se tragan un laxante las sociedades para evacuar a los sátrapas que les someten.
Bielorrusia, recordamos a ese sufrido país por su nostálgica proximidad a Rusia, que ha encontrado en el intento por transformarse en democracia con una gran dificultad para lograrlo, la desunión de la oposición. Lukashenko logró burlarse de la mayoría, primero robando elecciones y luego dividiendo y estimulando a muchos opositores para asegurar la atomización del electorado.
También en Serbia, Milosevic permitía elecciones pues con una oposición bien dispersa solo se necesitaba robar pocos votos para cantar victoria.
La unidad es algo muy complicado. Es, al tiempo de ser el elemento más importante en la lucha pacífica de la resistencia civil, la más compleja y difícil tarea para los verdaderos dirigentes, los líderes de las mayorías. Comienza su dificultad al enfrentar a regímenes tiránicos, canallescos y crueles que apresan, torturan y matan a quienes por sus habilidades y condiciones son capaces de construir coaliciones. Impidiendo eventos de intercambio de ideas, de visiones, de libre prensa, aseguran los malos entendidos, la confusión. Es así que encontramos a tantos presos y exiliados callados por amenazas.
Otro gran obstáculo a la unidad se produce por la condición humana de creer o estar convencidos de que el punto de vista de uno mismo es el correcto y el compañero inexorablemente está desinformado, desorientado o equivocado. Esta tendencia prevalece más aún cuanto más educadas sean las personas. Es una especie de maldición unida a la mejor formación.
La unidad también se dificulta por ser de muchas facetas, es posible unirnos en algún punto y mantenernos desunidos en otros aspectos. Dada esta dificultad se hace imperativo comprometerse con lo esencial de la tarea. Aceptar lo que alguna vez enunció E. B. White al decir que en democracia siempre más de la mitad de las personas tienen la razón, pero que el resto debe aceptar y deponer sus razones para poder continuar. Es lo más básico de una verdadera convivencia en paz.
Ha llegado un momento muy difícil para la oposición venezolana. A pesar de la evidencia de la exitosa gesta de las elecciones parlamentarias en diciembre de 2015, hoy algunos dirigentes parecen haber olvidado que fue la unidad y solo la unidad la que derrotó a los gerifaltes.
La tarea de hoy debe revisarse y debatirse; escoger bien a los representantes en conversaciones y negociaciones, apoyarles pero exigirles transparencia y claridad. Siempre poner nuestro hombro para que se apoyen y empinen sobre las mezquindades que separan.
Venezuela tiene un solo reto, recuperar su futuro. Debemos enterrar el pasado ignominioso y unidos lo lograremos.
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