Ser poco flexible. El concepto flexibilidad es muy amplio, pero apostamos como garantía de éxito ser capaces de adaptarnos a las circunstancias. No podemos prever a quien conoceremos durante las vacaciones o con qué incidencias nos encontraremos, pero sí podemos estar abiertos a cambios sin que nos traumaticen.
No experimentar las costumbres locales. Si cuando viajas al extranjero -especialmente si lo haces a un país de cultura muy distinta a la tuya- pretendes dormir en un hotel internacional y comer en un local de comida rápida idéntico al de cualquier ciudad europea, te perderás buena parte de su esencia. ¡Experimenta! Prueba sus platos típicos, descubre cómo son sus alojamientos, sin que por ellos debas poner en riesgo tu salud. Y de paso, no te quedes solo con las rutas turísticas clásicas. Busca qué puedes ver y cómo.
Abusar de fotos y de las redes sociales. Cada vez son más los que eligen su destino condicionados por la repercusión que tendrá en sus redes sociales. Son los que se limitan a mirar el mundo a través de una cámara o una pantalla de smartphone, siempre pendientes de la imagen que les garantice un mayor número de likes. Si eres de estos, piensa en lo que te estás perdiendo y disfruta del instante. No permitas que una buena fotografía te estropee un gran momento. Con frecuencia, lo mejor se encuentra, más allá de la cámara, en las experiencias que nos proporcionan los sentidos -los sabores, el tacto o el oído- y la interacción con otros individuos.
No respetar las costumbres locales. Algunas tradiciones de la zona pueden chocar frontalmente con las nuestras, por lo que conocerlas de antemano -que no significa seguirlas- puede evitar algunos malentendidos o situaciones embarazosas
Sobrecargar el equipaje. Si no quieres pagar cargos extra ni sufrir con bultos innecesarios piensa bien qué necesitas y sé consecuente. Opta simplemente solo por aquello que precises. Si hace falta, cómprate un pantalón, un abrigo o unos zapatos en el destino, aunque es posible que no sean del mismo estilo al que estás acostumbrado. Y recuerda que durante el viaje puedes lavar a mano tu ropa interior u otras prendas.
Jugársela solo con la tarjeta de crédito. Aunque el uso de tarjetas de crédito es común en la mayoría de los países occidentales, en algunas partes del mundo su uso no es habitual. No te arriesgues a arruinar un viaje por falta de liquidez y opta también por dinero en efectivo u otras fórmulas prácticas sobre todo en lugares recónditos.
Ser imprudente. Así que comprueba la documentación necesaria para el viaje y asegúrate de llevarla encima; ten cuidado con los objetos de valor; evita ir solo a lugares poco recomendables; aléjate de personajes que te despierten desconfianza; desestima comer en rincones que no cumplan las mínimas condiciones o que te despierten dudas… Todo ello te permitirá tener un viaje más feliz. ¡Seguro!
Tomado de http://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20171130/433285517651/ocho-errores-viajar.html
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