En un trabajo realizado por The New York Times se relata la historia de Zaida Medina de Márquez, quien viajó de Venezuela a Argentina por insistencia de su hijo. Resignada a no tener atención médica en su país y con una esperanza de vida de un mes, resistió tres meses más luego de que un tumor en su páncreas hiciera metástasis en los riñones.
A los 62 años, falleció el sábado 2 de septiembre de 2017, con su hijo mayor tomándole la mano con dulzura.
Zaida había llegado sola a Buenos Aires ya que en Venezuela le había ocultado la enfermedad a sus familiares para evitar que se preocuparan, pero cuando supo que no podría realizarse ni siquiera un examen exploratorio en su propio país, tomó la decisión de llamar a sus hijos.
Aunque tuviese el dinero, en Venezuela no era sencillo adquirir los insumos para la biopsia que le indicó el oncólogo.
Y, si por casualidad conseguía la aguja, también era complicado conseguir un patólogo que analizara el examen. Solo cinco profesionales en el país se graduaron de esa especialidad en 2017, según Andrés Ruiz, el presidente de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica.
Además, la Federación Médica Venezolana calcula que más de 20.000 médicos han emigrado a causa de la crisis. Consciente de las fallas tan elementales que hay en los hospitales.
Al igual que muchos venezolanos que padecen problemas crónicos, la familia Medina Márquez ya conocía el rostro de la crisis de salud en Venezuela. Desde hace dos años, encontrar el medicamento para la diabetes de Zaida se había convertido en una tarea titánica. En 2017 se volvió imposible.
La Federación Farmacéutica Venezolana calcula que, actualmente, 8 de cada 10 fármacos no se encuentran en farmacias. Las razones detrás de la falta de medicamentos responden a las deudas que tiene el gobierno venezolano con las farmacéuticas y a que muchas se han ido.
Desde 2012, el Ministerio de Salud venezolano no publica los Anuarios de Mortalidad en los que se registra la información concerniente a las distintas enfermedades presentes en el país.
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