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Millonarios, exitosos y viajeros: la otra cara de la diáspora de Venezuela

Empresarios, accionistas, inversores y emprendedores son la otra cara de la diáspora de Venezuela. Los que decidieron llevar sus cientos de miles o millones de dólares a Colombia para no arriesgarlos en la crisis económica que sufre el país

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Vacaciones en Europa o islas del Caribe, compras y negocios en Miami e inversiones millonarias en Colombia.

Es la otra cara de la diáspora venezolana, la que decidió cruzar la frontera hacia territorio colombiano para seguir haciendo negocios y está lejos de necesidades y padecimientos.

Son aquellos que viajaron a Orlando de niños para conocer Magic Kingdom de Disney y que ahora, de adultos, escapan a playas paradisíacas para «buscar calor» cada vez que pueden.

Empresarios, accionistas, inversores y emprendedores que decidieron llevar sus cientos de miles o millones de dólares al país vecino para no arriesgarlos en la crisis económica que envuelve a Venezuela.

Con algunos de ellos conversó BBC Mundo para mostrar la otra cara de la diáspora venezolana.

La «tierra de oportunidades»

Un caso de este tipo es la corporación financiera Bancar.

Desde la moderna terraza de la torre donde funciona esta multinacional venezolana hay una excelente vista de los cerros que rodean a Bogotá y de los edificios.

Allí, en una residencial zona de la capital colombiana, el gerente general de esa compañía, Carlos Canelón, recibe a BBC Mundo.

Carlos Canelón, gerente general de la corporación financiera Bancar.

Su acento lo delata apenas comienza a contar que, para él, »Colombia es un mundo de oportunidades».

El inversionista es uno de los cientos de miles de venezolanos que desembarcó en este país en los últimos años.

Solo que su caso, como el de tantos otros hombres de negocios de Venezuela que optaron por cruzar la frontera, es una historia de emprendimiento, inversiones fuertes, viajes por el mundo y éxito.

Al igual que Canelón, existe todo un sector instalado en Colombia que no dejó su país porque pasaba hambre, sino por cuidar sus capitales.

«Colombia es un país de muchas oportunidades, con un sector bancario fuerte y estable. Tiene muchas posibilidades para hacer negocios», cuenta Canelón, quien ya lleva dos años realizando operaciones entre ambos países.

El gerente afirma que «para nadie es secreto» que la situación económica venezolana es «compleja» y que por eso decidió «internacionalizar» su negocio en 2015.

Prefiere no opinar de política, pero reconoce los problemas por los que pasa su país y que ahora sus operaciones en territorio colombiano son mucho más grandes que las que le quedan en Venezuela.

Bancar aterrizó en Colombia con una inversión de US$400.000

«Dejar el país de uno siempre es muy duro. Uno tiene sus añoranzas allá, por eso trato de seguir viajando para allá», afirma el gerente.

«Dos de todo»

Un asalto con arma de fuego hizo que Rogelio Yerena se planteara cambiar su querido Barquisimeto, en el noroeste de Venezuela, por Bogotá.

En aquella ciudad venezolana tenía 14 puestos de venta de perros calientes (hot dogs) y vendía hasta 50.000 unidades mensuales.

Rogelio Yerena cambió a Barquisimeto por Bogotá y a su negocio de perros calientes por el de arepas venezolanas.

«Más de una vez fuimos perseguidos porque la gente sabía que movíamos mucho volumen de dinero en efectivo. Teníamos que reforzar la seguridad constantemente», recuerda el empresario.

En el asalto que vivió perdió su camioneta, pero en ese momento lo único que a él le importaba era proteger la integridad de su hijo pequeño.

«En agosto de 2007 nos vinimos a Colombia definitivamente y en 2010 arrancamos con el negocio de las arepas venezolanas», añade Yerena a BBC Mundo.

Así nació Budares, un restaurante especializado en el popular bocado que se prepara masivamente en Colombia y Venezuela.

Llegamos queriendo mantener el estatus que teníamos en Venezuela, donde estábamos muy acomodados», indica Yerena.

Durante casi tres años, él y su familia vivieron solo de los vastos ahorros que el negocio de los perros calientes les generó en Barquisimeto: casi US$1 millón en una cuenta en el exterior.

«Gastaba hasta US$8.000 mensuales sin generar ingresos, entonces ahí dije, ¡epa! hay que frenar esto», señala.

Yerena es de los venezolanos que disfrutó de los grandes placeres por los que los ricos venezolanos se hicieron conocidos en el pasado.

«En el peor año viajábamos dos veces al exterior. Miami, Europa, playas», rememora el empresario. Agrega que en esa época se decía que »el venezolano compraba todo de a dos».

Budares ofrece concina venezolana para paladares colombianos.

«Nos conocían afuera como los ‘dame dos’, porque no comprábamos nunca un solo par de zapatos», cuenta.

En la época de la llamada »Venezuela Saudita», en el siglo pasado, no era nada del otro mundo para la clase media de ese país viajar cada uno o dos años a Estados Unidos.

Ahora Yerena no puede darse los lujos de antes, pero ya prepara su próxima apuesta: saltar al mundo de la banca de inversión.

«Son cifras que tienen una cantidad de ceros que son muy interesantes», concluye.

Las grandes inversiones

Congrupo es uno de los mayores ejemplos de capitales venezolanos que decidieron ingresar con fuerza en suelo colombiano.

Se trata de una empresa importadora de productos conocidos en todo el mundo y que ahora incursiona en la producción de alimentos desde sus enormes plantas en Siberia, en la mitad entre Bogotá y Medellín.

En 2009 Congrupo instaló su primera productora de cereales y para 2013 ya tenía sus nuevas instalaciones operando.

Juan Carlos Villafuerte, venezolano y actual gerente de Congrupo, relató a BBC Mundo que la compañía de origen colombiano fue comprada por un grupo de inversionistas venezolanos en 2006 para transformarla de una empresa comercializadora a una industria de manufactura con productos propios de consumo masivo.

«Desarrollamos ese nuevo modelo de negocios en Colombia y en estos años hemos crecido fundamentalmente gracias a nuestra capacidad de producción», cuenta con orgullo.

En 2009 Congrupo instaló su primera productora de cereales y para 2013 ya tenía sus nuevas instalaciones operando.

La compañía es, además, representante en Colombia de marcas como los chocolates Hershey’s, productos Nestlé, las palomitas para microondas Act II, edulcorantes Splenda y caramelos Mentos, entre otras.

Se volcó la tortilla

Durante décadas fueron los colombianos los que buscaban en Venezuela un alivio a la violencia y los grupos armados.

Sin embargo son ahora los venezolanos los que optan por pasar la frontera para huir de la hiperinflación, la escasez de alimentos y la crisis política.

Es por ello que el director de la Cámara Colombo Venezolana, Germán Umaña, de nacionalidad colombiana, cree que su país debe abrir los brazos a los emprendedores que llegan desde Venezuela.

Germán Umaña, director de la Cámara Colombo Venezolana, exhorta a recibir los inmigrantes venezolanos con las manos abiertas.

«Durante cerca de 40 años, los venezolanos recibieron una diáspora de colombianos. Estamos hablando de cerca de 4 o 5 millones de personas que fueron acogidos allá», indicó Umaña a BBC Mundo.

Para el directivo de la entidad que agrupa a los empresarios e inversores que llegan, existe una »gran deuda histórica» con Venezuela.

El experto señala que existieron cinco flujos migratorios desde el anterior siglo.

Desde grandes inversionistas y compañías a las que les va muy bien como Empresas Polar o la importadora y productora de alimentos Congrupo hasta los venezolanos en condiciones precarias que se multiplican en los últimos años.

Estimaciones oficiales señalan que casi medio millón de personas dejaron Venezuela para buscar mejores oportunidades en Colombia.

Los flujos migratorios

Se trata de las grandes compañías y corporaciones que desde el anterior siglo hacen negocios en Colombia. Una de ellas es la gigante Empresas Polar.

Luego llegaron, fundamentalmente desde 2002, los grandes profesionales del petróleo que fueron desplazados del rubro por el chavismo. Entre ellos están quienes amasaron fortunas millonarias al tiempo que ayudaban a despegar al sector petrolero en Colombia. Entre ellos están los que forjaron a la Pacific Rubiales, la empresa líder que se destacó por su éxito hasta hace pocos años.

El tercer flujo migratorio es el de profesionales en diferentes ramos que desde mediados de la anterior década ingresaron legalmente a buscar trabajo y emprender.

Es la migración ilegal en fronteras que trabaja en labores de agricultura como la cosecha del café.

Finalmente están aquellos que entran y salen de Colombia para obtener recursos legal o ilegalmente. En este sector, que crece velozmente en los últimos años, están los comerciantes, contrabandistas, prostitutas y delincuentes.

Umaña indica que, pese a todo, el balance de esos flujos no deja de ser positivo y que debería ser acogido en Colombia con políticas públicas que faciliten los emprendimientos.

«El venezolano en un 99% es gente correcta, trabajadora y que el colombiano no ve como una persona extraña», señala.

Se estima que del medio millón de migrantes, entre 150.000 y 200.000 se encuentran en la ilegalidad.

«Colombia es un país con 10 millones de emigrantes que se fueron esperando ser tratados con respeto, entonces nosotros deberíamos actuar de igual manera», señala el directivo antes de apuntar que hay muchos emprendimientos venezolanos en Colombia que están fracasando por falta de políticas públicas.

Algunos datos

Basta con ver los datos de la inversión extranjera directa (IED) de capitales venezolanos en Colombia y la de dinero colombiano en Venezuela para notar la desproporción existente.

Entre 2010 y 2016, la inversión venezolana en territorio colombiano siempre estuvo por encima de los US$30 millones y en 2014 llegó a los US$114,6 millones, de acuerdo al Banco de la República de Colombia.

Desde 2010 se han registrado inversiones de compañías venezolanas en múltiples sectores.

En cambio el año pasado la IED colombiana en Venezuela marcó un registro de -US$40 millones, es decir se retiraron capitales en lugar de inyectarse.

ProColombia, la entidad estatal que promueve inversiones extranjeras y turismo, informó a BBC Mundo que entre 2000 y 2016, Colombia recibió un total de IED desde Venezuela de US$958,2 millones, ubicándose en la posición número 19 entre todos los países que invierten en ese país.

De acuerdo al análisis de ProColombia, desde 2010 se han registrado inversiones de compañías venezolanas en los sectores de alimentos, químicos, agroindustria, turismo, materiales de construcción, industrias creativas, textiles y confecciones, cosméticos y artículos de aseo, infraestructura y comercio minorista principalmente.

Sobresalen las inversiones y reinversiones de firmas como: Empresas Polar, Revinca C.A., Lamilara, Prosein, Alberto Ravell, Licorería La Florida, Cuore D Italia, Nynas, Kepen Tea & Salads.

¿Volver?

Para Germán Umaña una de las características que distingue a los migrantes venezolanos, fundamentalmente a los que les iba bien, es que quieren volver a su país.

«En su momento Venezuela cuando estuvo bien fue muy noble con ellos, por eso sueñan con regresar», concluye.

El dilema de los inversionistas venezolanos: ¿Quedarse en Colombia o regresar a su país?

Consultado al respecto, el dueño de la arepera Budares, Rogelio Yerena coincide en ello aunque no es muy optimista.

«Con la situación actual de Venezuela yo creo que no en el corto y mediano plazo, pero si mañana hay una transición tal vez. Será un proceso de muchos años para lograr estabilidad económica y social», dice.

Por su parte, Carlos Canelón, de la financiera Bancar, se ve en »cinco o diez años» viajando entre ambos países.

«Espero estar todos los meses viajando entre Caracas y Bogotá. (…) El día que se me acabe la esperanza de volver a Venezuela va a ser un momento muy triste.Siempre esperamos volver al nido», concluye.

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