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El angustioso comienzo de año

Los primeros meses de 2018 serán de incertidumbre para las familias venezolanas, coinciden los analistas. La acentuación de la falta de alimentos y medicinas, en medio de un proceso hiperinflacionario, deja a la sociedad en una situación de precariedad y supervivencia, sin que parezca haber voluntad de cambio por parte del gobierno

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Hace ya cuatro años que el desabastecimiento de alimentos se situó como la principal preocupación de los venezolanos, desplazando a la inseguridad personal que había dominado hasta entonces el mapa local del desasosiego. La incertidumbre por la escasez y el alto costo de la vida se consolidó desde entonces como la pesadilla que quita el sueño en la mayoría de los hogares del país.

La situación que están atravesando las familias en este comienzo de 2018 solo puede calificarse de angustiosa, señala Oscar Meza, director del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, organismo que monitorea la evolución del costo de la canasta básica y la canasta alimentaria familiar, dos indicadores que hablan del deterioro de la calidad de vida en Venezuela. Para el mes de noviembre, el último que han procesado, una familia necesitaba  7.190.158,98 bolívares para comprar comida suficiente y 13.883.365,39  bolívares para satisfacer además de las necesidades de alimentación, las de transporte, vestido y recreación. Todo hace pensar, añade, que en el mes de diciembre esas cifras se dispararon.

“Si pensamos en la pirámide de Maslow, un parámetro con el que se mide la satisfacción de las necesidades humanas, las familias venezolanas no pueden cubrir en este momento las condiciones elementales, que están en la base. Estamos en condiciones de sobrevivencia y, además, de resistencia frente a un gobierno que niega la crisis que estamos viviendo”, asegura Meza. En los próximos meses se avecina una acentuación de la escasez en un marco hiperinflacionario que es inédito para los venezolanos. “Por eso, no contamos con referencias históricas sobre cómo afrontarlo”.

Depresión económica sentencia el primer trimestre de 2018

Cuando se cree que no habrá peor período para Venezuela que 2017, aparecen las proyecciones de 2018. Economistas y firmas especializadas prevén que la hiperinflación superará 6.000% a finales del primer trimestre. El panorama no puede ser otro luego de que el año pasado cerró con una inflación acumulada de 2.735%, de acuerdo con estudios de la firma Ecoanalítica, que no se distancian de la cifra arrojada por Econométrica, que la fijó en 2.999%.

Henkel García, director de Econométrica, indica que el porcentaje fue calculado luego del cierre del mes de diciembre, que registró una inflación de 98,1%. A su juicio, se traduce en un retroceso brutal en el poder de compra del ciudadano. “Un aumento de 100% en los precios con un ingreso mínimo similar al del mes anterior significa una caída en el poder de compra de 50%”, destaca.

Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, señala que tanto el ritmo de crecimiento brutal de precios como la disminución del poder adquisitivo definen lo que pasará de enero a marzo. Para el economista no existe ninguna posibilidad de giros inesperados que modifiquen el sombrío escenario.

“El primer trimestre está cantado y lo mismo ocurre con el desempeño económico de todo 2018. Los incentivos del gobierno solo van dirigidos a hacer campaña”, expone Oliveros, que no vislumbra una fecha en la que el gobierno pueda verse forzado a un cambio en medio del colapso.

Afirma que los primeros meses de 2018 estarán marcados por la escasez y el desabastecimiento. “Será complicado dado el proceso agresivo de contracción de importaciones y la ausencia de liquidación de divisas al sector privado”, apunta.

En cuanto al índice de escasez, García opina que se mantendrá entre 50% y 60%, tal como fue calculado a finales de 2017. “Todo depende del rubro, habrá algunos que seguirán presentes mientras que otros desaparecerán. El gobierno se está haciendo la vista gorda con los precios y si esa actitud continúa, vamos a ver que los índices seguirán igual aunque la inflación sí se complicará”, dijo.

Oliveros considera que debido a esta situación la actividad comercial puede verse afectada de manera significativa. “Muchos comerciantes pudieran estar evaluando paralizar sus ventas, pues no tienen capacidad de medir los costos de reposición, y por las complicaciones que afronta el gobierno por las sanciones a consecuencia del default de la deuda externa”, agrega.

El director de Ecoanalítica insiste en que la hiperinflación y la depresión económica en las que se encuentra sumido el país conducirán al quinto año de contracción, con una profunda crisis social acompañada del colapso del sector petrolero, gravísimos problemas de abastecimiento y el default por la deuda.

“Lamentablemente, Venezuela continuará en recesión durante 2018, con una caída de 9% del producto interno bruto”, expresa el economista, quien recuerda la caída del PIB en 2017, que se ubicó en 15%.

Asegura que la economía venezolana entró en un ciclo hiperinflacionario que no tiene ancla. “Si no se toman los correctivos, podemos ver inflaciones de 30.000% o más a finales de 2018”, advierte Oliveros, quien destaca que, en un escenario conservador, el índice de la tasa inflacionaria podría cerrar en este año en 9.000%.

Econométrica ofreció proyecciones similares durante el foro Venezuela, trampolín o precipicio a finales de noviembre. Un mes después las mantiene. Sus analistas calculan una inflación de 29.000% para finales de 2018.

Las evaluaciones que hacen ambas firmas superan los números que arrojó el Fondo Monetario Internacional con respecto a Venezuela, que proyectan este año una inflación de 2.349,3%. Oliveros aclara que la organización podría actualizar sus números entre marzo y abril, al ver su proyección rezagada. Cree que la disparidad que arrojan las cifras del FMI con las establecidas por firmas nacionales radica en que el organismo internacional no toma en cuenta los posibles cambios que puedan presentarse durante el año, los cuales afectan la economía en tiempo real.  

Ajustes indispensables. García no vacila en atribuir la crisis del nuevo año a la inacción gubernamental. Alega que la falta de importaciones que comenzó a verse en septiembre y octubre incidió en lo ocurrido en diciembre y persistirá mientras no se apliquen los ajustes necesarios.

“Hasta que no haya un cambio drástico y lleguen cambios profundos, será imposible abordar los problemas. Vienen tres meses muy duros y una modificación de la política económica que venga de la mano de un ambiente de armonía política no puede lograrse en dos meses”, manifiesta García.

No obstante, considera que aunque luzca remoto e incluso imposible, los factores de poder pudiesen verse a la larga obligados a tomar medidas por el deterioro que ensombrecerá al país.

“Si esto se hace en el primer trimestre, en tres meses podríamos observar algunas mejoras. Veríamos un país distinto, que podría recuperar sus niveles de abastecimiento. Podríamos ver la variación de los precios y la recuperación del poder de compra del salario”, indica.

Entre las medidas que deberían tomarse, destaca el financiamiento internacional como elemento imprescindible. También el desmontaje de los controles, aunque explica que por sí solo no es suficiente y que, por tanto, debe venir acompañado de la reforma de las instituciones económicas y jurídicas. Además, debería incluir un plan de apertura petrolera y la distribución de subsidios que permitan a la población recuperarse del golpe inflacionario.

Cómo blindarse ante la embestida

Ante las proyecciones de lo que promete ser un año crítico en materia económica y social, expertos como Luis Vicente León y Asdrúbal Oliveros coinciden en la necesidad de que el ciudadano de a pie mantenga en orden las cuentas y actúe con rapidez.

“Lo primero es racionalizar que debe prepararse para una crisis mucho más fuerte y larga que las que conoce y la forma de manejar su economía personal debe cambiar dramáticamente. Debe actuar rápido”, expresa León en su cuenta oficial en Twitter.

Ambos economistas señalan que moverse lentamente en hiperinflación “se paga caro”. El ritmo de alza de los precios resulta vertiginoso y es prioridad actuar con premura.

Oliveros afirma que también debe tenerse claridad sobre cuáles son los ingresos con los que cuenta el grupo familiar y los gastos a los que debe responder. Aconseja también establecer prioridades, que en todo caso no deben ser más de 2 o 3. “Toca ser disciplinado. Es primordial trabajar en función de lo que es más importante”, apunta.

A los jóvenes, Oliveros les invita a invertir en educación, un rubro que sigue siendo económico en Venezuela. “Estudiar afuera dejó de ser una opción cuando se perdió la facilidad que ofrecía la tasa de cambio baja. Un posgrado en Venezuela, por ejemplo, todavía es algo viable y útil”, dice.

Recomienda buscar segundas fuentes de ingreso, aparte del empleo fijo y formal. “Mantenerse con un solo sueldo es, si no muy difícil, casi imposible; entonces necesariamente hay que buscar otras fuentes de ingreso”, enfatiza.

Intentar llevar a moneda fuerte la mayor cantidad de dinero que se pueda es la mejor forma de ahorro, de acuerdo con León. Recomienda que con el dinero que pueda sobrar a fin de mes, se intente adquirir los dólares que se puedan. Asegura que no tiene ningún sentido mantener bolívares ahorrados: “Deben cambiarse de inmediato por bienes o moneda dura, que es prácticamente cualquiera que no sea la tuya”.

También propone como segunda opción para blindarse el adelanto de compras indispensables o el canje de dinero por activos que servirán en el futuro como reserva de valor. “Activos monetarios como las divisas o bienes comercializables”, indica.

Oliveros sugiere aprovechar los créditos que se presenten. “El pago resulta accesible, pues las tasas son bajas y la dinámica inflacionaria le favorece. Hay que ser responsable, eso sí, con el pago de las cuotas y ser escrupuloso, sobre todo, con las primeras, que son las más altas”, puntualiza.

Invertir en sí mismo es otra de las alternativas para sobrevivir a la crisis. “Es recomendable destinar algo de dinero al cuidado personal o a actividades que permitan la higiene mental: llámese gimnasio, cine, teatro, un paseo. Algo que satisfaga esa dimensión espiritual y permita soportar la embestida”, agrega Oliveros.

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