El chavismo-madurismo, como todo proyecto totalitario, sigue la máxima goebbeliana de repetir mil veces una mentira para hacerla pasar por verdad. Nos referimos en este caso a la cantinela que dice: “La oposición no posee un programa de gobierno”; y la otra se refiere a que construir el socialismo en Venezuela es una revolución, cuando precisamente lo contrario: construir el capitalismo, sería el verdadero “giro copernicano” que jamás hemos vivido en el país. Nuestro siglo XX se ha caracterizado por el permanente crecimiento del Estado en funciones y poder, hecho facilitado por el dominio de la renta petrolera, de modo que poco a poco nos hemos ido pareciendo a un régimen de “socialismo real”. La meta que nos propusimos en la Independencia: ser liberales, fue desapareciendo aunque allí está la semilla que puede volver a florecer ¿por qué no?
En este sentido, el economista y filósofo Emeterio Gómez nos ha dejado en sus textos y artículos de prensa, y especialmente en su libro: Capitalismo solidario versus socialismo del siglo XXI (2007, Caracas: Los Libros de El Nacional), una crítica al chavismo y una propuesta de país coherente. De esta manera se demuestra lo contrario a lo afirmado por esa máquina propagadora de mentiras que es el discurso autoritario. En una primera parte advierte la inviabilidad del programa marxista llevado a cabo por Chávez en Venezuela, y no tanto porque su aplicación fue históricamente una tragedia (algo que ya bastaría para no repetirlo), sino especialmente debido a que la obra central de Karl Marx: El capital: “carece de toda coherencia teórica, intelectual y conceptual”, y por ello no posee ninguna rigurosidad científica, debido a que sus tesis son “radicalmente inconsistentes”, tales como las siguientes: la única fuente del valor de los bienes y servicios son el trabajo contenido en ellos, en el mercado dichos bienes se intercambian por la cantidad de trabajo que contienen, y que la ganancia (que contiene dicho valor) es expropiado al trabajador por el empresario. Todos sabemos, junto con la teoría económica neoclásica (Marx no la llegó a conocer), que el valor depende de la oferta y la demanda, ¡pero hay gobernantes que se empeñan en pasar por encima de esta realidad y condenan a sus pueblos al hambre y la miseria!
En las otras dos partes del libro explica la gran capacidad que ha tenido el capitalismo para sacar de la pobreza a millones de seres humanos como nunca había ocurrido; además de la creación tecnológica, material y artística jamás vivida. Pero también como el capitalismo ha tenido la capacidad de mejorarse y superar sus crisis, aunque resalta dos problemas fundamentales: siguen existiendo sectores importantes de la población sin disfrutar estos avances y la modernidad (de la cual es parte fundamental el capitalismo) ha separado la ética del mundo público del privado e incluso alejado del primero. Al final explica cómo la propuesta del capitalismo solidario ayudará a superarlos: primero, porque ya de por sí el capitalismo en su sentido clásico ha facilitado la prosperidad de los países con más población y pobres del mundo: China y la India; segundo, porque se han creado formas como es el “capitalismo popular” (microcréditos para estimular las microempresas) que incorpora a los pobres a la espiral de prosperidad, y el tercero que es propiamente la solidaridad del empresario para lograr incorporar a tantos a la educación, salud y trabajo productivo. El capitalismo solidario dependerá del desarrollo de una cultura que resalta el amor al prójimo y el valor de la dignidad humana.
Los venezolanos no podemos seguir rechazando lo que ha sido el camino andado por las sociedades que han ofrecido un mejor nivel de vida a la mayoría de sus ciudadanos. La verdadera revolución está en ver lo evidente y no seguir en la pesadilla de un sistema fracasado. El problema no es la economía, el problema es un modelo y una oligarquía que vive de envilecernos. La solución existe, vamos a aplicarla; pero para ello debemos darla a conocer y luchar por medio de la política.
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