En tiempos difíciles, cuesta ver más allá de lo imperioso. Sin embargo, asimilar solo el lado negativo de la moneda tiende a hacer mucho más dura la cotidianidad. ¿Cuál es uno de los antídotos que proponen los expertos en salud mental? Reconocer lo que sí se tiene y dar gracias por cada día, uno a la vez.
“La gratitud es algo que todos podemos practicar. Así estemos enfermos o sanos, seamos viejos o jóvenes, tengamos empleo o no; si nuestro corazón está latiendo e ingerimos al menos una comida hoy, ya tenemos algo que agradecer”, declaró a la revista Psychology Today Emma Seppälä, psicóloga y directora científica del Centro de Investigación y Educación en Compasión y Altruismo de la Universidad de Stanford y codirectora del proyecto Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale. El agradecimiento puede abarcar la salud (aún en el grado que se tenga), los afectos, los alimentos, los ingresos económicos –así sean pocos–, los gestos amables de otros, el empleo, las bellezas naturales en el entorno, las tareas que se cumplieron satisfactoriamente.
Uno de los ejercicios más recomendados por los especialistas para aprender a practicar la gratitud continuamente es hacer listas de aprecio: escribir cada noche de tres a cinco hechos o elementos valiosos que hicieron de esa jornada algo positivo, independientemente de los retos que se presentaron durante el día. Si tiene niños, hacer juntos ese recuento puede fungir como un momento de cohesión y relajación antes de dormir.
La psicoterapeuta Amy Morin sostiene que la constancia en apreciar más lo positivo ayuda en gran medida a ampliar el panorama y a no ahogarse en la desesperanza. “Cuando se hace un hábito diario, entrenamos a nuestro cerebro a empezar a buscar cuáles son las cosas que tenemos que agradecer”, explica en Psychology Today. Además de elaborar listas, esta experta sugiere habilitar una cartelera o espacio para pegar fotos, tarjetas, notas y otras referencias de experiencias gratas: preferiblemente en un sitio visible, para conectarse más fácilmente con esas emociones aún durante tiempos duros. También recomienda tomarse un momento a la semana para agradecerle a otros lo aprendido o lo recibido, independientemente del tiempo transcurrido desde el último contacto.
Los beneficios
De acuerdo con estudios publicados en el Journal of Personality and Social Psychology, la gratitud minimiza emociones como la envidia y el arrepentimiento. Prolonga el buen ánimo y la sensación de alegría, reduce la ansiedad y la depresión, disminuye la frustración asociada con el materialismo y eleva la inteligencia social, pues fortalece los vínculos para crear mejores relaciones interpersonales y aumenta el grado de satisfacción en las relaciones familiares y de pareja. En la salud, favorece la calidad y la duración del sueño.
La gratitud también apuntala la voluntad para tomar mejores decisiones, aumenta la empatía para colaborar otros y fomenta un mayor nivel de apoyo del entorno hacia el individuo, por la percepción de amistad o camaradería que se proyecta al agradecer.
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