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¿Es negociar un delito?

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En la alborotada Venezuela de hoy, situación plenamente justificada, abundando las razones, se ha decidido, por parte del Presidente Interino, dialogar en Noruega con representantes del gobierno en procura de alternativas que coadyuven a la solución de la crisis que afecta al país. La reacción no ha sido nada buena, censurándose que la metodología ya se ha usado en un número importante de ocasiones, sin resultado favorable, por lo menos, para la oposición.

Es así como Antonio Félix Herrera inicia un conversatorio en Acarigua, titulado “Una solución regional para la crisis venezolana”. En el podio, Carlos Eduardo Troconis, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid; Magaly Vásquez, penalista de la UCAB; José Román Duque, constitucionalista, y Juan Garrido, especialista en el área de la planificación política.

La profesora Vásquez, a quien Herrera concede la palabra, expresa que en el ya clásico, pero notable, libro La ley y el delito del profesor Luis Jiménez de Asúa, se define al hecho punible como “el acto típicamente antijurídico, imputable a un hombre y sometido a una sanción penal”. La historia no deja de ser interesante, pues el profesor español dejó escrita la definición en un ciclo de conferencias, dictadas (1944/1945) en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela. Su estadía en Caracas es elogiada por él mismo expresando que “…he revivido días inolvidables de aquella Caracas llena de inquietudes y de futuro tan prometedor. El recuerdo de mis temporales discípulos y perennes compañeros me quedó indeleblemente grabado por el buril de la amistad”. El sabio penalista jamás pensó, adiciona Troconis, invitado especial, que algunos años después se han cometido en la tierra y con la gente que tanto le agradó un sinnúmero de transgresiones a la ley penal nunca vistos. Desde el otro mundo el academico ha de estar triste al comparar aquella pujante nación con la de ahora, particularmente, cuando había venido a la sultana del Ávila en procura de apoyo a la República española en el exilio. Tampoco ha debido pensar que los venezolanos hoy navegan de pueblo en pueblo para hallar una anuencia similar. Troconis exhibe el libro El petróleo ¿arma de la revolución?, de su autoría.

Este preámbulo, prosigue el profesor de la Carlos III, pudiera considerarse una justificación de la pregunta «¿Es negociar un delito?». Prima facie, pareciera que no, pero la contestación se complica al aceptarse que Rusia, Irán y Cuba dirigen los destinos de Venezuela y en provechos propios, lo cual pareciera tan cierto que Moises Naim asevera (Bayly) que los Estados Unidos suspendieron la cooperación militar acordada para el 30 de abril / primero de mayo, a raíz de una conversación telefónica entre Donald Trump y Vladimir Putin, en la cual pareciera que el ruso dijera al estadunidense no meterse en Venezuela, para él no hacerlo en Ucrania, para Estados Unidos es de vital importancia.  Es suficiente pensar en la utilidad para US del puerto de Sevastopol.

La relación de dominio (Rusia, Irán, China, Cuba) con respecto a Venezuela, también, se encuentra reiterada por Naim: 1)  Irán quiere que en Venezuela haya diálogo. 2) El gobierno chino también ha expresado su esperanza de que “las partes en conflicto puedan resolver sus diferencias políticas a través del dialogo”. 3) Al igual que Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso. Tal vez, por tanto, para un avezado penalista, la negociación, como coadyuvante de la dominación de los mencionados países con respecto a la soberanía criolla, y en la medida en que aquella supone que las repúblicas dominantes sean determinantes para el ejercicio del poder, por un gobierno al cual se imputa toda tipología de perversidades. Y que inclusive ha sido calificado como un narcoestado. El jurista si eleva el caso ante un juez serio, lo que sería su primer inconveniente, tal vez, este prevenga a los negociadores de que si deciden hacerlo, ha de ser sobre bases serias, tiempo limitado y resultados más que probables y no imposibles. Naim pareciera reiterarlo, interrumpe el sociólogo Herrera, cuando afirma que “todo el mundo quiere un diálogo político en Venezuela. Menos los venezolanos, que ya tienen dos décadas de experiencia ‘dialogando’. Primero participaron con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro. ¿El resultado? Todos los ‘diálogos’ terminaron fortaleciendo al gobierno y debilitando a la oposición («El diálogo político en Venezuela: ¿ingenuo o inevitable?»).

Pareciera, expuestas así las cosas, adiciona Herrera, que cada venezolano tiene una concepción individual de lo que es Venezuela y de lo que ha de ser, pero discordante con la de cada uno de los otros. Pero, quizás, más ingenuo aún -comenta Naim- es suponer que en Venezuela es posible evitar el diálogo político indefinidamente. En el mundo de las diversidades, es por demás justificable, las apreciaciones públicas del bloque constitucional, el cual reacciona ante el evento de Oslo: 1) Recordar a la Asamblea Nacional que la situación de excepcionalidad propiciada por el actuar fáctico de quienes usurpan el poder, solo podrá ser corregida con medidas políticas y jurídicas igualmente excepcionales. 2) Precisar que, conforme a los parámetros del propio Estatuto para la Transición a la Democracia, cualquier reunión con los usurpadores solo podrá limitarse a acordar los términos del cese de la usurpación, y, en ningún caso, adelanto de elecciones parlamentarias, o elecciones presidenciales, organizadas por la actual estructura electoral. 3) Advertir que un proceso de negociación ha de tener por finalidad el restablecimiento de la vigencia de la Constitución, ha de ser trasparente, con participación de sectores representativos de la sociedad civil, con una agenda públicamente conocida, con negociadores creíbles, con asistencia de organizaciones internacionales, además, contar con un cronograma conocido y un plazo determinado. 4) Sugerir a la Asamblea Nacional que la hoja de ruta a que se contrae el Estatuto que rige la Transición a la Democracia es la piedra angular que inspiró la redacción y la consecuente ejecución del mismo como cuerpo normativo que regula la transición a la democracia. Román José Duque sacando el pañuelo para secarse la frente finaliza la lectura. Ocasión que aprovecha Juan Garrido para preguntar: ¿Teoricismo puro o existencialismo endeble? También me lo pregunto, dice Herrera.

El ex diputado Troconis afirma que las negociaciones políticas, más que sencillas, son profundamente complejas, y constituyen un camino espinoso para políticos y gobernantes, pero al mismo tiempo son una prueba para la democracia representativa y los pilares en que ella se sustenta. Esta circunstancia lleva a que se denuncie que en la mayoría de los casos no se toma en cuenta al pueblo, titular de la soberanía, y que los acuerdos, si se logran, terminan beneficiando más bien a los negociadores que suelen representar a los gobiernos en el conflicto y por supuesto a estos últimos. En este contexto se incluyen los casos de Grecia, como negociación de índole, más bien, económica, y con respecto a la cual el sociólogo alemán y profesor del Mack Plan Institute afirma que constituye una evidencia de que los acreedores de la deuda griega tuvieron preponderancia y no el ciudadano (Sergio Mota, «Negociaciones políticas internacionales»). Diferente sucedió, interrumpe Garrido, con Irán en lo relativo a la producción de armas nucleares y que suscribieron Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania. La ruta es, también, incierta, para las organizaciones internacionales, como lo revela el caso de Venezuela, agrega el profesor en planificación. Pudiéramos entonces, acota Troconis, convencer al gobierno de los Estados Unidos de una operación de inteligencia militar, la cual estoy seguro de que nos permitiría poner cese a la usurpación, pues, el gobierno no tiene capacidad de reacción y mucho menos para desatar una guerra como las acontecidas en Irak, Afganistán y Libia. Y en el contexto geopolítico, agrega la profesora Vasquez, a US le conviene desde todo punto de vista fortalecer a Venezuela y que no lo haga Rusia, China, Irán y/o Cuba, señalados, inclusive, por “The Social Media”, en negociaciones con Pdvsa, que debieran ser revisadas judicialmente. Tal vez, sirva ello de prueba para responder afirmativamente que “negociar puede ser un delito”.

Antonio Félix Herrera, convencido de que el conversatorio se realiza exitosamente, no desea que se le embochinche, como al pasajero de Truman descrito acertadamente por el margariteño Francisco Suniaga, pues, tal vez, sea a él mismo, a quien, como a Diógenes Escalante, llamado a raíz de la muerte de Juan Vicente Gómez para ser escogido presidente, no le quedó otra alternativa al ver la tramoya de hacerse el loco para gritar “bochinche, bochinche y bochinche”. Es por ello por lo que reacciona leyendo el artículo del periodista Orlando Avendaño, en PanAm Post, en el cual se censura que las consecuencias de las negociaciones hasta ahora adelantadas fueron las mismas: dilatar la tragedia, robustecer al régimen y desgastar a la oposición. Y siempre, ineludiblemente, las consecuencias serán las mismas. Pudiera la doctora Vásquez respondernos si es posible tipificar las de Oslo y sucesivas conductas antijurídicas. La última se limita a leer en Avendaño “…nada podrá prosperar mientras uno de los actores, el principal, el que tiene que ceder, siga siendo el mismo de hace 16, 5, 3 o 2 años: una asociación criminal cuya existencia depende de mantener secuestrado el poder, de talante totalitario y vocación homicida. Y en ese lado sí hay un gran racimo de hechos punibles.

El sociólogo se percata de que tanto los del podio, como muchos de los asistentes desean intervenir, cuando ya son las 3:00 pm. Por lo que recobrando fuerzas levanta  la voz para expresar que se encomienda al profesor Carlos Eduardo Troconis reunirse con Juan Guaido y regalarle el libro Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, de Maurice Joly, quien puso sus dotes brillantes al servicio de la libertad, aunque también, de sus antipatías. Pero para aconsejarle que en sus actuaciones siga bastante al segundo con una chispita del primero. Finalmente, pediría al doctor Troconis el favor personal de expresar al presidente interino, que recorre un camino difícil, para algunos, por fortuna muy pocos, como un falso profeta, pero para los más como El Zelote que describe Reza Aslan, académico de renombre internacional, para el New York Times: “Una presentación seria de un retrato plausible de la vida de Jesús de Nazaret”. Particularmente, que no se deje crucificar por el grupúsculo que en pandilla hoy, en lugar de gobernarnos, nos manda desde la mentira, la confusión y el engaño.

Sin más agregados, termina el encuentro.

@LuisBGuerra

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