2024 no fue un buen año para el cine venezolano. Hubo variedad de títulos, pero fue poco el público que acudió a las salas. A la falta de interés se le suma la poca o casi nula promoción que tuvieron las películas.
El año pasado se estrenaron 20 películas, dos menos que en 2023, que llevaron a las salas a 75.436 espectadores, de acuerdo con cifras de la Asociación de la Industria del Cine (Asoinci). Esto representa apenas un 0,97% del total de público que acudió a las salas de cine durante todo el año: 7.793.839.
Las cifras también representan un retroceso para la taquilla del cine venezolano en comparación con 2023, cuando 204.821 espectadores acudieron a las salas de cine, de los cuales 117.329 vieron Simón (hasta el 31 de diciembre), ópera prima de Diego Vicentini, que sumó más público que todas las películas de 2024.
La película más vista de 2024 fue Alí Primera. La película biográfica del cantautor venezolano llevó a las salas, desde su estreno el 31 de octubre, a 20.450 espectadores y recaudó 44.013 dólares.
Al filme de Daniel Yegres le siguieron El salto de los ángeles de José Miguel Zamora Figuera, con 12.157 espectadores y 26.246 dólares; Azotes de barrio 2 de Jackson Gutiérrez, con 9.295 espectadores y 20.730 dólares; Julia tiene sugar de José Antonio Varela, con 9.049 espectadores y 21.520 dólares; Mis días contigo de Edio Raven, con 4.100 espectadores y 10.353 dólares; Visceral de César Manzano,con 3.227 espectadores y 7.614 dólares; Hotel Houffer de Kevin Canache, con 3.063 espectadores y 7.400 dólares; La maldición de Knoche de Eduardo A. Rivas, con 3.061 espectadores y 7.387 dólares; Tango bar de Gibelys Coronado,con 2.590 espectadores y 5.764 dólares; y Niños de Las Brisas de Marianela Maldonado, con 2.042 espectadores y 4.239 dólares.
José Ernesto Martínez, productor de cine y miembro de la Asociación Venezolana de Productores de Cine y Audiovisual, considera que 2024 no fue un buen año para el cine en general y mucho menos para el venezolano. “75 mil espectadores es un número demasiado bajo, aunque estuvo bajo en varios países como España, Colombia, Argentina. Pero los números que registró el cine venezolano no es bueno. Definitivamente la taquilla está deprimida”.
El productor atribuye el bajo número de espectadores a la mala promoción de las películas, muchas veces por falta de financiamiento. “Las películas llegan a la etapa de estreno sin muchos recursos, sin mucho financiamiento, no tienen tiempo de hacer una buena promoción. Siento que a veces la falta de recursos hace que nos cueste un poco lograr una buena recuperación. Creo que hace falta pensar en un trabajo conjunto entre el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) y los productores para ver cómo buscamos que las personas vuelvan a las salas de cine. Estamos muy lejos de ese famoso 2014, cuando hubo más de 2 millones de espectadores”, dice Martínez.
Para Sergio Monsalve, crítico de cine y columnista de El Nacional, es necesario hacer dos lecturas: desde el punto de vista económico y en cuanto al contenido y desarrollo estético de las películas. “Estamos en presencia de un retroceso frente a las cifras reportadas en el lapso anterior, considerando que, por ejemplo, una sola película como Simón hizo más que el resto de todo el total de 2024. La película más vista del año pasado fue Alí Primera y recaudó menos que la segunda película del año anterior, La chica del alquiler de Carlos Caridad (26.775 espectadores). Todo esto, por supuesto, está enmarcado en el contexto de situación país con todas las cuestiones que ya sabemos, obstáculos para temas de desarrollo industrial y de la propia libertad de expresión. Si a eso le sumamos que el año pasado fue año electoral, en el que hay mayor represión y censura, creo que es un caldo de cultivo importante para que los números desciendan”, explica.
Pese al descenso de la taquilla venezolana, Monsalve destaca la calidad de muchos de los títulos que se estrenaron el año pasado. “Se ha mantenido la calidad en el ámbito documental, como siempre dando la cara por el cine venezolano; sin embargo, siento que las películas de ficción han dado un paso para atrás. La mayoría de las películas de ficción que vimos, al menos en salas, fueron tímidas desde el punto de vista político y narrativo, por no decir que las películas más vistas son películas, más bien, condescendientes o películas de propaganda y proselitismo evidente, como el caso de de Alí Primera”.
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Karina Gómez Franco, presidenta del Festival del Cine Venezolano, considera que, pese al descenso de los números en taquilla, 2024 no fue un mal año. “Es increíble que en un país como el nuestro hoy en día se hagan 20 largos y se estrenen. A mí me sorprende muchísimo que, aunque en Venezuela no existen programas importantes como Ibermedia e inclusive el CNAC para que dé plata para producción, la gente sigue trabajando en cine y mucha de esa gente vive en el exterior consigue la plata, vienen, cuentan la historia de su país y se van”.
Éxito más allá de la taquilla
Más allá de los números en taquilla, el cine venezolano tuvo un buen año en cuanto a reconocimiento internacional, presencia en festivales e, incluso, gira nacional. “Si hablamos de éxito en cuanto a números, Alí Primera tuvo más de 20 mil espectadores…Pero, por ejemplo, Niños de Las Brisas tuvo 2 mil espectadores, pero tuvo más de 12 premios internacionales y fue la candidata de Venezuela a los Goya. Niños de Las Brisas se sigue vendiendo y manteniendo a nivel internacional. También está el caso de Funes, máquina y corazón, que tuvo pocos espectadores pero tuvo una gira a nivel nacional en casi todo el país. La película tuvo muchos más espectadores que no están reflejados en estos números porque son números en salas comerciales. El número de espectadores no es lo único importante. Para mí como productor es importante el recorrido que tengan las películas”, dice Martínez.
Para Sergio Monsalve las películas más destacadas de 2024 fueron Niños de Las Brisas, de Marianela Maldonado, y Cine invisible, de Edgar Rocca y Robert Andrés Gómez. “Películas como el caso del documental Niños de Las Brisas, para muchos la mejor película venezolana de 2024, de número 2 se puede situar una película de las estrenadas en el país también de corte documental como Cine invisible, una película que también ha contado con el beneplácito de los colegas, y luego está el caso de películas que también reclamaron la atención de las audiencias, como el caso de El salto de los ángeles, que se convirtió en una película alternativa, querida, aceptada, aprobada tanto por los espectadores como por el público más exigente”.
Monsalve también destaca el trabajo de los cineastas venezolanos en el exterior. “Quisiera reconocer también el trabajo de la diáspora, una diáspora que siguió sacando la cara por el país. No debemos olvidar que el año pasado fue posiblemente uno de los que hayamos tenido mayor repercusión en el ámbito de los Goya, lo que no es poca cosa y eso viene de la cosecha de 2023. Es importante que en la temporada de premios los venezolanos hagan presencia y allí estuvo la delegación de Simón, la delegación de la película de Claudia Pinto (Mientras seas tú), la presencia de los directores de la película Upon Entry y también una película de Patricia Ortega (Mamacruz). Eso fue una buena noticia. También es algo digno de encomio, de reconocimiento, la participación de un actor como Edgar Ramírez en un título resonante como Emilia Pérez y con también la intervención de su colega y su amigo Marcel Rasquin en la entrega de los Globos de Oro. Esa presencia para los venezolanos es simbólica y es importante que se siga haciendo”.
Para la presidenta del Festival de Cine Venezolano, todos los estrenos de 2024 fueron destacados. “Hay películas súper loables, por ejemplo, El salto de los ángeles es una película hecha en el interior del país. Ganó en el festival hace dos años ópera prima porque la película es súper bonita, habla muy bien del país, del amor de los cineastas por el país que quieren contar las historias de su país, independientemente de que se hagan en el interior o que se produzcan en el exterior”.
Los retos del cine venezolano siguen siendo los mismos
El gran reto del cine venezolano, entre muchos otros, es lograr conseguir financiamiento. Las opciones son limitadas y los recursos escasos, lo que muchas veces se ve reflejado en el resultado final de las películas.
“Para mí, como productor, el gran reto siempre va a ser el financiamiento. Venezuela tiene un equipo técnico maravilloso, un grupo de actores maravillosos, un cuerpo de guionistas que funcionan muy bien, tenemos músicos que dan la talla a nivel internacional. El tema es cómo unir todo eso. Creo que Venezuela tiene todo para lograr un cine de altísima calidad porque lo hemos hecho, pero muchas veces nos encontramos con el problema del financiamiento, que es uno de los puntos claves para que volvamos a tener una cinematografía que recorra el mundo y que conecte con los espectadores. El tema económico cuando te enfrentas al estreno de una película es muy importante. Llegas a tener ideas y eventos que quieres realizar que no puedes. El gran reto es volver a ser parte del programa Ibermedia, que creo que se está intentando, porque desde 2015 no hemos podido participar como mayoritarios, como película venezolana mayoritaria, porque no hemos aportado nuestra cuota anual”, dice José Ernesto Martínez.
Aunque Venezuela pertenece al programa Ibermedia, que respalda la formación, desarrollo y coproducción de audiovisuales iberoamericanos desde su fundación en la década de los 90, los cineastas no pueden solicitar apoyo financiero para sus proyectos porque el CNAC no ha pagado su cuota anual desde 2016. Pagar esta anualidad ha sido la promesa de cada presidente del CNAC; sin embargo, hasta la fecha, ninguno lo ha cumplido. Carlos Azpúrua se propuso pagar lo que adeuda el país. En 2022, el cineasta aseguró en una entrevista con El Nacional que había logrado obtener los fondos para realizar el abono. Sin embargo, hasta el momento no se ha logrado pagar la deuda.
Karina Gómez Franco también considera que el reto más grande que enfrentan los cineastas venezolanos es conseguir financiamiento. “Hacer cine siempre es un reto. Olvídate de todo lo demás, es un arte caro y que además, a excepción de gente como Jackson Gutiérrez o Carlos Malavé que ya tienen su sistema, no conozco a alguien que pueda con su dinero financiar sus películas”.
Para Monsalve un reto para 2025 será retomar la normalización en el ciclo de estrenos y certificaciones del cine venezolano. “Después de un año en el que hubo rezago para la entrega de los certificados de muchas películas tras los sucesos de Simón y toda su polémica, creo que viene siendo el momento otra vez de normalizar el ciclo de estreno y de certificaciones que se detuvo por distintos temas políticos. Tenemos una situación que está por encima de todo esto casi siempre, pero la situación política no puede frenar las libertades de expresión de los cineastas, su derecho al trabajo, que es importantísimo, y el tema del desarrollo cultural. Estos son tres elementos que están por encima de todo y son derechos humanos. Mi mensaje es apelar a la conciencia de las autoridades para que de nuevo se retome esa idea que estuvo en la cabeza de todos y que nos dio otra vez ánimo a los creadores”.
Llevar más espectadores a las salas
Uno de los grandes obstáculos que ha enfrentado el gremio para atraer más espectadores a las salas es vencer el prejuicio de que el cine venezolano es malo o que solo aborda temas violentos. Esta percepción, coinciden Martínez y Gómez Franco, ha cambiado con el tiempo.
“Ese cliché de que el cine venezolano era sobre prostitutas, malandros y ladrones ha cambiado muchísimo. De las últimas seis películas que he hecho ninguna ha tocado esos temas, han sido películas históricas, road movies, íntimas, y de todo tipo, pero no se ha tocado temas de violencia. En este momento, cuando ves la cartelera, tampoco hay muchas películas que abordan ese tema. Creo que eso ha cambiado y lo ha hecho positivamente, solo falta que la gente se entere”, considera el productor.
“Es un cuento de los 70 y los 80. Llevamos muchos años en los que el cine venezolano se caracteriza por ser multitemático. Tienes, por ejemplo, Julia tiene sugar, que es una película liviana para gente que va al cine a divertirse, porque no todas las películas son para sufrir ni para ganarse el Oscar. Hay que hacer de todo y hoy en día en el país se hace absolutamente de todo”, asegura la presidenta del Festival de Cine Venezolano.
Gómez Franco también considera que esa percepción ha desaparecido a medida que el cine venezolano ha sido reconocido en grandes festivales internacionales. “Es un prejuicio terrible porque en el país se hace muy buen cine y de toda índole. Películas venezolanas últimamente ganan en festivales importantísimos en el exterior. Lorenzo Vigas ganó Venecia, Mariana Rondón ganó con su última película en Biarritz y estuvo en San Sebastián y una película de Claudia Pinto ganó el Goya”.
Aunque Monsalve considera que este prejuicio aún se mantiene, asegura que una vez que las personas se permiten ver cine venezolano se desprenden de la idea de que es malo y empiezan a descubrir su riqueza. “Notan que es un cine que tiene una singularidad estética, histórica, formal y conceptual que hace que el cine venezolano sea muy rico en temática, en planteamientos, en tramas, en géneros”, afirma el crítico, quien también celebra que la nueva generación de cineastas esté encontrando nuevas formas de hacer películas. “Siento que hay una generación de relevo que está entendiendo cuáles son las narrativas y cuáles son las estéticas que ya no están funcionando y, en tal sentido, están aportando miradas distintas. ¿Que de pronto son reciclajes de cuestiones que ellos ven en el extranjero? No pasa nada, pero ofrecen su versión de visiones vanguardistas, internacionales. Incluso, haciendo revisitaciones propias de fenómenos que llevan tiempo corriendo pero que han hecho que en Venezuela empiece a crecer un enfoque, una tendencia, muy interesante de cineastas jóvenes, sobre todo de cineastas mujeres, que cuentan sus propias historias desde un lugar enunciativo muy distinto al que nosotros venimos trabajando y al que nosotros venimos reconociendo en las salas”.
Para que el cine venezolano logre atraer más espectadores es necesario que el gremio cinematográfico se una y haga una gran campaña para promover la cinematografía nacional. En eso coinciden Gómez, Martínez y Monsalve. “Hay que redoblar los esfuerzos con inversión en realizar otra vez una campaña que apoye el cine venezolano. Hacer una campaña gestada, no por una visión tan burocrática, sino algo hecho por los mismos cineastas. Creo que eso sería mejor que esperar a que venga de nuevo aquella institución anquilosada a proponer unos clips y unos videos que se pasan en los canales del Estado. Eso no lo ve absolutamente nadie y no va a repercutir como el hecho de hacer realmente una encerrona de todos los cineastas para proponer ideas en el sentido de generar unas campañas que sean atractivas hoy en día para hacer que el cine venezolano sea visto de otra forma. Incluso, es necesario empezar a reflexionar en torno a la etiqueta de cine venezolano, que de pronto ya no nos está funcionando como antes. Hay que buscar maneras, formas y creo que se puede hacer”, considera el crítico.
Más allá de un esfuerzo del gremio, Karina Gómez Franco considera que debe ser un esfuerzo de todos, sobre todo de los medios de comunicación. “La información en radio por ejemplo, porque ya no tenemos periódicos y no todo el mundo tiene un celular, no es suficiente. Uno no escucha mucho sobre cine venezolano, sobre las películas en cartelera. Este tipo de promoción necesita un músculo de gente que esté hablando de esto más de una vez al mes”, dice la directora del Festival del Cine Venezolano. Asegura que debe ser una campaña que perdure en el tiempo para que cuando las personas vayan al cine también decidan ver películas venezolanas.
José Ernesto Martínez considera que es necesario trabajar en la promoción del cine venezolano como concepto y no como género. “Hay que conectar, vender otra vez la idea, la experiencia de entrar a una sala a ver cine hecho en Venezuela”.
Además de la promoción, Monsalve considera que para que el cine venezolano pueda mejorar y conquistar más espacios, es necesario que los cineastas tengan la posibilidad de actualizar sus equipos de trabajo. “Muchas veces no somos competitivos porque los cineastas no tenemos los recursos, nos cuesta mucho poder entrar al mercado internacional cuando ni siquiera tenemos las cámaras necesarias para enviar una copia de nuestro material a los grandes contenedores, que son muy exigentes respecto al tipo de formato que se insertan en sus servicios de streaming. Tenemos que actualizarnos en nuestro parque tecnológico y para ello es importante que se abran concursos y que también los cineastas tengan un mejor piso económico. La situación que tenemos en Venezuela hace muy dificultoso que los propios cineastas se puedan actualizar con sus recursos y por eso terminan haciendo las películas con las cámaras que tienen, con los equipos que tienen, que muchas veces ya están pasando aceite y directamente están obsoletos. Creo que es un tema también de revisar industrialmente y tecnológicamente lo que tenemos”.
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