«Es la economía, estúpido».
Frase atribuida a Bill Clinton
Una de las causas fundamentales del espectacular triunfo de Donald Trump en las pasadas elecciones norteamericanas fue la notable preocupación de los votantes por el estado de la economía.
En efecto, durante los 4 años del gobierno de Biden-Harris el PIB creció en una tasa promedio de 3,2%; se crearon además 1 millón de nuevos puestos de trabajo en ese gobierno. La tasa actual de desempleo ronda en 4,1%; por otra parte, 2,4% de inflación en los últimos 12 meses. Y siguiendo con el mercado laboral el desempleo que frisaba el 7% cuando Trump dejó la presidencia, hoy se encuentra en 4,1%, considerado un buen nivel para la economía norteamericana.
¡En el año 2023 el desempleo incluso alcanzó su nivel más bajo en 54 años!
El gasto de los consumidores se incrementó en una tasa anual de 3,7%, el monto más elevado en casi 2 años. Esto significa que, no obstante, el malestar con el costo de la vida la gente continuó comprando. Y además, si bien el endeudamiento de las familias tomó impulso a partir del año 2021, su ritmo de crecimiento se desaceleró este año.
En cuento a la inflación interanual, con las cifras disponibles hasta septiembre, ésta aumentó 2,4% en los últimos 12 meses, muy cerca del nivel óptimo de 2% programado. Para comparar la Unión Europea tiene una inflación anual de 2,1%.
Y en el mismo período, los salarios de los norteamericanos crecieron casi el doble de la inflación al subir 4,6%.
Pero, entonces, ¿cómo explicar el sesgo entre las buenas cifras macroeconómicas y el descontento popular del norteamericano promedio?
No obstante, estas buenas cifras, una mayoría de los norteamericanos está decepcionada y este descontento tiene su fuente en la mayoría de los casos en el aumento de los precios durante los últimos 4 años. Una parte de la explicación proviene del hecho de que la inflación subió cerca de 20% durante el gobierno B-K. Y si bien 2,4% de inflación es un nivel bajo o moderado, los precios siguen estando más caros desde que la terrible pandemia se inició en febrero de 2020.
Apenas 6% de los 400 artículos monitoreados por la Oficina de Estadísticas Laborales está más barato.
El malestar con la economía también ha estado influenciado por el elevado costo del crédito.
Efectivamente, la Reserva Federal comenzó una política de incremento de las tasas de interés (absorción de liquidez monetaria) que ayudó a abatir la inflación, pero desarticuló las finanzas personales. Los norteamericanos acostumbrados a vivir del crédito experimentaron el impacto de esta alza a la hora de pagar sus tarjetas de crédito, adquirir un automóvil o endeudarse en un crédito hipotecario. Muchos se vieron arrinconados entre la inflación y el alza de las tasas de interés, votando finalmente por el cambio.
La crisis producida por la pandemia y la guerra en Ucrania le pasaron la factura política a varios gobiernos que anhelaban la reelección y fracasaron ante un electorado hastiado de los problemas personales que han afectado sus finanzas personales.
“¿Estás mejor ahora o hace 4 años?», les preguntaba Trump a los votantes en la campaña en busca de su voto. Muchos se dieron cuenta que ahora se encuentran peor, digan lo que digan las cifras macroeconómicas. Y han votado por un cambio que se refleje también en los precios que exhiben los supermercados, las estaciones de gasolina o el pago del alquiler.
En nuestra humilde opinión, el gobierno de Donald Trump, el cual ya se instaló el 20 de enero, es un gobierno de corte keynesiano no ¡liberal-libertario! (elevar aranceles para subir la demanda agregada), impedir la inmigración ilegal para evitar desempleo, etc. Un efecto no deseado puede ser la reducción del comercio internacional al golpear las exportaciones chinas y esto a su vez puede afectar a la economía mundial reduciendo el PIB tanto en los países desarrollados como en los no desarrollados. Pero ya no podrá reelegirse Trump y todo dependerá de un nuevo candidato republicano contra un nuevo candidato demócrata.
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