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La lección histórica de la península de Corea

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El que aspire entender a la humanidad este año 2025 puede intentar mirar una realidad que puede hacernos estremecer, se trata de la península de Corea, hoy el escenario de una experiencia histórica sin precedentes, dividida en dos partes irreconciliables, símbolo de caminos opuestos en la búsqueda de consagración de modelos de sociedad propios.

Cualquier estudioso de la historia universal tiene ante sí un ejemplo político del cual puede derivar conclusiones,  hoy en 2025, basta una simple ojeada a la península de Corea para tomar una posición ideológica y política frente al mundo. Lo que antes fue un territorio unido hoy los separa el paralelo 38 en dos partes, dos países que hace tan solo 60 años se encontraban unidos, dos poblaciones que en apenas medio siglo se han ido diferenciando físicamente y se separan en nombre de dos ideologías que muy posiblemente impida alcanzar acuerdos en un futuro próximo.

Las diferencias políticas entre Corea del Sur y Corea del Norte son principalmente el sistema de gobierno, la ideología y el sistema económico. 

  • Corea del Sur es una república democrática presidencialista. El presidente es el jefe de Estado y el primer ministro es el jefe de Gobierno. 
  • Corea del Norte es una dictadura de partido único, basada en la ideología “Juche” (autoconfianza nacional). 
  • Corea del Sur tiene un enfoque que privilegia la educación y la innovación tecnológica.
  • Corea del Norte tiene una cultura estrictamente controlada por el estado, con un fuerte énfasis en la propaganda y la ideología Juche.
  • Corea del Sur conservó el sistema capitalista.
  • Corea del Norte implantó reformas comunistas a gran escala.
  • La sociedad surcoreana es urbana, moderna y altamente conectada, con un enfoque en la educación y la innovación tecnológica.
  • Su sistema político se define como una república democrática presidencialista, donde el presidente es el jefe del gobierno…

El origen de Corea tal como se conoce hoy en día se asocia históricamente con la creación del llamado reino antiguo de ldinastía Joseon, un reino coreano que existió desde 1392 hasta 1897. Fue la última dinastía de Corea y la más larga dinastía confuciana. Fue fundado en torno al año 233 a.C. por la laureada y mítica figura de Dangún. Este Estado, cuya capital se estableció en la actual capital de Corea del Norte, Pyongyang, estaba basado en la cultura del bronce y se organizaba como una federación de pueblos.

 Corea estuvo bajo dominio japonés antes y durante la Segunda Guerra Mundial, se dividió en dos partes tras la rendición japonesa. La Unión Soviética ocupó la zona al norte del paralelo 38 y Estados Unidos la zona al sur hasta 1948. Este es el precedente que permitió el nacimiento de dos nuevos países ideológicamente opuestos: la República de Corea (Corea del Sur) y la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte).

Corea del Norte se ha convertido en uno de los países más pobres y menos desarrollados de la tierra,  tiene una extensión de 120.540 km2 y una población estimada de 25 millones de habitantes, delimita sus fronteras con China, Rusia y Corea del Sur. Su capital es Pyongyang, centro político, económico e histórico del país. En Corea del Norte impera como base de su desarrollo político y social, la ideología Juche, que sustituyó en 1992 al marxismo-leninismo, y que fue desarrollada por el presidente Kim Il Sung. En un muy breve resumen recoge la doctrina de que “las masas populares son los integrantes de la historia social” y además crea un concepto de autarquía que teóricamente permitiría al pueblo coreano desarrollarse por sí mismo, sin influencias exteriores de ningún tipo y confiando en las propias fuerzas.

Corea del Norte es un régimen totalitario dinástico de corte formalmente estalinista, el Estado controla los medios de producción y la distribución de la renta a través de una amplia red de empresas públicas sobre las que no se dispone de datos, su economía planificada es similar a la soviética mientras que las relaciones económicas con el extranjero son mínimas, signos de la imposición de un régimen autárquico.

El sistema político de Corea del Sur se define como una república democrática presidencialista, donde el Presidente es el jefe del Estado,  se rige por un sistema liberal pluripartidista de democracia representativa o «figurativa». A su vez, el primer ministro de Corea del Sur es el jefe de Gobierno. El poder legislativo lo ejercen el gobierno y la Asamblea Nacional (Gukhoe) mientras que el poder judicial, que es independiente, lo ejercen la Corte Suprema y para apelaciones, la Corte Constitucional.

 La economía surcoreana ha crecido rápidamente desde la década de 1950. Hoy en día, es la 14ª economía más grande (por PIB PPA) del mundo8​ y está clasificado como país desarrollado por la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). ​ También se encuentra entre los países más avanzados tecnológicamente y mejor comunicados; es el tercer país con mayor número de usuarios de Internet de banda ancha entre los países de la OCDE, y es también uno de los líderes globales en producción de aparatos electrónicos, dispositivos semiconductores y teléfonos móviles. Cuenta con una de las infraestructuras más avanzadas en el mundo​ y es líder mundial en la industria de la construcción naval, encabezada por compañías prominentes como Hyundai Heavy Industries

Este país ha evolucionado en un corto periodo hasta llegar a colocarse entre las mayores   economías del mundo gracias a una transición democrática envidiable  que hoy sirve de ejemplo para muchos otros Estados en proceso de democratización.

El presidente de Corea del Sur se elige por sufragio universal, para un mandato único de cinco años, sin posibilidad de ser renovado. Además de dirigir el país, es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la República de Corea y cuenta con poder ejecutivo. Su finalidad consiste en hacer cumplir las leyes aprobadas por el poder legislativo, así como planear y ejecutar el programa de gobierno y dirigir la administración pública a tal fin. Se constata la plena independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

La península de Corea en sus dos países constituye el mejor ejemplo para los latinoamericanos ante la disyuntiva de escoger un modelo el cual seguir, entre la concentrada,  centralizada Corea del Norte y la libertad y expansión de Corea del Sur con sus magníficos índices de calidad de vida.

Conocer la realidad de las dos Coreas muestra sin duda alguna como instituciones políticas con voluntad integradora que apoyan a instituciones económicas con carácter inclusivo resultan claves para lograr una prosperidad sostenida. Basta solo mirar el mapa nocturno de la península para acercarse a una realidad innegable. Mientras Seúl es una ciudad moderna e iluminada, en Corea del Norte la única luz que brilla es la que corresponde a la morada del dictador.

Según Gary Becker, los países escapan de la pobreza cuando tienen instituciones económicas apropiadas especialmente en lo referente a competencia y propiedad privada con instituciones políticas plurales y abiertas. Observar la realidad contrastante de las dos Coreas debería servirnos en nuestros países donde aún subsisten las prédicas colectivistas y socialistas, el reto es entender que se trata solo de emprender una camino donde el norte sea incluir a la gente y no someter a la población a ideologías que en ningún país del mundo han podido conducir a los pueblos que dominan a una mejor manera de vivir con paz y libertad.

Daron Acemoglu y James Robinson, en su importante libro ¿Por qué fracasan los países?,  afirman: “A finales de los años noventa , en solamente medio siglo, el desarrollo de Corea del Sur y el estancamiento de Corea del Norte condujeron a una brecha que se multiplicó por diez las dos mitades de aquel país  que estuvo unido en el pasado. Imaginemos qué diferencia puede llegar a haber después de doscientos años . El desastre económico de Corea del Norte , que condujo a la muerte por inanición de millones de personas , frente al éxito económico de Corea del Sur, resulta increíble ni la cultura, ni la geografía, ni la ignorancia pueden explicar los caminos divergentes que tomaron Corea del Norte y Corea del Sur. Para alcanzar una respuesta debemos analizar las instituciones”.

Es la pregunta candente que enfrentamos cada día en nuestros países: ¿cuál es el objetivo, las ideas que mueven nuestras instituciones? Pareciera que su principal interés es establecer límites, prohibir, imponer ideas y proyectos que la historia del mundo demuestra como incapaces de generar bienestar, es el ejemplo de las dos Coreas.

No está demás repetir por su efecto pedagógico el concepto de instituciones de Douglas North, quien afirmó: “Las instituciones son reglas formales e informales en una sociedad; ideadas por el hombre para facilitar la interacción y el intercambio entre individuos, ya sea a nivel político, social o económico. Las reglas formales son, por ejemplo: leyes, normas, ordenanzas; mientras que las reglas informales se refieren a la cultura, las tradiciones”.

Ver, conocer y analizar la realidad de la península de Corea resulta sumamente útil para acercarnos a posiciones que propicien un futuro mejor para nuestra juventud. 

En Corea del Sur las nuevas generaciones reciben una buena educación, tienen incentivos para esforzarse y esa es la clave del éxito de ese pedazo de la península de Corea.

Si las instituciones son creadas por la gente, por los ciudadanos que deciden, debemos mirar con seriedad el ejemplo de la península de Corea y sacar la lección que corresponde. Está frente a nuestras narices, no es una verdad oculta si queremos decidir por un presente y un futuro que valga la pena vivir. Es tiempo de preguntarnos: ¿queremos seguir siendo pobres, tener como mejor alternativa la diáspora, debilitar nuestro sistema educativo y terminar pensando que somos irremediablemente víctimas o por el contrario nos atrevemos a aprender la gran lección histórica de las dos Coreas?

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