Las circunstancias en Venezuela son tan complejas, y en muchos casos psicológicamente estresantes, que mejor aprovecho este espacio para hablar de temas más relajantes. Hoy hablaremos de la exitosa saga cinematográfica de Star Wars. Una historia creada por la genial mente de George Lucas y que ha sido sumamente influyente en el género de la ciencia ficción.
Está historia desarrollada en una galaxia muy lejana, nos habla de una sociedad diversa, dónde conviven muchos grupos de distintos orígenes étnicos y culturales, que viven pacíficamente bajo un gobierno democrático y parlamentario: La República. Sin embargo, un ambicioso y gris político llamado Palpatine, tejió una telaraña de mentiras y engaños para justificar su ascenso al poder y la caída de la República.
Palpatine, al saberse incompetente para competir por el poder de forma civilizada, usando los canales institucionales propios de la democracia, se propuso a utilizar la manipulación como herramienta, primero, Palpatine pintó con su discurso un cuadro sombrío de la República, destacando la burocracia, la corrupción y lentitud para responder a las crisis. Argumentó que la democracia era un sistema débil y que la galaxia necesitaba un liderazgo fuerte y decidido para garantizar la paz y la prosperidad, una alianza cívico-militar pues, pero con clones, una milicia hecha a su medida, obediente a él más que a las instituciones democráticas.
Usó la acción de algunos insurgentes insignificantes, los separatistas, para sus fines propagandísticos. Palpatine los culpó de todos los males de la galaxia y convenció al parlamento de que solo un líder con poderes extraordinarios podría derrotarlos. Acusó a los Jedi, la única oposición política a sus planes dictatoriales, de ser arrogantes y corruptos, sugiriendo que habían perdido su camino y se habían convertido en una amenaza para la libertad cuando precisamente habían sido, hasta entonces, unas autoridades republicanas muy competentes. Esto sembró la desconfianza en la Orden Jedi y facilitó su eliminación.
En resumen, Palpatine utilizó el miedo, la manipulación y la propaganda para convencer a la galaxia de que necesitaba un dictador. Sus verdaderas intenciones eran muy distintas: buscaba el poder absoluto, la dominación de la Fuerza y la aniquilación de sus enemigos. Estas justificaciones eran siempre falsas y manipuladoras. Palpatine era un maestro del engaño y utilizó todas las herramientas a su alcance para conseguir sus objetivos.
El resultado fue un régimen militar, el imperio galáctico, cuyos efectivos, enmascarados y uniformados como Robocop con un color distintivo, se hicieron omnipresentes y en todas partes imponían su autoridad. Los pocos Jedi sobrevivientes fueron condenados a sufrir persecución y exilio en los confines del universo. En la saga de Star Wars, hay un personaje sin duda llamativo y fascinante: Anakin Skywalker. En principio, fue considerado un salvador, alguien que podría conducir al equilibrio y la paz, pero fue seducido por Palpatine y el lado oscuro. Se convirtió en una herramienta para el terror y la represión del imperio galáctico.
Anakin, luego Darth Vader, cayó en la manipulación de Palpatine por una falla muy humana: dejarse conducir por el miedo, la ira y el odio. La manipulación de Palpatine no hubiera prosperado de haberse encontrado una sociedad más tolerante y abierta, sin embargo, al encontrarse personas cuyo contexto democrático les generaba estrés y ansiedad, al encontrarse Palpatine a muchos Anakin en el camino, llenos de miedos, resentimientos y rabias, le fue fácil destruir la democracia desde adentro y juramentarse como Emperador en el parlamento y en medio de felicitaciones y expresiones de alegría. “Así termina la democracia”, se le oyó decir a una parlamentaria, “en medio de un gran aplauso”. De eso trata Star Wars, los invito a verla.
[email protected] / @rockypolitica
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