En 1982 apareció en las pantallas la película Desaparecido (Missing, del director Costa-Gavras) que cuenta la historia de la desaparición y ejecución en Chile del periodista Charlie Horman, con actuaciones extraordinarias del gran actor Jack Lemmon y de la estupenda Sissy Spacek. El golpe militar en Chile contra Salvador Allende, nueve años antes, es una fecha referencial en América Latina y que sigue siendo a la distancia de medio siglo un episodio tan polémico como cruel. Todo aspirante a izquierdista, o ya en pleno ejercicio de esa condición, debió ver ese relato cinematográfico que exponía la crudeza del régimen militar de Augusto Pinochet.
¿La habrá visto el fiscal en aquellos tiempos en que era un asiduo visitante de las redacciones de periódicos, en las que se presentaba como un acérrimo defensor de los derechos humanos? ¿La vio también en su juventud el presidente de la Asamblea Nacional que tuvo la desgracia de vivir y padecer un drama terrible y similar en su ámbito familiar? Y, una pregunta más si las respuestas son afirmativas, ¿estarían dispuestos estos altos funcionarios del régimen a ver Desaparecido de nuevo? ¿En una sala a oscuras, ellos solos frente a esa historia? Uno, el hombre encargado de proteger a las víctimas y testigos de hechos punibles; el otro, la primera voz de la casa donde se hacen las leyes.
Desaparecido es la figura más común de la represión ejercida desde el Estado venezolano que defienden el fiscal y el jefe del parlamento. Desaparecido está Carlos Correa, señor fiscal y señor presidente de la Asamblea Nacional. ¿De qué se la acusa? Nadie sabe, porque nadie se responsabiliza de su desaparición. Como el Chile de Pinochet, señores fiscal y presidente de la Asamblea Nacional. Carlos Correa es un defensor de todos los días de la libertad de expresión. No se oculta, actúa en la esfera pública, informa de lo que estudia, examina y sabe, es una figura reconocida dentro y fuera de Venezuela. Merece respeto por su sola condición de ciudadano y, aún más, por su labor permanente en defensa del artículo 58 constitucional que reza que “La comunicación es libre y plural”.
Carlos Correa es el director de la organización no gubernamental Espacio Público y docente e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, una institución de prestigio y de rotundo apego a la vida democrática, que ha abogado por la moderación y el diálogo. Por la libertad de Carlos Correa, por el respeto a su vida, se han expresado decenas de organizaciones defensoras de derechos humanos, a pesar de que Diosdado Cabello lo niegue. También Reporteros sin Fronteras y el superior general de la Orden de los Jesuitas, el sacerdote venezolano Arturo Sosa. “Me uno a su esposa Mabel (Mabel Calderín) y a tantas voces que piden a gritos su liberación, información sobre su paradero y atención a su delicado estado de salud”, escribió Sosa, quien fue también jefe provincial de los jesuitas en Venezuela.
La figura de desaparecido también se empleó contra Enrique Márquez, ex candidato presidencial en las elecciones del 28J y exrector del Consejo Nacional Electoral, quien ha desplegado una intensa labor pública y notoria en defensa de la pulcritud de las votaciones presidenciales ante el propio Tribunal Supremo de Justicia, en reconocimiento de la institucionalidad, aún muy precaria, de los organismos previstos en la Constitución para la aplicación de justicia. También fue desaparecido Rafael Tudares, por su sola condición de yerno de Edmundo González Urrutia, el presidente electo por los venezolanos.
Usar como práctica diaria la desaparición de personas solo pretende infundir temor. Hacer saber que cualquiera que proteste, o que esté cerca de una protesta, o que por cualquier razón se le vincule con alguien que se opone al régimen, pasará horas, días o el tiempo que consideren necesario en la sombra, sin que nadie sepa de él o de ella, sin que nadie pueda saber a qué tipo de trato, por lo general degradante, será sometido.
Es una hora triste, muy triste, de la vida nacional. Contra esa tristeza, ese agravio permanente, contra la indolencia, hay que seguir luchando. Todas las horas.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional