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Con Maduro en el poder, el chantaje del petróleo amenaza al continente ante la escasez global inminente

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El ascenso de Nicolás Maduro como dictador absoluto de Venezuela no solo representa una tragedia nacional, sino también una amenaza estratégica para todo el hemisferio. Maduro no solo busca consolidar su poder interno, sino también exportar su modelo autoritario a otros países de la región, utilizando el petróleo como un arma de chantaje y desestabilización.

Desenmascarando a Maduro: golpe de Estado y control militar 

Los venezolanos hemos trabajado intensamente para desenmascarar a Nicolás Maduro. Sus elecciones fraudulentas, en las que se autoproclamó vencedor, derivaron en un golpe de Estado el 28 de julio que fue continuado, y culminó el 10 de enero con su juramentación ilegítima ante la Asamblea Nacional.

Lo que hemos logrado como venezolanos es desarmar una de las principales herramientas que Maduro utilizaba para actuar con impunidad: su supuesta legitimidad como gobernante. Durante años, él se presentó ante el mundo con una fachada de legalidad dudosa, lo que le permitía mantenerse dentro de una esfera de tolerancia internacional, de ese modo lograba hacer sus negocios. En ese contexto, fabricaba mentiras sobre la oposición, haciendo creer que en Venezuela existía una democracia con una oposición «peligrosa o irresponsable».

La realidad era muy distinta. Mientras los procesos electorales se mantenían marcados por irregularidades y dudas, era difícil demostrar la verdad. Sin embargo, todo cambió el 28 de julio, cuando la ventaja de la oposición en las elecciones fue tan contundente que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ni siquiera pudo presentar pruebas del supuesto triunfo de Maduro.

La oposición ha hecho un esfuerzo consciente para exponer la verdad. Se ha logrado desenmascarar al régimen de Maduro a nivel internacional, dejándolo claramente identificado como un golpista. Esta denuncia le va a crear serias dificultades para su régimen, y limitará sus relaciones con el mundo.

Se trata de que Venezuela es una dictadura formal y su régimen ha sido denunciado como un golpe de Estado. Todos los países que establezcan relaciones comerciales con Maduro deberán reconocer esta denuncia, asumiendo las implicaciones legales y los riesgos de hacer negocios con un estado forajido, que es el estatus actual de Venezuela. Cualquier tipo de acuerdo, incluidos tratados y negociaciones comerciales entre empresas, podría ser sujeto de revisión y no ser reconocido por una futura administración surgida de una restauración democrática. Los vínculos con este régimen podrían acarrear consecuencias políticas y legales debido a su naturaleza dictatorial.

A pesar de esto, muchos países, especialmente democracias que dependen del petróleo venezolano, intentan ignorar este problema. Algunos incluso argumentan que los venezolanos no queremos defender nuestra democracia, cuando la verdad es que hemos luchado y seguimos luchando. 

Observen bien, ya los venezolanos hemos logrado identificar legalmente a Maduro como un golpista, pero el siguiente paso es aún más complejo: enfrentar su control absoluto sobre las fuerzas armadas y su posición como el tercer ejército más poderoso del continente, detrás de Estados Unidos y Canadá.

Además, debemos alertar al mundo sobre las intenciones de Maduro. No solo impone su dictadura en Venezuela, sino que busca exportarla a otros países del continente, utilizando el petróleo como arma geopolítica. Su régimen cuenta con un aparato militar apoyado por China y Rusia, lo que ha convertido a Venezuela en una potencial amenaza militar regional.

Es esencial que los venezolanos enfoquemos nuestros esfuerzos en exponer esta nueva realidad y en destacar que nuestra lucha ya no se limita al ámbito electoral. El mundo debe entender que Maduro no solo oprime a su propio pueblo, sino que aspira a expandir su modelo autoritario más allá de nuestras fronteras.

El petróleo como arma 

En un contexto global donde las reservas de petróleo ligero están disminuyendo rápidamente, el petróleo pesado y extrapesado de Venezuela cobra una importancia crucial. Con una demanda creciente y un futuro de escasez en menos de una década, Maduro planea capitalizar esta situación para ejercer presión política y económica sobre los países del continente. Esta estrategia, alineada con intereses externos como los de Rusia y China, tiene el potencial de cambiar el equilibrio de poder en la región, sometiendo a naciones enteras bajo su órbita.

Golpe de Estado

Con el golpe de Estado consumado por Nicolás Maduro, quien ahora controla completamente a Venezuela, se ha quitado la máscara por completo y se presenta como una feroz dictadura. Además, ha revelado su proyecto de dominación regional y continental. Su plan incluye influir en la política norteamericana desde Canadá, Estados Unidos y México, extendiéndose por todos los países de Centroamérica, hasta someter a naciones como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil, entre otros, bajo su órbita. Maduro busca convertir el petróleo venezolano en un arma de desestabilización hemisférica, alineado con la dictadura cubana.

Cómo Maduro planea capitalizar la crisis del petróleo para redefinir el poder regional

Actualmente, las reservas globales de petróleo ligero están en declive, con menos de 600.000 millones de barriles disponibles y un consumo diario de 100 millones de barriles. Esta situación proyecta una crisis de precios en menos de una década, encareciendo los combustibles y generando un alto costo político. A medida que este recurso se agote, el mundo dependerá progresivamente del petróleo mediano y pesado, y finalmente del petróleo extrapesado, donde países como Venezuela y Canadá concentran las mayores reservas.

Venezuela posee aproximadamente 300.000 millones de barriles de petróleo extrapesado, que actualmente no se consumen de manera masiva debido a los altos costos de procesamiento, que oscilan entre $20 y $50 por barril, dependiendo de la ubicación y la infraestructura. Además, este tipo de crudo requiere un procesamiento adicional conocido como «mejoramiento», lo que incrementa los costos en $10 a $30 por barril, haciéndolo menos competitivo frente al petróleo ligero, cuyo costo de producción es significativamente más bajo.

Por ejemplo, en países como Arabia Saudita o Estados Unidos, el costo de extracción del petróleo ligero oscila entre $5 y $20 por barril, lo que lo hace más rentable y atractivo. Una de sus ventajas principales es que requiere menos procesamiento para convertirse en productos comerciales, como gasolina y diésel.

Sin embargo, el petróleo ligero y mediano será el primero en agotarse, ya que es el más consumido actualmente. A medida que estas reservas se reduzcan, el petróleo pesado y extrapesado se convertirá en una fuente energética clave para satisfacer la demanda global.

Se estima que, en menos de dos décadas, las reservas ligeras y medianas estarán prácticamente agotadas, obligando al mercado global a adquirir masivamente petróleo pesado y extrapesado. Este cambio marcará un hito en la geopolítica energética, ya que países como Venezuela, con sus vastas reservas, jugarán un papel estratégico en el suministro de energía a nivel mundial.

Maduro y la dependencia energética mundial

Aunque el mundo busca migrar hacia la electrificación vehicular, la transición completa podría tardar más de 30 años. Hasta entonces, el petróleo seguirá siendo esencial. Maduro o sus sucesores –con la posibilidad de una sucesión hereditaria al estilo monárquico, como su hijo– controlarán una fuente energética vital. Con el respaldo de Rusia y China, el régimen de Maduro coadministra estos recursos, introduciendo la influencia de estos países en el hemisferio. Maduro ya utiliza el petróleo como herramienta política, como se evidencia en sus acuerdos con pequeñas islas del Caribe subordinadas a sus intereses. Ahora, imagine el impacto sobre el resto de los países de la región.

El armamentismo de Maduro y el riesgo regional

Para mantenerse en el poder y disuadir intervenciones externas, Maduro ha consolidado a Venezuela como una potencia militar regional con armamento avanzado proporcionado por Rusia, que incluye:

  • Aviones Sukhoi Su-30.
  • Sistemas de misiles S-300 con capacidad intercontinental.
  • Helicópteros Mil Mi-35 y tanques T-72.
  • Lanzacohetes de mediano alcance como los Smerch.

Este arsenal no solo intimida a los venezolanos, sino también a sus vecinos y al hemisferio occidental.

El papel de la comunidad internacional

Los venezolanos hemos hecho nuestra parte. Derrotamos a Maduro en las urnas y expusimos su dictadura, pero a un costo altísimo: miles de detenidos, cientos de desaparecidos, cientos de asesinados y miles de torturados. Maduro ha recurrido a la fuerza militar para someter a su propio pueblo. Todos los días se publican videos en redes sociales mostrando su armamento intimidando a la población.

Ahora corresponde a la comunidad internacional actuar. Esto no se resolverá con elecciones que Maduro manipula, cuyos resultados siempre se traducen en más víctimas y represión. La solución requiere un cambio estratégico y, probablemente, el uso de fuerza militar para liberar a Venezuela de su régimen de terror.

Implicaciones globales

El golpe de Estado en Venezuela no es un problema interno, sino una amenaza continental. Maduro ha transformado el equilibrio de poder en términos militares, dejando a los venezolanos sin capacidad para enfrentarlo por la fuerza. Mientras tanto, la comunidad internacional debe decidir si actuará para restaurar la democracia y evitar convertirse, en el futuro, en víctimas de consecuencias lamentables para sus propios destinos políticos y libertades.

Este desafío no solo afecta a Venezuela, sino a todo el hemisferio democrático.

 

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