Cuando un vocero de otro país dice que lo que ocurre en Venezuela es asunto de los venezolanos y que otros gobiernos no deben entrometerse porque solo los venezolanos tienen derecho a forjar, mantener, cambiar a sus propias autoridades, ese vocero olvida que los venezolanos han sido violentados por oficiosas oficiales pandillas cuchilleras que impiden su libre actuación cívica.
Cualquier vocero que diga lo mismo puede estar indirectamente azuzando para que la población se arme, lo que en esta época no es realista imaginarlo, particularmente con relación a la Venezuela de hoy, totalmente alejada de bizarros actos patrioteros.
Pero lo grave es que de esa manera del vocero no se presiona para que otros países procedan contra un gobierno atracador. Además, esa posición conduce a que alguien que sigue el obsoleto consejo mexicano se hace cómplice ipso facto.
Esto es lo que desafortunadamente hacen los mexicanos que indirectamente, queriendo o no, se lavan las manos ante la llegada de un gobierno masacrador en otro país, asumiendo que el suyo no lo es.
Pero un mexicano al menos se respalda en una base pensante, aunque pasada de usanza y superada conceptualmente, mientras el lelo y el potro no cavilan porque su mollera no les da para tanto.
Soy de los que espera un próximo año venezolano que no se parece a los 25 pasados y que lo vamos a lograr con ayuda indispensable de Estados Unidos, la Unión Europea y países gobernados por demócratas latinoamericanos y de otros continentes.
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