EFE
La buena nueva que nos hereda el 2025 es el fin del desbaratado y enclenque castro socialismo en Iberoamérica, el esperpento marxista socialista del siglo XXI, peste cíclica que cae a pedazos por sí mismo en un principio y por las rebeliones cívicas de pueblos enteros hastiados de tanta barbarie, disparates administrativos y represiones en cadena.
En este sentido el chileno José Antonio Kast, posible competidor en las próximas presidenciales habla ya de crear una “identidad” de la centroderecha, lo que define una nueva agenda política partidaria capaz de atraer la imaginación y la confianza popular ante la miseria social de las izquierdas en general y los filtros vivientes del comunismo y sus solapados y fracasados arraigos.
Kast, quien compitió por la derecha electoralmente con el actual presidente socialista Gabriel Boric siendo derrotado por éste, ha lanzado un portentoso reto con sus palabras, no sólo para Chile -ese bello país de poetas y serenas remembranzas pastoriles y urbanas-, aún infectado por el virus populista marxista, de unidad y definición de las fuerzas democráticas anticomunistas.
Junto con esta necesaria unidad, está claro del contundente axioma de que para salir de nuestra pobreza regional sólo queda un camino, el de aplicar políticas liberales conservadoras clásicas, de apoyo a la Ley y el Orden junto a las de Libre Mercado, por eso está siendo pragmático y objetivo al recordar que las pasadas elecciones del 2021 fueron entre la libertad y el comunismo, así como entre la democracia y el comunismo. Y hacia esa batalla cultural debemos enfrentarnos con los propios pies del presente.
Para el líder del Partido Republicano chileno, es evidente que para avanzar en la toma del poder y realizar cambios trascendentales en beneficio poblacional, es importante la unidad siempre y cuando esta sea acompañada de una clara identidad ideológica, política y económica, con la cual se podrá llegar a ganar el gobierno y el Parlamento, lo que se podría lograr incluso sin reformas políticas. (Según él, el caso de Argentina con Milei es el mejor ejemplo, al tener apoyo ciudadano para poder gobernar, sin un respaldo parlamentario pleno).
“El desafío es ganar el gobierno y el Parlamento. Ganar al adversario, aquellos que han destruido nuestra patria, están hoy día gobernando Chile. Nosotros creemos que es fundamental que salgan del gobierno. Pero también es esencial tener un voto más en la Cámara de Diputados”, sostuvo en declaraciones al periódico El Mercurio.
Cuando la derecha en nuestros países llegue a ese consenso, entonces se cerrarán para siempre las compuertas del totalitarismo y se abrirá un abanico amplio de perspectivas políticas públicas sanas, que dignifiquen no sólo a la política ni al político, sino que le devuelvan la dignidad humana al hombre común, al de la calle, al de a pie y al ciudadano en general, independientemente de su origen de clase, educación, raza o posición ideológica, lo que la izquierda ni el comunismo jamás han logrado ni lograrán.
El fin de esta macabra película estatista, estalinista y dominante se acerca. Esta vez no hay escapatoria y lo vemos a diario en las arbitrarias actuaciones, en sus desesperadas insolencias, en sus nervios traumáticos (caso Nicolás Maduro) y en sus administraciones marcadas por la soberbia y la ineficacia por parte de los cabecillas del socialismo del siglo XXI.
Nada es eterno en el mundo, ellos lo saben; nosotros también. Jose Antonio Kast pone el dedo en la llaga.
El autor es escritor y periodista nicaragüense exiliado en Miami. Columnista Internacional y Vocero en el Exterior del Partido Liberal Independiente (PLI HISTÓRICO).
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