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Docentes no celebrarán Navidad con alegría 

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Por equipo editorial
El madurismo nuevamente ha venido con sus acostumbradas peroratas de «adelanto de Navidad» o «mensajes de paz» con amor en un contexto en el que  solo existe más engaño hacia el gremio docente, al cual la crisis económica ha impactado con máxima profundidad, en virtud de que el salario promedio de los educadores venezolanos apenas si llega a los 10 dólares al mes.
Ante esta dolorosa realidad son numerosos los llamados de sindicatos y grupos del magisterio, pero la realidad está centrada en un régimen que ignora tales voces, y peor, arremete contra ellos encarcelando a unos y a los que son echados del Ministerio de Educación el «flamante ministro» les desconoce tanto los años de servicio hasta los míseros «ingresos», los cuales suspende de manera arbitraria, porque los procedimientos administrativos establecidos de la Ley Orgánica de Educación quedaron convertidos en «polvo cósmico».
Los educadores han tenido que enfrentar una realidad social con tantas dificultades que sería mentira y hasta obsceno afirmar que tendrán una «navidades felices» como lo asegura la propaganda madurista. Hoy, los docentes que no han abandonado sus puestos de trabajo por la inexistente condición salarial, lo hacen en un constante «rebusque» debido a sus limitadas capacidades económicas y que en definitiva los ha colocado en un nivel de exclusión y discriminación social que afecta con máximo nivel al gremio de jubilados, muchos de ellos sin más posibilidades de ingresos que los 130 bolívares que reciben de «pensión».
La educación ha  sido convertida en el basurero de la historia del madurismo. Para ellos, los maduristas, ser docente es tener una cualidad de individuo indeseable para sus objetivos políticos porque ser «educado» sería sinónimo de llegar a ser de «clase media» y convertirse en «escuálido», como lo ha asegurado públicamente quien ejecuta las veces de «ministro» de tan importante área. Es decir, si alguien desprecia el sistema educativo es Héctor Rodríguez.
Los docentes no tendrán una Navidad que tenga sentimientos de amor, felicidad y alegría este 2024, porque el madurismo se ha encargado en la última década en destruirla en todos sus espacios y niveles: primaria, bachillerato y universitaria. En tal contexto, hablar de cosas tan comunes para la Navidad como hallacas, ensalada de gallina o pan de jamón se hace cuesta arriba para la mayoría de los educadores venezolanos, incluso algunos detrás de las rejas como presos políticos o viendo a sus seres queridos en tales condiciones.

Los docentes no celebraremos esta Navidad con alegría. Solo continuaremos con la esperanza de que 2025 marque el inicio de un camino hacia una Venezuela distinto en todos los sentidos de nuestras vidas, y por nuestros hijos y nietos, y un tiempo que permita generar un cambio profundo no solo de la educación, sino de nuestra institucionalidad, y por supuesto, que sea el renacimiento de la historia que ha sido llevada hasta la más cruel e ignominiosa época desde nuestra independencia.

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