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Universidad Nacional de Asuntos Fronterizos (III)

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En cada una de las presentaciones que hemos hecho –hasta ahora— de la Visión y Misión, de una Universidad Nacional exclusivamente para estudiar asuntos fronterizos, nos conseguimos con aportes de ideas extraordinarias.

Bastantes profesionales de distintas disciplinas se muestran solidarios y lo manifiestan, según sus expresiones, por el carácter innovador de las estrategias metodológicas que contendrá y desarrollará esta institución para alcanzar los objetivos de aprendizajes.

Al revisar por muchas vías, no hemos conseguido ninguna entidad educativa similar en otro país.

En el presente momento, estamos en la etapa de elaboración del pertinente estudio de factibilidad académico-administrativo que conlleva la incorporación y análisis de los detalles más precisos – aún perfectibles, permeables a observaciones– los cuales serán examinados, en su debida oportunidad, por las autoridades del Consejo Nacional de Universidades (CNU), con la finalidad de recibir su aprobación de funcionamiento.

Reconocemos (y lamentamos) que algunas de nuestras universidades se nos han quedado esclerosadas académicamente. Con seguridad se irán incorporando a los actuales desafíos.

También percibimos a unas pocas que pareciera que en lo inmediato no tienen la menor posibilidad de cambiar su desgastado esquema de enseñanza-aprendizaje, marcado por un ritmo tradicionalista; porque no demuestran la mínima intención de salir o apartarse.

Frente a la descripción anterior, asumamos una actitud autocrítica. Empecemos por reconocer que estamos obligados a salir de este atolladero.

Hemos escuchado a mucha gente en la universidad tradicional exponer que la solución, en lo inmediato, es nombrar una comisión de “reforma universitaria”. Imaginamos que será para colocarle una especie de cosmética a los puntos y casos más problemáticos y sensibles: a los métodos, horarios, a las mallas curriculares, planes de estudios, contenidos programáticos, tipos de evaluación, perfiles ocupacionales, exigencias profesorales, etc.

Estamos convencidos por experiencia propia –y no tenemos limitación en decirlo– de que lo que se trata es de transformar, que es adentrarnos mucho más allá de las reformas.

Ha sido el propio carácter crítico, que la universidad genera y propicia, lo que nos motiva a repensarla, sin descanso; a debatir lo que ha venido siendo y cómo debería ser. 

Nuestra posibilidad de transformación apunta en el sentido de resensibilizarla, desde adentro, para que se desplieguen otros modos de aprendizajes horizontalizados y de compartir experiencias entre cursantes y docentes. Desanudar estructuras que se volvieron infuncionales y que ya no responden a los momentos presentes. 

No es poca cosa. Lo sabemos. Hay demasiados asuntos álgidos a lo interno, que respaldan los conservadurismos o por lo menos “reman en dirección contraria” en estos trayectos de transformaciones aceleradas.

En el tramo epocal contemporáneo han aflorado muchas opciones tecnológicas que llevan un ritmo más rápido para alcanzar y construir conocimientos, que superan los rituales envejecidos de enseñanzas, y a los desactualizados contenidos de las matrices curriculares de nuestras universidades. Lo asumimos a consciencia.

Acaso no sabemos que se han puesto en práctica instrumentos y metodologías de innovación y creativas para adquirir y ensanchar conocimientos que corren y fluyen paralelas a las universidades. 

¿Por qué no incorporar tales instrumentos y metodologías como elementos naturales y legítimos en los procesos universitarios?

Comporta –ciertamente– un interesante desafío, aunque produzca vértigos.

Elogiamos que pocas y muy reconocidas universidades sigan siendo exquisitos espacios societal donde se crean, re-crean, preservan, difunden y legitiman los conocimientos; en permanente ebullición de ideas. Se distinguen por su naturaleza y su esencia.

En esta oportunidad, me permito proponer a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades (CNU), la creación académica-administrativa de una universidad, cuyos componentes curriculares exclusivamente estriben en los asuntos fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo.

Aspiramos a que a través de estrategias metodológicas andragógicas, apoyadas en seminarios se haga posible desarrollar análisis, discernimientos, oportunas conferencias magistrales; visitas a los sitios de estudios, exposiciones e indagaciones documentales de demarcaciones nacionales. Aprehender las realidades de las áreas concernidas. Establecer, claramente, la diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar múltiples ejes temáticos, entre otros: las reclamaciones vigentes entre Estados que integran la comunidad internacional. Los medios violentos y pacíficos de solución de los conflictos. El Estatuto y – obviamente- la jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. En fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental y de aprendizaje horizontalizado. Todos aprendemos de todos.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones e implicaciones. Valga decir, la conformación y nuestra herencia histórica; pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios y registros cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica en general que habitan nuestra poligonal fronteriza. Los procesos productivos agroindustriales y energéticos factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. Son bastantes aristas a estudiar y problematizar, en su justa medida, en cuatro años aproximadamente. Un eje temático mensual ( cuarenta en total)

Aspiramos a que, una vez que se hayan cumplido con los respectivos planes, programas y sus contenidos, egrese un profesional densamente formado, con un extraordinario perfil ocupacional en los asuntos fronterizos de Venezuela y del resto del mundo; con posibilidad de desempeñarse en la Cancillería, en las embajadas y consulados , entidades federales (sobre todo las fronterizas), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías, en otros países, entre muchas opciones laborales.

Al consolidarse esta propuesta –encontrándose ahora en fase de proyecto– ofrecerá ilimitadas posibilidades para que dicten cátedras (en condición de problematizadores) en esta casa de Estudios Universitarios: juristas, historiadores, cartógrafos, internacionalistas, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, oficiales de los distintos componentes de nuestra Fuerza Armada Bolivariana, especialmente de la Marina.

La integralidad del estudio y desarrollo de nuestros espacios fronterizos –y los de otras naciones– debe considerarse de manera cabal; y –obviamente– despertar el interés nacional para que se fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes estructuran y ejecutan políticas públicas, a nombre del Estado venezolano.

 

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