El pasado 10 de diciembre Javier Milei, presidente de la República Argentina, cumplió el primer año de su mandato de cuatro. No le ha sido fácil transitar el tramo finalizado, el cual anunció el progreso de algunos de los objetivos más inmediatos que se había propuesto: a) liquidar el déficit fiscal, b) dominar (no terminar) la inflación, c) restablecer el orden público.
La oposición, peronismo kirchnerista (o K como se conoce allá), y la no K equivalente a peronismo no kirchnerista, apoyados por sectores menores, por su parte denuncian la existencia de una recesión producida justamente por las medidas aplicadas cuya consecuencia, según ellos, es la disminución de la actividad económica y por tanto del empleo con el consecuente aumento de la pobreza.
En el frente internacional el argentino ha conseguido destacarse como nueva estrella de gran aceptación en el escenario de la derecha mundial y logrado acercamiento personal con los referentes de dicha tendencia (Trump, Musk, Meloni, Bukele, etc.) lo cual pudiera, junto con estabilidad política y seguridad jurídica, atraer capitales extranjeros que contribuyan al arranque del periodo de expansión que se anuncia como ya próximo.
Hoy, tal como el mismo Milei lo ha expresado “ad infinitum”, es cierto que la inflación ha descendido desde 17.000%, que sería el acumulado anual compuesto de haberse continuado con el ritmo irracional de emisión monetaria anterior a diciembre de 2023 hasta llegar este pasado mes de noviembre de 2024 a 2,5% mensual, que arroja una inflación interanual de 120%, que aun siendo escandalosa señala un rumbo monetariamente acertado que, sin embargo, ejerce mucha presión sobre los indicadores sociales.
Sorprendentemente, algunas de las herramientas para ese logro histórico son a) haber reducido el déficit fiscal a cero, habiendo recibido cuentas con un déficit fiscal de 15% del PIB y una deuda externa impensable, b) mantenimiento de la aceptación de la mayoría de la población que entendió que no se podía seguir gastando más que lo que ingresa, c) congelamiento momentáneo de la obra pública, d) drásticos recortes al malgasto público (que el presidente denomina ”motosierra”), e) despido de decenas de miles de trabajadores públicos innecesarios, f) suspensión casi total de las transferencias discrecionales del gobierno nacional a las provincias, f) eliminación del desvío delictivo de fondos para la asistencia social a fin de que los mismos lleguen directamente a los beneficiarios sin la intermediación de los “gerentes de la pobreza”, como era la costumbre.
Ese camino, como es de suponer, no se ha recorrido sin que surgieran tropiezos como se evidenció antes de la finalización de la primera quincena de gestión cuando la dirigencia sindical, tradicionalmente peronista, convocó un paro general de protesta que, lógicamente, tuvo escasa aceptación dado que en tan escaso tiempo en la Casa Rosada carecía totalmente de justificación.
Han seguido otros intentos con escasos resultados visibles, a excepción de la gran marcha de rechazo al recorte del presupuesto universitario que fue multitudinaria. Mientras tanto, desde el primer día las fuerzas del orden público han hecho saber que no se tolerará la interrupción de las vías públicas ni daño a propiedades. Se impuso el eslogan «el que las hace las paga». Hasta ahora no han habido ni heridos ni muertos ni violaciones planificadas de derechos humanos cuyo sacrificio pudiera servir para atizar el conflicto.
A lo anterior hay que agregar la feroz oposición legislativa donde el partido oficial (LLA – La Libertad Avanza) apenas si tiene unos pocos senadores y diputados, pero aun así el gobierno con algunas negociaciones arduamente trabajadas, ha logrado la aprobación de normas legales que le permiten momentáneamente seguir con sus planes aun teniendo para ello que hacer importantes concesiones.
En lo internacional financiero el gobierno ha conseguido por primera vez dar cumplimiento al acuerdo de apoyo económico celebrado con el Fondo Monetario Internacional, lo que le permite esperar mayores aportes próximamente. En cuanto lo internacional económico el presidente Milei anunció hace unos días en la reunión de jefes de Estado de Mercosur que se celebró en Montevideo, que Argentina ya no cree mucho en esa estructura, poco ágil y que bastante pocos frutos ha rendido hasta ahora a sus miembros por cuya razón Argentina renegociará su participación.
En lo internacional político, Milei puso la cosa en claro: alianza estrecha con Estados Unidos y apoyo incondicional a Israel. Guste o no, la línea es clara y la masturbación política en reuniones inútiles (ALBA, Celac, etc.) parece estar llegando a su fin.
En cuanto al estilo del señor Milei, su característica fundamental es ser directo y frontal, lo cual en algunas ocasiones lo lleva a expresar posiciones “políticamente incorrectas” o con un toque algo autoritario a veces algo imprudente. Asimismo, sus comparecencias en foros y convenciones políticas extranjeras (Vox en España, Pack Conservador pro-Trump en Estados Unidos, etc.) son motivo tanto de críticas como de aprobaciones, según sea el caso.
El Sr. Milei, siendo un sólido académico, desdice de su investidura cuando emplea expresiones peyorativas y epítetos insultantes dirigidos a quienes no piensan como él, a quienes califica como “casta”, estamento que sin duda merece severos señalamientos, pero no al estilo de Chávez, que como es obvio no generan buena voluntad sino lo contrario. Ejemplo de ello es el torneo de insultos casi soeces intercambiados recientemente entre Milei y Maduro por el caso de los asilados. Eso puede satisfacer a las gradas, pero promueve rechazos que a veces es necesario enmendar, como le ocurrió con China ante su anuncio previo de que no promovería contacto alguno con ese país por ser comunista y poco después tuvo que reconocer que pelear con el gigante asiático no es conveniente, como bien lo enseña la terca realidad.
En definitiva, Milei parece andar por bastante buen camino y por eso, desde esta columna, le deseamos el mejor éxito, que lo será tanto para Argentina como para la región.
Las medidas ya implementadas, con sacrificio y aparente éxito, recibirán una evaluación final cuya primera prueba de fuego será la elección legislativa a llevarse a cabo en 2025.
@apsalgueiro1
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