Al encontrarnos, tiempo ha, librando el buen combate cívico, con empeño de causa democrática, jalonados por principios y valores republicanos, contra un férreo, vil e impune autoritarismo, vislumbramos el sol de la esperanza manifestado en los resultados victoriosos de la larga lucha emprendida por el rescate de la libertad.
La resolución se centra en liberarnos de la corrupción militante de allá y de acá, aunque esta última en comparación con el robo monumental se califique de robagallinas. Ni el tocón de un lápiz se permitía extraer durante la gestión del gran estadista Juan Pablo Pérez Alfonzo, cuando estaba al frente del Ministerio de Minas e Hidrocarburos.
El camino hacia la emancipación de la bota y las taras es cultivar y mostrar fuerza moral, no en el corto plazo, sino en el largo. El cortoplacismo ha hundido al país.
El régimen que atropella, persigue, encarcela y tortura a inocentes, no nos ceguemos, todavía dispone de capacidades de fuerza para mantenerse. De capacidad de lobby, negociación internacional, dominio sobre la sociedad y un engrasado aparato de propaganda. El Estado totalitario controla a la sociedad teniendo a adolescentes presos. Ante la tiranía y la violación sistemática de los derechos humanos, ante la represión utilizando como instrumento el adefesio de la ley de terrorismo, cabe la rebelión.
Estamos imbuidos y defendemos a nuestra civilización occidental, echando raíces con sus ideas y principios. Creemos en el humanismo, principio civilizatorio que pone el énfasis en el desarrollo de las capacidades humanas, la dignidad del individuo, la autonomía de la persona y la libertad individual. El pluralismo hoy sufre del relativismo de la imposición de una diversidad de minorías.
Hay que participar siempre de “lo político” y no simplemente conformarnos con el “estar en la sociedad”. Frente a la pérdida de la virtud cívica se da la obsesión por el confort material. Debemos todos ir más allá del “velar por uno mismo”. “Los ajenos a mí” también son importantes. La superficialidad afecta a la virtud cívica. Camino a la locura constituye la irreflexión, así como el oscurecimiento de la verdad y su abandono en el mundo.
Cuestionamos a las élites que no cumplen el papel de servir de faro orientador a la sociedad, sino arrojando pérdida de honorabilidad y moral son inútiles para una vida en libertad. Rechazamos la instrumentalización de la libertad para mantener el status quo. Rechazamos a los vividores de la política.
Corresponde más bien cultivar el pensamiento propio crítico y desarrollar la comprensión para aportar. Pensar por sí mismo y cultivar el intelecto. No sentir miedo para dudar. Superar las limitaciones cívicas para no ser masa militante.
¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas, los menores de edad presos, y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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