La caída repentina del gobierno de la familia Al-Assad, en la República Árabe Siria, tiene importantes lecciones para los gobiernos de todo el mundo, dado que después de muchos años de aparente control, especialmente después de la intervención rusa en el año 2016 para detener al ejército de ISIS, ocurre esta situación que cambia de manera radical la geopolítica del Medio Oriente.
Por ello, es importante hacer las siguientes observaciones:
El gobierno sirio no entendió la importancia de la Guerra de Israel contra Hamás y Hezbolá, que se nutrían de los cargamentos de armas y municiones que venían desde Irán hacia dichos países, pasando por Siria. Era evidente que tal situación tendría una respuesta militar, como pudo ser una invasión israelí a gran escala o una respuesta no convencional, como fue preparar junto a otros países las condiciones para derrocar el gobierno y cortar de raíz dichos suministros. Para ello, el gobierno de Israel, con el apoyo de Estados Unidos y Ucrania, fueron actores fundamentales para entrenar, coordinar y equipar a los insurgentes en las novedosas técnicas de combates con drones, que permitieron arrollar al ejército convencional del gobierno de Siria.
En este sentido, como ocurriese en 2021 en Afganistán, frente a los talibanes, el gobierno sirio descuidó terriblemente el estado de sus fuerzas armadas y no se preparó debidamente para pelear sin apoyo militar foráneo, bien sea de la aviación rusa, las milicias de Hezbolá o las fuerzas especiales de la República Islámica de Irán, por lo cual el empuje y coordinación de todos sus enemigos produjo una desmoralización total y con ello el derrumbe de todo el aparato militar sirio, que no tenía posibilidades de recibir grandes refuerzos del extranjero, como se demostró con las columnas de milicianos chiitas que venían desde Irak y que fueron bombardeados por Estados Unidos para evitar que salvaran al gobierno sirio.
El gobierno de Siria, a diferencia de otros, especialmente el de la República Popular China, que le da máxima prioridad al combate a la corrupción y la ineficiencia, desperdició los años de control militar entre 2017 y 2024, para reorganizar su aparato de Estado y reconstruir dentro de sus territorios un gobierno eficaz y amplio que le garantizara apoyo popular para enfrentar los desafíos internos y externos, por lo cual siguió el camino de muchos otros gobiernos muy corruptos e ineficaces para atender las demandas populares, por lo cual a la hora de su mayor emergencia no consiguió la solidaridad de los ciudadanos para su defensa.
En este punto es necesario hacer hincapié en que el gobierno sirio, al igual que otros como el de Cuba o el de la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte), no logró escapar de las sanciones financieras y comerciales estadounidenses, que producen en algunos países una parálisis económica de tal escala que aprieta toda la economía, reduciéndola a su mínima expresión y solamente gobiernos muy hábiles han conseguido sortear dichos obstáculos económicos. En el caso de Siria, el desastre económico era tan grave que el sueldo mensual de un soldado raso apenas alcanzaba para 3-4 días de alimentación, por lo cual las debilidades de las instituciones gubernamentales sirias eran muy evidentes.
La política exterior de Siria fue atroz, pues impedida de hacer la paz con Israel por sus relaciones con Irán, debió hacer hasta lo imposible para llegar a un acuerdo de paz con Turquía y de esta forma evitar el apoyo del gobierno turco a las milicias que terminaron finalmente derrocando al gobierno sirio, así le hubiese costado entregar todo el Kurdistán sirio, lo cual demuestra que los problemas fronterizos se tienen que manejar con mucho cuidado y tacto, en búsqueda de un interés estratégico mayor.
Es importante acotar que el gobierno de Siria, al igual que Hamás y Hezbolá, cometieron el error fatal de pensar que la guerra iniciada el 7 de octubre de 2023 terminaría uniendo al mundo árabe y musulmán contra Israel y Occidente, cuando lo cierto es que las manifestaciones más grandes se han producido en Estados Unidos y Europa, tanto en lo cuantitativa como en lo cualitativo, desde el punto de vista político y social, que va de actores, cantantes, políticos, estudiantes, profesores universitarios, hasta otros grupos sociales.
No entendieron que las élites políticas y empresariales de dichos países están demasiado relacionadas desde el punto de vista financiero y comercial con los países occidentales para seguir con un conflicto ideológico y religioso que no les conviene económicamente, por lo cual tienen una afinidad de intereses, muy diferentes al de las masas populares, que manipulan con el tradicional discurso antioccidental.
El gobierno de Siria, no entendió que la verdadera ganancia política para Israel, Estados Unidos y Turquía era la derrota total del gobierno sirio, que arroja las siguientes consecuencias:
- Para Turquía, la caída de Siria le deja vía libre para una invasión militar a gran escala que le dé la posibilidad de aplastar militarmente a las organizaciones que buscan la independencia del pueblo kurdo (30-40 millones de habitantes) distribuidos en varias naciones, especialmente en Turquía y Irán, con lo cual pondrían fin definitivo a una insurgencia de décadas en desarrollo, dentro de su país.
- Para Israel, implica una victoria mucho mayor, puesto que neutraliza militarmente al Líbano y Cisjordania, cortando todo suministro de armas y municiones y a través de ataques masivos a los aeropuertos, puertos, bases militares, laboratorios militares y fábricas, ha destruido la capacidad militar siria para enfrentarlo durante muchos años, especialmente si consideramos los enormes gastos financieros que implica la reconstrucción de la infraestructura y la economía siria. Igualmente, el barrido de los radares y sistemas de misiles antiaéreos sirios permite reducir ampliamente los riesgo a la hora del esperado ataque aéreo decisivo contra las instalaciones atómicas iraníes, que son la verdadera preocupación estratégica de Israel en la región.
- Para Estados Unidos, la situación de Siria es la caída del denominado Eje de la Resistencia, que reduce a la impotencia a importantes organizaciones terroristas al cortarle los suministros desde Irán, con lo cual el frente de batalla geopolítico se desplaza inevitablemente hacia el mar Rojo, donde Yemen y la misma Irán con su programa atómico, ya definido como el objetivo final de la alianza entre estadounidenses, israelíes y sauditas, para construir un ecosistema político y económico favorable desde lo comercial y energético, desde el Mediterráneo hasta la India.
- Para la República Islámica de Irán es una derrota geopolítica espantosa, pues dicho país, en medio de sus dificultades económicas, invirtió decenas de miles de millones de dólares en apuntalar a dichos gobiernos y grupos militantes en su conflicto con Occidente e Israel, con lo cual, además del desprestigio político de haber sacrificado enormes recursos financieros en una causa popular, sin haber intervenido militarmente en defensa final del gobierno sirio, cuando lo necesitó a última hora, sin la excusa válida de estar exhausto militarmente como Rusia y Hezbolá, queda sin cobertura político territorial, en el punto de mira del gobierno israelí, que necesita destruir el programa atómico iraní para declarar la victoria total, a nivel regional.
- Para la Federación Rusa, la caída del gobierno sirio es una catástrofe militar y política, dada la inmensa inversión militar y económica en Siria, que databa de la época de la Unión Soviética y especialmente, por su intervención en la guerra civil siria durante la última década. En este sentido, las posibilidades de retener sus importantes bases militares ante el nuevo gobierno sirio, que fue bombardeado implacablemente durante años, es un desafío diplomático de enormes dificultades en la realidad cotidiana.
- Para los países de la alianza política conocida como el BRICS, la caída del gobierno sirio es una incuestionable victoria política y militar de Occidente, lo cual siembra serias dudas sobre la conveniencia política de apoyarse en materia militar y económica en países que no lograron salvar al gobierno sirio, a pesar de las graves consecuencias que derivan de la caída del mismo.
Finalmente, hay otros países extracontinentales, afectados en mayor o menor medida, que deben revisar sus paralelismos con el gobierno sirio, para aprender las lecciones políticas de dicho caso en cuestión.
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