Desde el encierro de nueve meses que implica el asilo en la Embajada de Argentina y con el acoso perenne de las fuerzas del terror de Maduro, quienes nos encontramos refugiados aquí pedimos a los gobiernos de Argentina y Brasil, así como a la comunidad internacional, que actúen ya para el cese de esta terrible situación.
Fuera de la embajada, los grupos del terror de Maduro se encuentran armados con fusiles de asalto Kalashnikov, AK 45, de fabricación rusa, con miras telescópicas, listos para perpetrar la invasión a este recinto diplomático.
Quienes estamos aquí, atentos por lo que pudiera suceder en cualquier momento, queremos que la OEA e, incluso, la ONU se pronuncien para lograr que quienes estamos protegidos por el derecho al asilo podamos tener los salvoconductos que nos permitan abandonar esta sede de manera segura.
La Embajada de la República de la Argentina, que está bajo el resguardo de la bandera de la República Federativa del Brasil, puede ser asaltada por las fuerzas represoras que se encuentran con francotiradores y grupos de violentos en sus alrededores.
La situación es más que grave, es plenamente urgente; pues, como se puede deducir, el objetivo de Maduro es crear un ambiente de tensión diplomática con el propósito de ganar tiempo y distraer la atención pública.
Quienes estamos aquí, prácticamente a merced de los acosos y de las agresiones del régimen de Maduro, requerimos de los buenos oficios de todos los entes posibles para prevenir que Maduro termine de ejecutar lo que viene amenazando desde hace semanas.
No podemos olvidar que ya el régimen agudizó su política de represión; ya ha secuestrado a cientos de dirigentes políticos opositores, ya ha acosado hasta a los familiares de los líderes de la disidencia.
Maduro tiene rato aplicando una política del silencio, a través del encarcelamiento de dirigentes, así como de niños, mujeres, ancianos; aplicando terrorismo de Estado con la intimidación directa e indirecta, incluso familiar. Y esta realidad no puede ser negada por nadie.
Es por ello que la inoperatividad de la Corte Penal Internacional y de su fiscal Karim Khan es preocupante y cada día más bochornosa para todos, sobre todo para los organismos multinacionales.
Su incapacidad o, por lo menos, la inexplicable demora en girar la orden de captura en contra de Nicolás Maduro y sus cómplices es cada vez más sorprendente, pues, ante la mirada de todos, están cada uno de los delitos contra los derechos humanos cometidos por ese régimen.
Y nosotros mismos, aquí asilados en esta embajada, rodeados y amenazados, somos un ejemplo de cómo los delitos de lesa humanidad se cometen a diario bajo el régimen usurpador de Maduro.
¡Así de claro!
Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.
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