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Raimundo Verde Rojas: una vida de lealtad y servicio público

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Raimundo Verde Rojas fue un político agudo y un abogado competente, cuyas virtudes de lealtad y cercanía siempre admiré y procuré practicar durante toda mi trayectoria en la gestión pública. Desde muy joven, inició su carrera política al lado de su maestro y amigo Jóvito Villalba, destacándose como un ejemplo de rectitud y honestidad. Esto le permitió construir un liderazgo sólido y ganarse la admiración y el aprecio de los pueblos de Margarita y Coche.

Nuestra amistad fue profunda y permanente, marcada por un respeto infinito. A pesar de transitar por tribunas diferentes —él desde la Cámara de Diputados y yo desde otros escenarios—, mantuvimos una relación sólida, íntegra y sincera. Raimundo era un orador destacado, cuya labor parlamentaria siempre fue tema de conversación entre amigos que le admiraban, como Carlos Andrés Pérez, David Morales Bello, el doctor Alejandro Izaguirre y don Pepe Marcano Hernández.

Mis constantes viajes a Margarita eran la oportunidad perfecta para compartir largas y profundas conversaciones sobre temas familiares y políticos. Cuando fui gobernador de Nueva Esparta, siempre conté con sus consejos y buenos augurios. Más tarde, cuando yo estaba a carago de la Gobernación del Distrito Federal, Raimundo continuó visitándome para intercambiar ideas sobre asuntos nacionales y profesionales. Nuestra amistad se consolidó aún más cuando el presidente Carlos Andrés Pérez me designó como ministro de Relaciones Interiores, momento en el que Raimundo expresó con sinceridad los sentimientos y vínculos que unían a nuestras familias, los Verde Villarroel y los Ávila.

Esta amistad, que siempre fue sincera y valiosa, me brindó su apoyo incondicional en todas mis aspiraciones políticas, ya fuera como senador, diputado o gobernador de Nueva Esparta. Incluso en etapas más controversiales, como en las elecciones cuyos resultados fueron amañados, Raimundo estuvo a mi lado, fortaleciendo nuestra relación tanto en lo político como en lo personal.

Considero esta amistad como una herencia invaluable que he transmitido a sus hijos, nietos y hermanos. Raimundo fue para mí como un hermano mayor, y le debo gran parte de los éxitos que he alcanzado en mi carrera pública. Ambos compartíamos un profundo amor por Margarita, nuestra tierra amada, y por Venezuela.

En este homenaje a mi amigo y en esta confesión a mi pueblo, quiero destacar que ambos cumplimos con nuestro deber como ciudadanos. Él, desde su tribuna, y yo, desde la mía, llevando siempre en alto los valores inculcados por nuestras familias. Mis padres, Juan José Ávila Guerra y Rafael Ávila Guerra, fueron pilares fundamentales en mi vida, dándome la fortaleza para perseguir mis metas y servir a nuestro país.

Para dar una idea de lo arraigado de los valores de Raimundo, quiere citar un caso que tiene como protagonista a su padre, Francisco Verde Villarroel. Durante el período en que el presidente Medina Angarita estaba en el poder, Jóvito Villalba se comunicó con mi tío, Rafael Ávila Guerra, quien era entonces presidente de la Asamblea Legislativa de Nueva Esparta. Jóvito expresó su intención de postularse como candidato al Senado. Mi tío le comentó que ya existía un candidato respaldado por el presidente Medina Angarita, quien además era su primo, el doctor Salvador Villalba.

A pesar de ello, Jóvito le reiteró a mi tío que había tomado la firme decisión de aspirar a la senaduría y que no daría marcha atrás. Ante esta situación, mi tío convocó a los demás diputados, destacando que era necesario obtener cuatro votos en la Cámara de Diputados para respaldar la candidatura de Jóvito. Mi tío dialogó con Francisco Verde Villarroel, quien le aseguró que si lograban tres votos de los siete disponibles en la primera votación, él respaldaría a Jóvito en la segunda vuelta. En caso de un empate, sería él quien decidiría el resultado, permitiendo que Jóvito Villalba fuera electo senador. Así ocurrió: Jóvito fue electo senador gracias a este apoyo estratégico. Ese compromiso para honrar la palabra empeñada y hacer acuerdos de altura en la política le fue inculcado a Raimundo, quien nunca traicionó ese legado. 

También quiero dedicar unas palabras a Carmen Verde de Encinas, hermana de Raimundo, una dama virtuosa y comprometida con su país. Carmen se distinguió por su tenacidad y carácter, ocupando cargos públicos como concejal y presidenta del Ayuntamiento del municipio Marín, así como prefecta del mismo municipio en diversas ocasiones. Su ejemplo como funcionaria pública comprometida fue evidente, llegando incluso a barrer las calles de Porlamar para demostrar su dedicación.

Carmen se destacó como militante de URD y amiga cercana de Jóvito Villalba, siguiendo los pasos de su padre, quien fue un gran amigo de mi familia, amistad se ha perpetuado hasta nuestra generación. Además de ser una madre abnegada y una amiga entrañable, me impresionó siempre por su lealtad y calidad humana. Su apoyo incondicional en todas mis campañas electorales es algo que recordaré por siempre, y su ejemplo de integridad y compromiso sigue siendo una inspiración para todos quienes la conocimos.

Raimundo Verde Rojas y Carmen Verde de Encinas encarnaron los valores más nobles del servicio público y la amistad verdadera. Su legado perdura en quienes tuvimos el privilegio de compartir sus vidas.

 

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