Nada fácil escribir una nota cuando un querido amigo adelanta el viaje que tarde o temprano todos emprenderemos. Hace unos días se nos fue Vicente , un excelente diplomático, buen negociador, melómano, fotógrafo, escritor, conversador sin pausa, un servidor público honesto que representó a Venezuela en distintos destinos y fue nuestro embajador en Suráfrica y Dinamarca. Su pasión fue la diplomacia multilateral. Recorrió los pasillos de Naciones Unidas desde muy joven, concentrado en temas de la agenda económica y la negociación internacional. Su última contribución en el marco del G-77 durante la presidencia de Venezuela en 2002 fue fundamental. En nuestra Cancillería se destacó como director general de Economía y Cooperación Internacional. Se graduó en la Universidad Central de Venezuela e hizo estudios en Derecho Internacional en la Universidad Nacional de Australia.
Era un apasionado de la diplomacia y de la fotografía. Por varios años he guardado en la cabecera de mi cama una de sus capturas que en alguno de mis cumpleaños me obsequió. En estos días he pensado que la misma fotografía refleja lo que en el fondo era VV, un hombre que a pesar de su verbo y de su capacidad como anfitrión, era como ese muelle solitario siempre a la espera de la próxima barcaza. No fueron pocos nuestros encuentros como amigos y colegas diplomáticos. La diplomacia en un mundo complejo era el centro de nuestras tertulias. Venezuela, una pasión y nuestro deseo de un cambio profundo, un sueño permanente. Nunca servimos en los mismos destinos, pero el multilateralismo nos unió en varias oportunidades. Una vez me comentó que siempre se sentía muy seguro en sus intervenciones en Naciones Unidas, pues el liderazgo de Venezuela era reconocido y además con picardía me apuntaba que sus clases de actuación lo habían ayudado a superar la escena tan rígida de la diplomacia multilateral. A pocos colegas le había contado de su actuación cuando muchacho en alguna novela en Venevisión, así como su corta participación en el cine. Pues sí, Vicente, el embajador, tuvo también con su pasantía en El Nuevo Grupo bajo la dirección de Román Chalbaud y actuó en la película Cuando quiero llorar no lloro.
El amor por el arte, la refinación y su pasión por el piano lo destacaban. Era un hombre exigente y de pocos amigos. Admiraba mucho al embajador Manuel Pérez Guerrero, con quien trabajó en Nueva York y además destacado secretario general de la UNCTAD entre 1969 y 1974. VV igualmente agradecía las deferencias y las oportunidades que le brindó el canciller Burelli Rivas. Su memoria por los detalles me impresionaba. A veces se recordaba hasta de intervenciones o comentarios míos que ya ni registraba.
El embajador Héctor Azócar, amigo y compañero de grado en la Escuela de Estudios Internacionales, recuerda a Vicente en esta misiva que me envía:
“El 15 de febrero de 1d974 recibió su titulo de Licenciado en Estudios Internacionales en la UCV.
En mayo de ese mismo año se entrevistó en el Instituto de Comercio Exterior, en búsqueda de trabajo, directamente con el presidente del ICE en ese entonces, Reinaldo Figueredo Planchart, este a su vez lo remitió con Fernando Gerbasi, director de Organismos Económicos Internacionales del Instituto, quien le comentó que tenía dos cargos disponibles pero que habían tres candidatos, Héctor Cassy Azócar, Shelwin Cabeza y él, y que para seleccionarlos les encomendó realizar un ensayo de no más de 20 páginas sobre diversos temas del acontecer internacional del momento. A Vicente le correspondió hacer un trabajo sobre las empresas multinacionales, a Héctor C Azócar le asignaron uno sobre el comercio de productos básicos en el mercado internacional y a Shelwin Cabeza sobre la Cepal. Para realizar estos trabajos puso a la disposición de los tres candidatos toda la infraestructura y material bibliográfico que reposaba en la biblioteca del ICE y en la misma Dirección. Una vez presentados los ensayos, fueron seleccionados Azócar y Vallenilla para ocupar los dos cargos de coordinador de Asuntos Internacionales III, con un primer salario de Bs. 2.875,00 (en ese entonces US$ 668,60), así empezaría oficialmente en el mes de septiembre de 1974.
– A lo largo de su carrera en el ICE, representó a Venezuela en numerosas reuniones internacionales, principalmente en el ámbito de las Naciones Unidas. Su primera misión oficial fue como miembro de apoyo a la delegación de Venezuela a la Asamblea General de la ONU en 1975, siempre en la esfera de los temas económicos en el marco del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), muy en boga en esos años.
Durante su carrera en el ICE alcanzó el cargo de asistente ejecutivo del presidente del instituto, de allí fue designado primer secretario en la Embajada de Venezuela en Australia en 1978, al año siguiente fue trasladado a Lima, Perú.
Luego continuó su carrera trabajando de nuevo en el ICE, MRE y en la Oficina del Ministro para las Relaciones Económicas Internacionales bajo la conducción del ministro Manuel Pérez Guerrero, lo que le permitió participar en innumerables reuniones internacionales relacionadas con el NOEI y Diálogo Norte Sur, entre muchas otras.
Las Naciones Unidas se convirtieron en su área de mayor interés, coronada con su designación como representante alterno en la Misión de Venezuela ante la ONU en Nueva York, donde le correspondió coordinar, dentro del Grupo de los 77 y el Movimiento de los No Alineados, los asuntos relacionados con la Cumbre de Río sobre Medio Ambiente”.
Allí está, para futuras generaciones, una excelente semblanza de este buen venezolano que con sacrificio escaló en la estructura diplomática, nos representó con dignidad y lamentablemente se enfrenta en sus últimos años a las limitaciones de una jubilación empobrecida, con pocas alternativas médicas que lo llevó en sus últimos días al hospital de la casa que vence la sombra. Las carencias vencieron su deseo de aferrarse a la vida. VV pasó la última década estudiando a Francisco de Miranda, publicó Reo de Estado, una estupenda novela sobre este personaje tan complejo de nuestra historia, pero que no tuvo la resonancia que amerita. Algún editor la descubrirá como una admirable pieza literaria.
Acompañamos a Vicente en su recta final, con el apoyo de Elizabeth, Jacqueline, Alexandra, entendía que contaba con sus amigos de distintas circunstancias y tiempos. Su hijo menor, Lorenzo, lo acompañó en sus últimos días. Como la mayoría de los venezolanos con familias desintegradas, logró llegar a acompañarlo en la que sería su última travesía. Tenían años que no se veían. Recuerdo que me dijo en el hospital: «Te perdiste un extraordinario reencuentro’». Estaba cerrando sus últimas páginas, evocaba los que dejaba atrás y el amor por sus hijos y agradecimiento con su familia. En su último día habló por videoconferencia con Valentina, la mamá de Lorenzo; como todo un caballero dejó su sello de despedida al decirle: “Estas más bonita que cuando estábamos juntos”. Sin duda, su oportunidad, una conexión de vida, con quien recorrió parte de sus caminos.
Lo despedimos sus amigos de la Cancillería y su familia en Caracas. No fueron pocos los homenajes de afecto de sus compañeros de estudio y de carrera diplomática. Para quien escribe y se desahoga con esta líneas, no queda sino agradecerle por su amistad, que sus hijos lo guarden en el corazón y en la memoria, fue un hombre hecho por sus tiempos y circunstancias, su coraza fue del espesor de situaciones duras de la vida. Ojalá que los jóvenes estudiantes de Relaciones Internacionales le hagan seguimiento a los muchos hacedores de nación, entre ellos diplomáticos como Vicente Emilio Vallenilla, quien con honestidad, sin vicios, ni deseos de aprovecharse del Estado, lucharon con disciplina por los intereses de una Venezuela democrática y respetuosa del Derecho Internacional.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional