Por Equipo editorial
Luego de que Héctor Rodríguez asumió nuevamente el Ministerio de Educación, sin oficialmente abandonar la Gobernación de Miranda, lo cual equivale a una duplicidad de funciones públicas, y por ende, delito de praxis en la administración del Estado, el susodicho solo se ha encargado de amenazar a los docentes activos, al punto de «borrar» a miles de docentes, de los pocos que aún integran tal nómina, en el medio de una crisis educativa, cuyo déficit de profesionales de la educación se estima en 62% de las diferentes áreas de bachillerato, y no menos un 45% para primaria y preescolar.
Ante dramática realidad, el «ministro» se ha dado a la tarea de prometer un «sacudón» en el campo educativo, justo cuando el salario promedio de los educadores se encuentra en unos 10 dólares mensuales, y con una infraestructura educativa que está prácticamente destruida, sobre todo en los liceos, los cuales carecen de laboratorios, canchas deportivas, instalaciones sanitarias y comedores, es decir, sin posibilidades de generar un aprendizaje y conocimiento que evalúe de manera positiva la educación en todo su contexto integral.
Por ello, que Héctor Rodríguez hable de un «sacudón», y palabras más, o menos, se dirija hacia los jubilados, como si estos fueran unos títeres dispuestos a «trabajar», precisamente con los menguados ingresos que está pagando el ente rector de educación hacia sus docentes activos, revela el maltrato no solo para con estos profesionales de la docencia, sino para los estudiantes en general.
Por otra parte, luego de que la Asamblea Nacional acaba de «aprobar» un presupuesto para este 2025, apenas en 10% superior al 2024, pues, eso solo revela que las debilidades y carencias educativas, y también salariales para los educadores se van a continuar profundizando en todos los ámbitos sociales, razón por la cual no tenemos duda de que el madurismo solo tiene como finalidad la destrucción absoluta del quehacer de tan importante área para cualquier país.
En tal contexto, Héctor Rodríguez es el colofón que iniciado por Yelitze Santaella demuestra que nada importa la educación en estos niveles de desquiciada «gobernanza», que también está siendo objeto de rechazo en el ámbito internacional, después de las cuestionadas elecciones del 28 de julio.
El madurismo representado en Héctor Rodríguez en el campo educativo no representa al magisterio venezolano. Intentar en este momento solo amenazas para que puedan volver los educadores a las aulas es la ignorancia y desconocimiento de los derechos humanos. La educación está en máximo estado de postración.
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