El pasado 28 de julio la hegemonía perpetró un fraude colosal a la voluntad electoral del pueblo venezolano. Por lo menos 70 a 30 de rechazo a la hegemonía, se ha tratado de transmutar en una gran victoria para el poder establecido. Una farsa de esas dimensiones es un fraude colosal.
Todo el mundo lo sabe, dentro y fuera del país. No es posible de ocultar. De entonces para acá, esa hegemonía ha continuado encarcelado, persiguiendo y exiliando a sus opositores verdaderos. Por cierto, con la complicidad de los llamados alacranes, tanto políticos como económicos.
Preparan la consumación del fraude colosal con otro fraude colosal, que tendría lugar el 10 de enero. ¿Los mandoneros y sus secuaces se saldrán con la suya?
El rechazo nacional no disminuye sino aumenta. Eso no parece que les importa, porque reprimen y obliteran los derechos humanos a su antojo. La ilegítimidad interna y foránea aumenta con la represión. Quienes sostienen a la hegemonía lo deberían tener en cuenta.
Está prevista la toma de posesión de Trump para el 20 de enero. Ese factor no se puede soslayar. El repudio internacional a la hegemonía, es cierto, tiene excepciones de peso. Acaso pesarán menos con el transcurrir del poco tiempo.
Vamos hacia el 10 de enero, con voluntad de cambio y ánimo de lucha. Falta poco para esa fecha. Tengo la impresión de que Maduro y los suyos cuentan los días con creciente angustia. Y tendrían motivos para ello.
Vienen situaciones muy difíciles. La esperanza en un cambio de fondo, que abra caminos a la reconstrucción de Venezuela, no amaina: se fortalece.
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