Se percibe que el continuismo se vuelve insostenible, a pesar de que el poder no hace más nada sino tratar de continuar, y algunos cuantos alacranes se empeñan en ello.
Pero los hechos son tercos, como gustaba decir el camarada Lenin. Y diversos hechos han venido modificando el panorama.
La ilegitimidad de la hegemonía no se lograr aliviar. Al contrario, se proyecta cada vez más notoria. Su aliado por excelencia, la gerontocracia cubana, está cerca del fin y por tanto se deberían abrir nuevos caminos para Cuba.
El triunfo de Trump y la confección de su equipo de gobierno, en el dominio de la política exterior, van en ese sentido. Rusia, Irán, Turquía y hasta China serán muy prudentes con sus contrapartes despóticas en nuestra región. Toda una hipocresía, pero así son las cosas con los «amigos» que se convierten en rémoras.
El rechazo nacional al poder establecido no disminuye sino aumenta. En casi todos los sectores. La represión no cesa, pero en un contexto muy negativo para sus responsables.
¿Estas líneas expresan una ingenuidad que no se atiene a la realidad? No lo creo. Escéptico he sido y ahora me sumo a los que piensan que vendrán cambios importantes. Hay que luchar y perseverar para que sean cambios positivos.
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