El próximo 10 de enero va a ser una fecha importante no porque necesariamente vaya a cambiar al gobierno haciendo la entrega que constitucionalmente corresponde al ganador de las elecciones que fue Edmundo González Urrutia, sino porque va a marcar el fin de la pseudodemocracia que sostenía el chavismo, para convertirse formalmente en una dictadura de la cual no tiene ya una explicación para dar, porque si bien las elecciones anteriores no fueron legalmente ganadas, sí fueron aceptadas de hecho por la población.
Lo que les permitió continuar al frente de un gobierno que a la vista de todos ha resultado y está resultando un fracaso gigantesco en cualquiera de los ámbitos que queramos usar para evaluar la realidad y el devenir de Venezuela, si no se produjera un cambio importante de fondo y abrupto.
En paralelo a que para Venezuela va a haber un antes y un después, el día 10 de enero va a estar bajo la influencia directa de las postrimerías del gobierno de Biden así como bajo la influencia de las expectativas del gobierno de Trump que formalmente arrancará el 20 de enero del 2025.
O sea que el 10 de enero va a estar bajo el paraguas de dos administraciones norteamericanas: una que ha mostrado ser confusa e inconsistente con respecto a Venezuela, pero que en este momento tiene la capacidad de emitir instrumentos que confirmen lo que para ellos es una política de Estado representada por acuerdos bicamerales y bipartidistas sobre el rechazo al gobierno chavista, que no solo ha traído destrucción para el pueblo de Venezuela, sino que genera además una “amenaza inusual y extraordinaria” para el pueblo norteamericano, además de representar un problema importante para la región latinoamericana.
No obstante es posible que en el lapso que va desde la fecha de este informe hasta la entrega del mando en forma fluida por parte del presidente Biden al presidente Trump, la administración Biden pueda terminar de cumplir con las amenazas de sancionar directa y públicamente a 60 funcionarios de la administración chavista, y una lista de sanciones complementarias de alrededor de 2.000 personas más.
Son quienes directa o indirectamente contribuyeron con el chavismo para llevar al país a la situación de desastre que, sin que haya habido una guerra, puede verse en los escombros de la Venezuela que supimos tener y que, desde allí, desde esos escombros, tenemos que reconstruir.
Es posible también que entre las sanciones que pueda colocar el gobierno de Biden se encuentren las relacionadas con el tema petrolero suspendiendo la GL41 de Chevron y las confort letters asociadas que incluye a las empresas Maurel, Repsol y ENI. La ventaja estratégica que podría tener para el partido demócrata tomar estas medidas, sería anticipar las medidas equivalentes que sin duda tomará el gobierno de Trump en la primera semana de gobierno, quitándole de esa manera la total autoría de las únicas medidas que el gobierno chavista ha percibido con impacto, que fueron las sanciones.
Aquí cabe hacer un comentario de que la caída de los indicadores sociales económicos políticos y militares de Venezuela comenzaron mucho antes de la imposición de sanciones porque fueron resultados de decisiones gerenciales tomadas por el chavismo, principalmente por Hugo Chávez y continuadas y perfeccionadas por Nicolás Maduro.
Les decía que en paralelo a lo que vaya a ocurrir internamente el 10 de enero, también estará la influencia de la anticipación de lo que se espera para Venezuela por parte de la nueva administración norteamericana con lo que se ha dado en llamar el dream team dirigido por Donald Trump e integrado por Marco Rubio como secretario de Estado, Michael Waltz como asesor de Seguridad Nacional, y Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional. Todo lo anterior en el marco de contar con mayoría en ambas cámaras y contar con cuatro de los cinco miembros de la Corte Suprema de Justicia con afinidad conceptual con el pensamiento de Trump.
Si bien todos conocen la férrea posición de Rubio, Waltz, como asesor de Seguridad Nacional (cargo que hoy ocupa Jake Sullivan), no es tan conocido. Waltz, cuando era congresista, dijo: “Además de su represión dictatorial de los principios democráticos y los derechos humanos en Venezuela, Nicolás Maduro es un narcoterrorista buscado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Es fundamental que pongamos fin a cualquier mecanismo de financiación que apoye su régimen ilegítimo y brutal. Quiero agradecer al senador Scott y al representante Wasserman Schultz por liderar conmigo esta importante legislación, así como por sus firmes esfuerzos para liberar a Venezuela de las garras de la tiranía”.
También hay que reconocer que está de primera en la cola de aprobaciones la Ley de Prohibición de Operaciones y Arrendamientos con el Régimen Ilegítimo Autoritario de Venezuela (Bolivar, por sus siglas en inglés) donde “los senadores Rick Scott, Jacky Rosen, Marco Rubio y Thom Tillis. responsabilizan a Maduro al prohibir que las agencias federales hagan negocios con cualquier persona que apoye al régimen opresor de Maduro. El Congreso pasado, el Senado aprobó por unanimidad la Ley Bolivar. El congresista Michael Waltz presentó el proyecto de ley bipartidista complementario en la Cámara de Representantes”.
Esa anticipación está reconociendo como hechos consumados la falta de credibilidad de cualquier negociación con el gobierno chavista así como el perfilamiento que les vengo anticipando desde hace meses, de que la Venezuela bajo gobierno chavista va a terminar siendo considerada un enemigo de guerra por la integración, en los hechos, con el gobierno de Irán no solo por el tema de la fabricación de drones y por la fuerte presencia de Hezbolá, sino principalmente por el conjunto de acuerdos secretos que posicionan a las fuerzas de Irán en lugares estratégicos de Venezuela -como las refinerías de Paraguaná- muy cercanos al territorio continental de los Estados Unidos.
Todo lo anterior lleva anticipar que la presión multidimensional del nuevo gobierno de Estados Unidos será la más fuerte recibida por el chavismo desde que cortó las relaciones diplomáticas. La diferencia de la Venezuela de hoy con la que dejó Trump cuando salió de su presidencia, reside en que la oposición venezolana está institucionalmente fortalecida y posicionada por la existencia de un presidente electo, de ya no contar el chavismo con el apoyo popular, sino por el contrario, con su repudio, y por las restricciones financieras que le impondrán las sanciones.
Además de no tener la seguridad de que la Fuerza Armada vaya a apoyarlos en el caso de un eventual desenlace acelerado producido por algún medio -principalmente interno- que es difícil anticipar pero que casi con seguridad ocurrirá en un futuro cercano.
Pareciera claro ceteris paribus que Maduro hará lo necesario para juramentarse ese 10 de enero y no está tan claro qué es lo que hará Edmundo González Urrutia junto a María Corina Machado para validar ese día como la entrada formal de Venezuela en un gobierno no chavista; mientras, el chavismo haría su entrada formal en un gobierno de facto que retendría el poder mientras pudiera, solamente con los métodos del terror que comenzó a desatar el 29 de julio pasado y que todo indica que profundizará hasta asegurarse que ese 10 de enero solo haya seguidores en las calles de Venezuela.
Está claro que el armado de esa juramentación estará apoyado por la AN del 2020, por el TSJ que avaló y protegió toda la situación, y por el alto mando militar construido a la medida. Mientras en paralelo en algún lugar se estaría juramentando Edmundo González Urrutia, tal vez frente a la Asamblea Nacional del 2015 y el TSJ en el exilio con el apoyo internacional, que habría que ver cómo se manifestaría en ese momento.
Porque lo que sí debe estar claro es que el 11 de enero ya debería haber un presidente elegido por el pueblo con el mandato de hacer a Venezuela grande nuevamente: Make Venezuela Great Again.
Político
Como referencia a lo expresado en los párrafos anteriores habría que entender que mientras la oposición (la verdadera) está altamente cohesionada y apoyada popular e internacionalmente, en el gobierno la fractura es tan profunda que si hubiera que aplicarle las técnicas del kintsugi –que, en lugar de ocultar las roturas, las hace más visibles- le quitaría viabilidad a la férrea unidad interna que había caracterizado al chavismo durante años y que hoy está prácticamente destruida.
A partir del 28 de julio pasado, el verdadero poder en Venezuela quedó en manos de Diosdado Cabello, colocando la figura de Maduro como la cara visible de la nueva revolución que, según ellos se mantendrán al poder «a cualquier costo», pero que las circunstancias indican que no es viable a corto plazo porque el entorno relevante, léase Estados Unidos, ya aprendió la lección y evitará repetir los errores del pasado.
Tanto los cometidos por Trump como los cometidos por Biden, y esta vez irá directo a la solución, porque saben que contando con el nuevo gobierno de Venezuela no solamente despejarán un ángulo de riesgo para su seguridad interior, sino que en el proceso de reconstrucción le llegará al pueblo de Venezuela un bienestar tan grande como no lo había tenido en su historia, una especie de Plan Marshall pero actualizado a las condiciones actuales y a la posición geográfica estratégica que tiene Venezuela.
Y así como Javier Milei se ha convertido en el golden boy de Trump, la dupla Edmundo González y María Corina Machado se convertirá en una de las piezas más fuertes de los Estados Unidos en la región; así como Argentina está negociando un tratado de libre comercio, eso casi sin duda será de los primeros pasos que el nuevo gobierno de Venezuela debería dar como marco de la recuperación acelerada que necesitamos.
Porque Brasil y Colombia que tuvieron la oportunidad de redimirse y la dejaron pasar, ya están «del lado oscuro de la fuerza» y de esa forma van a ser tratados. Del resto de los países de Latinoamérica, con impacto geopolítico mucho menor, solo el devenir de sus comportamientos hará que sean agrupados de un lado o del otro.
Y no incluyo a México en este análisis porque pertenece al ecosistema norteamericano que no tiene nada que ver con lo que pasa en el resto de Latinoamérica. Porque ellos son la parte díscola del subcontinente norteamericano y cualquier acción que se tome con ellos -que todo indica que van a ser muy duras- no tendrá nada que ver con el relacionamiento de Estados Unidos con el resto de Latinoamérica.
O sea que políticamente hablando Venezuela tiene un bloque que cuenta con una amplia mayoría popular que lo apoya, frente al gobierno que ya perdió entidad política y se ha ido convirtiendo en una fuerza de ocupación que opera fronteras adentro, mediante el terror.
En lo político tenemos la oportunidad y la obligación de hacer a Venezuela grande otra vez: Make Venezuela Great Again.
Social
El nuevo impacto social resultante de los eventos poselectorales está relacionado con la ola de emigración que supera las 3.000 personas diarias y con la perspectiva por parte de 46% de los venezolanos encuestados, de abandonar el país inmediatamente, más 30% que está considerando seriamente irse del país, quedando solamente 24% de venezolanos que confirman la voluntad de quedarse y permanecer.
El grupo de 76% con decisión o intenciones de abandonar el país se encuentra en el estrato etario de ser económicamente productivos y con ganas de trabajar, que llevarán bienestar a los países que los reciban, los cuales se han visto beneficiados por una gran parte de esa diáspora y perjudicados por una minoría saqueadora que está siendo aislada y controlada por las autoridades de los países receptores.
Y una parte importante de esa minoría de perfil delincuencial ha ido siendo asociada a intereses del chavismo y formando parte de lo que ellos han ido llamando la «furia bolivariana», cuyo exponente más claro y visible se encuentra en el llamado «tren de aragua» que no tardará en ser calificado como una organización terrorista.
Porque si bien es cierto que el tiempo le juega en contra a la decisión del chavismo de permanecer en el poder a cualquier costo, por lo insostenible del camino que decidieron utilizar para quedarse, también es cierto que a un ritmo de salida de 3.000 a 5.000 venezolanos diarios de fuerza productiva que se va del país, la reconstrucción va a ser más difícil.
Porque una vez que un venezolano se asienta en un país y sus hijos proceden a cantar diariamente el himno nacional de ese país, y a estudiar y aprender sobre su historia sus próceres y sus tradiciones, además de forjar amistades que se consolidan por el apoyo recibido en las tristes condiciones del exiliado, hace muy difícil que en su proyecto de vida haya una opción de un pronto retorno. Porque deberán esperar a que el país se enrumbe antes de poder decidir desandar el camino andado.
Por lo que la necesidad de mentes y brazos para esta nueva etapa posiblemente tenga que alimentarse de una inmigración selectiva poniendo énfasis en las áreas y dimensiones donde se hayan producido los déficits, y ofreciendoles a cambio una cantidad de condiciones que el nuevo gobierno de Edmundo González Urrutia y de María Corina Machado puedan crear para ser atractiva no solamente la entrada del capital humano, sino también del capital financiero, económico, industrial y tecnológico, mediante cambios radicales en los marcos jurídicos.
Que solo podrán ser efectivizados a partir de la Asamblea del 2015 y sin contar con la asamblea del 2020 que solo pondrá palos en la rueda, y manifestará de esa forma el resentimiento por haber sido desplazados del poder por un pueblo que abrió los ojos y busca la felicidad a través de un modo de vida mejor que el socialismo latinoamericano no ha querido ni sabido proporcionar por aquello de verlos como carne electoral y ahora como carne de cañón.
En lo social tenemos la oportunidad y la obligación de hacer a Venezuela grande otra vez: Make Venezuela Great Again.
Económico
Hablar de economía en la Venezuela gobernada por un chavismo que en su retirada anárquica es capaz de ofrecer «el oro y el moro», sin ninguna credibilidad ni posibilidades de cumplir los ofrecimientos, es como vivir en un mundo de fantasía donde en un triste escenario montan una coreografía entre funcionarios del gobierno -asustados por su futuro- y dirigentes empresarios asustados por su presente -aunque también por su futuro- donde van cambiando de roles y posiciones siempre apuntando a que tal como ocurrió en el pasado, al final de la obra, siempre Maduro seguía en el poder.
Pero eso cambió; el final de la obra ya no será el mismo porque a partir del 28 de julio entraron en un camino sin retorno y que no deja posibilidades prácticas al continuismo y colaboracionismo que se había ido dado en lo político con los alacranes, y en lo económico con los enchufados y las prebendas.
Porque armarse un escenario de inversiones, productividad y retornos desmesurados, es no haber entendido que el chavismo se quedó sin las monedas de cambio para seguir adelante, y que las que entregó hasta el momento van a funcionar como un lastre en el cuello de los que los apoyaron y permitieron la destrucción de nuestra querida Venezuela.
Por eso hablar de economía, hoy debe estar circunscrito al tema de la protección de los activos existentes, de evitar pactos acuerdos y contratos que sin duda serán espurios, y tratar de moverse con inventarios de materias primas y productos terminados importados con un enfoque de just-in- time que evite que el corte abrupto en el circuito económico deje a las pocas empresas que nos quedan hoy en día, en una situación o bien de endeudamiento o bien de inventarios congelados.
Por eso el énfasis debe estar en el mantenimiento de maquinarias y equipos cualquiera sea el nivel de utilización de la capacidad instalada, así como de la liquidez necesaria para poner en marcha la planta en forma rápida cuando las circunstancias, como todo indica que va a ocurrir, requieran de un proceso acelerado de estabilización y blindaje primero, y de reconstrucción después, para lo cual solo se contará con verdaderos empresarios; y de esos, posiblemente los que cometieron el error de convertirse en colaboracionistas a cambio de vaya a saber uno qué beneficios, posiblemente no sean bienvenidos en esta nueva etapa donde se requiera gente verdaderamente honesta.
Hoy al mediano y largo plazo hay que verlos como la suma algebraica de cortos plazos, cuyas premisas y criterios de proyección sean ajustados en forma continua a medida que los eventos de salida de un modelo y entrada de uno nuevo, puedan ir ajustando la gerencia estratégica de la operación; recomendación que es válida para todo tamaño de empresa que requiera de la combinación de recursos humanos, industriales, tecnológicos y financieros.
Siendo lo anterior válido para los distintos niveles de la cadena de agregación de valor desde los recursos primarios, la transformación industrial, la logística de transporte, distribución y financiamiento; y la etapa de la última milla de comercialización que es la superficie de contacto con el público consumidor que es quien irá dictando las pautas sobre demandas y precios. Las cuales se transmitirán aguas arriba de forma tal que cuando vuelvan a bajar por la cadena ya traigan los factores de corrección que hagan que el evento único e insustituible de una transacción de negocios completada, pueda convertirse en una continuidad que le dé una nueva forma sustentable a nuestra economía.
Y no hay que olvidar que el tema de pasarle el problema del sector eléctrico al empresario privado venezolano, no es trivial y que, si bien se puede comenzar por soluciones puntuales geográficamente identificadas para solucionar el problema, en la subida desde el bottom up deberá encontrarse en algún momento con una arquitectura top down que haga que las soluciones atomizadas puntuales, puedan colocarse en una perspectiva para los requerimientos mayores que solo pueden darse con inversiones que el actual empresario venezolano no está en capacidad de asumir, sino que no está en vigencia un marco estratégico de continuidad que garantice que el actual dueño de la electricidad, que es el gobierno chavista, tenga la seriedad como para cumplir con cualquier parte de un acuerdo que pueda proponer.
Solo podemos pensar en salir de la capa transaccional económica en la que nos movemos hoy, que gira alrededor de una política monetaria limitada y de una lucha continua para sostener el valor del dólar. Cuando se produzca en la práctica el cambio de gobierno que votó el pueblo de Venezuela y que será capaz de cumplir con los nuevos acuerdos económicos, y con el nuevo pacto social que Venezuela necesita para cambiar de rumbo e integrarnos en el camino de las economías exitosas.
En lo económico tenemos la oportunidad y la obligación de hacer a Venezuela grande otra vez: Make Venezuela Great Again.
Internacional
Las expectativas sobre qué hará Trump con su política exterior pudiera anticiparse a partir de las piezas de información con que se cuenta, incluidos los personajes que va sumando a su equipo de gobierno.
En cuanto a las relaciones con China, el enfoque será confrontacional tomando una postura más firme y enfocándose en proteger los intereses económicos y industriales de los Estados Unidos. En la política comercial revisará los acuerdos comerciales a favor de los Estados Unidos, buscando reducir déficits comerciales y aumentar la producción industrial doméstica.
En cuanto a las relaciones con Rusia y Ucrania, Trump ha expresado que podría resolver rápidamente la guerra en Ucrania si es reelecto; ha sugerido que podría no aprobar más ayuda para Ucrania en el futuro, argumentando que los países europeos deberían aumentar sus propias contribuciones.
En cuanto a Israel y Medio Oriente ha mantenido fuertes relaciones con Israel y ha apoyado su posición en el conflicto con Palestina, enfatizando la lucha contra grupos terroristas como herzbollá, Hamás y el Estado Islámico.
Y en términos generales se enfocará en la competencia de superpotencias, reorientando la estrategia de seguridad nacional hacia la competencia con China y Rusia. Ha tenido tensiones con algunos aliados europeos, especialmente sobre temas como la OTAN, que todos esperamos que se circunscriba a un tema de aportes, y al peso que dejaron que caiga sobre EE UU.
Trump duda sobre el cambio climático, y ha cuestionado repetidamente la ciencia del cambio climático, y promete expandir significativamente la producción doméstica de energía fósil.
En cuanto a Irán y Hezbollah avanzará en una política de «presión máxima”, incluyendo el levantamiento de restricciones nucleares y el aumento de las sanciones. En cuanto a la visión de no iniciar guerras, alineado con “fuerza para conseguir la paz”, no hay que olvidar el asesinato del general iraní Qassem Soleimani en Bagdad en 2020, lo que aumentó las tensiones entre los dos países.
Todo esto con un fuerte rechazo a negociaciones, y a soluciones más prácticas: un ejército muy poderoso como respaldo las decisiones… “lo tomas, o…”
Lo cual incluye oposición a grupos militantes como Hezbollá y Hamás en el contexto de su política regional, presionando a Irán para que reduzca su apoyo a esos grupos; lo cual sabemos que no es posible porque esos grupos, incluyendo a los hutíes. Son una extensión proxy de su propia fuerza militar, aunque estos, sin bandera.
Posición de Trump hacia Venezuela:
- con Marco Rubio como secretario de Estado y Michael Waltz como asesor de seguridad nacional, Trump parece adoptar una postura más firme hacia Venezuela;
- Rubio ha sido crítico con líderes izquierdistas en América Latina, incluyendo a Maduro en Venezuela, lo cual sugiere que Trump podría mantener una postura hostil hacia el régimen de Maduro;
- Waltz podría influir en una política más intervencionista en Venezuela;
- podría fortalecer relaciones con líderes conservadores en América Latina, como Javier Milei de Argentina y Nayib Bukele de El Salvador, que comparten su enfoque;
- como Rubio ha sido crítico con el tráfico de drogas, la política hacia Venezuela podría incluir medidas más estrictas contra el narcotráfico;
- la nominación de Rubio también sugiere que Trump podría mantener o intensificar el apoyo a Israel, lo que podría afectar las relaciones con países como Venezuela que tienen buenas relaciones con Irán;
- la política de Trump hacia Venezuela podría verse influenciada por su enfoque en la migración y las «deportaciones masivas».
Recomendación
- Al gobierno: que revise su estrategia política y ahora, con la perspectiva de Trump y su equipo antichavista en el poder, y con Biden aplicando las sanciones pendientes que ofreció, busque la manera de facilitar la entrega del poder, comenzando con reuniones con el equipo del nuevo gobierno. Eso no solo es bueno para el país como un todo, sino también para la supervivencia del chavismo como fuerza política, cuya figura se va diluyendo y transformando en algo distinto a la política.
- A la dirigencia opositora: que, pese a que parece que todos los astros están alineados para la salida del chavismo, debería mantener la estrategia de bajo perfil y discreción que ha mantenido hasta ahora, evitando ceder a la tentación de un triunfalismo que no ha tenido buenos resultados en el pasado. Sí debería armar, en casi secreto, la toma de posesión de Edmundo González y de poner en valor a la Asamblea Nacional de 2015 y al TSJ en el exilio, contando en el acto con el apoyo y la presencia de Marco Rubio y de Michael Waltz, así como otros representantes internacionales de peso, de Canadá y la UE, así como los países de la región con los que el chavismo cortó relaciones. Será un tema complejo, pero no imposible.
- A la dirigencia empresarial: que revisen el posicionamiento comunicacional de los organismos cúpula que, en vez de “leer” el mensaje que les está pasando la sociedad, se dedican a defender a capa y espada y tratar de explicar una posición que los asocia a lo más nefasto de un gobierno que no reconoce la institucionalidad y que es capaz de cualquier cosa para retener el poder… Inclusive arrastrar con ellos a algunos empresarios que ya la comunidad nacional e internacional conoce por nombre y apellido y que pronto serán hechos público por el Departamento de Justicia de EE UU, todavía bajo el gobierno de Biden. Bueno… más no se les puede advertir… son adultos y me imagino que saben lo que hacen y los riesgos que han decidido asumir… ellos y sus familias.
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