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Todos patas pa’ arriba

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Cartón lleno. Ganó Trump. Todo el mundo patas para arriba. ¿Será para tanto? Imagínense a Pedro Sánchez en la Casa Blanca: guerra de secesión segura. Y Macron, con sus laderos de izquierda o de derecha: todos franceses. O Bukele, con orden  y peladitos. Maduro capaz de fundir a Estados Unidos y piensen -si les cabe-, a Diosdado Cabello como jefe de la OTAN. 

Y si fuera Putin ¡Dios mío!, hasta los no creyentes invocaríamos al Todopoderoso. Y el loquito de Corea o los fanáticos de Hamás, Hezbolá e Irán: ¡qué despiporre! Y el pícaro de Netanyahu y sus cuentas pendientes. Y los silenciosos y subrepticios chinos: consumo e inversiones sí, pero, también los de la última peste, ¡ojo! 

Piensen en Lula: con su séquito del Foro de Sao Paulo dictando cátedra desde el norte imperial. Y Bolsonaro, jajaja. Petro, Ortega y los mexicanos – AMLO y sucesora-; a los cubanos los dejamos tranquilos que bastante problemas tienen. 

Finalmente, ¿cómo avizoran a Milei puesto allí, en el Eje del Mundo? (a Javier y a su hermana Karina, of course). 

La imaginación me estalla y el tiempo no me alcanza para leer tantos análisis internacionales: política interna de Estados Unidos, geopolítica, la paz mundial y las guerritas mundiales en curso y la economía de todos.

Para un lado y para el otro, en particular para el otro como es usual. Con esa visión independiente de izquierda y progresista, que surge tan nítida y valiente cuando estás instalado y amparado en algún lugar occidental y cristiano.

Me queda grande. Qué se yo qué mierda va a hacer Trump; y además, sería un atrevido si pretendo abordar el quehacer de Estados Unidos en el mundo.

Ojalá Trump tenga en cuenta su experiencia anterior, que le sirva de algo para no errar mucho esta vez.

Me parece seguro sí que América Latina no estará en la agenda y que a México no le será cómodo, salvo que asuman la posición de AMLO, uno de los mayores “amigos” al servicio de Trump, cuando este era presidente. Acomodó el cuerpo y fue pródigo en elogios en visita a la Casa Blanca.

A mí no me gusta Trump. Y sé por qué: tengo prejuicio contra todos aquellos que no respetan ni reconocen y que quieren acabar con la libertad de expresión. Y el flamante presidente de Estados Unidos es uno de ellos. Estoy en contra de quienes actúan así y en particular cuando ejercen poder. Censurar y dictarle a la gente que es lo que pueden y lo que tienen que saber, es la mayor de las intolerancias. O son fanáticos dueños de la verdad, la de ellos, o son corruptos, degenerados asesinos que quieren mantener ocultas sus andanzas. No hay otra. ¿Qué creen, que la gente es una manada de ovejas; qué son sus súbditos? 

Trump le ha hecho daño a la libertad de expresión, de información y de prensa y a varias puntas. Menosprecia a los periodistas y piensa que somos unos vagos que vamos tras el titular fácil, sin sopesar mucho, de lo cual él, en su momento, se aprovechó. Así lo escribió y además afirmó que lo que más aman los periodistas en Estados Unidos es odiar a Trump. Y algo de esto consiguió, de periodistas y de los medios. Estos combatieron a Trump, como correspondía, pero ignoraron que en toda guerra la primera víctima es la verdad y no cuidaron de ello, creo. Pienso que la media de Estados Unidos se sesgó y hubo información intencionada. Cuando en estos días me informaba sobre las elecciones de Estados Unidos, y quién podía ganar o iba ganando, era escéptico. Cualquier parecido con la realidad podía  ser solo una mera coincidencia, pensaba. Y así  fue. 

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