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¿Quién es Itaru Sekiguchi, el artesano que «revivió» el órgano de Notre Dame?

Por tercera vez en su larga historia, después de 1990 y 2014, el gran órgano tuvo que ser casi completamente desmontado para ser puesto a salvo. Esto antes de ser minuciosamente reconstruido a partir de 2023, a medida que avanzaban los trabajos en la nave
Por AFP
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A los 10 años, un «ruido infernal» cambió la vida de Itaru Sekiguchi. El gran órgano de Notre Dame de París acababa de resonar frente a él. Cuarenta años después, este preciado instrumento ocupa sus días y noches.

«Fue un choque cultural», dice este enamorado de Francia.

Sekiguchi se instaló en el país europeo poco después de cumplir 20 años, para convertirse en organero, con la esperanza de trabajar en este instrumento viejo de tres siglos, cuyos 8.000 tubos fueron desmontados tras el incendio de abril de 2019.

«Quería venir a Francia porque es aquí donde ocurre todo. Pero cuando se lo anuncié a mi familia, pensaron que estaba un poco loco», recuerda, en un francés impecable, este nativo de Sendai, en el noreste de Japón.

Cinco años después, el instrumento más grande de Francia no tiene secretos para él.

Próximo a cumplir 54 años, es uno de los pocos artesanos que, al caer la noche, realizan minuciosos ajustes para que el gran órgano recupere su timbre original, antes de la reapertura de Notre Dame el 7 de diciembre.

El sueño truncado de Itaru Sekiguchi

En 2018 Itaru había alcanzado su «Santo Grial» al convertirse en el organero oficial de la catedral, responsable de su mantenimiento diario. Este monumental instrumento tiene la altura de un edificio de cuatro pisos y una longitud de 12 metros. «Era mi sueño, me permitió conocer mejor el instrumento», cuenta el japonés, radicado en Corrèze desde hace 25 años.

Tres semanas al mes, Itaru verificaba la afinación del gran órgano, respetando las limitaciones de uno de los lugares más visitados de Francia. «El tiempo es muy limitado», explica.

«Hay que trabajar de noche, porque de día no se puede molestar a los turistas y además se necesita un silencio absoluto para afinar».

Itaru Sekiguchi Notre Dame

Imagen: Archivo

Pero el sueño estuvo a punto de truncarse definitivamente. Un año después de su nombramiento, el incendio devastó la catedral y afectó la vida de Itaru, quien perdió su empleo. Su único consuelo fue que el gran órgano no fue alcanzado por las llamas.

«Temí por el órgano, porque durante la noche no sabíamos, teníamos información contradictoria, fue angustiante», comenta. Estaba convencido de que un daño mayor habría sido irreversible. «Hoy en día no seríamos capaces de construir algo igual».

Entre temor, residuos y recuperación

Aunque no fue directamente afectado por el incendio, el gran órgano sufrió sus consecuencias. Residuos de plomo se infiltraron en su estructura, y el incendio provocó temperaturas extremas, debilitando esta estructura hecha en 80% de madera.

Por tercera vez en su larga historia, después de 1990 y 2014, el gran órgano tuvo que ser casi completamente desmontado para ser puesto a salvo. Esto antes de ser minuciosamente reensamblado a partir de 2023, a medida que avanzaban los trabajos en la nave.

Tres talleres de organeros han sido movilizados para esta gran obra en la que flota una pregunta crucial: ¿sonará el instrumento, central en la liturgia de Notre Dame, como antes?

«Dar con el timbre es muy difícil. Un tubo puede sonar de mil maneras diferentes«, explica Olivier Chevron, organero que llamó a Itaru Sekiguchi para realizar esta tarea junto a otros artesanos.

La labor es tan específica que los organeros fabrican ellos mismos sus herramientas, algunas de las cuales ni siquiera tienen nombre, y dependen tanto de su habilidad como de su subjetividad.

«Es difícil describir el sonido del gran órgano. Para mí, tiene el color sonoro de la catedral; es un instrumento cálido, no tenso ni agresivo», comenta Bertrand Cattiaux, organero encargado de su mantenimiento en Notre Dame durante mucho tiempo, hasta que contrató a Itaru a principios de los años 2000.

Para recuperar el sonido del gran órgano Itaru también recurre a «sus recuerdos». Y, pese a la magnitud de la tarea, disfruta de la responsabilidad de cuidar de un emblema del patrimonio francés. «Es un gran honor pero también una gran carga y responsabilidad», resume. «Es simplemente increíble».

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