Lima. Martín Alberto Vizcarra Cornejo tiene 55 años; nació en Lima en marzo de 1963. Fue ministro de Comunicaciones del actual gobierno. Es el vicepresidente de la República del Perú y actualmente se desempeña como embajador de su país en Canadá. En Perú el vicepresidente no tiene una función específica ni sueldo. Es, meramente, quien sustituye al presidente en caso de vacante. Dicen aquí que Vizcarra ya tiene preparado el discurso para el caso que deba asumir.
Pedro Pablo Kuczynski (PPK) es el presidente del Perú. Hace poco la Cámara de Diputados desechó una moción de “vacancia” para sacarlo del cargo. Se necesitan para ello los votos de los dos tercios de los 130 integrantes del cuerpo legislativo (el sistema es unicameral). Ahora se insiste con otra moción de “vacancia”; igual parece difícil que en esta nueva instancia consigan los 86 votos.
Pero la imagen de PPK está muy deteriorada: 79% de rechazo, solo 17% a favor. Y cayendo. También cae la de Keiko Fujimori, hija del indultado (¿transitoriamente?) dictador Alberto Fujimori y líder de la oposición. Esta acaba de pedir la renuncia de PPK. Le reclama que dé un paso al costado y dice que Vizcarra puede ser un buen presidente. Keiko, jefa de la mayor bancada, conserva 57 de los 72 diputados que tenía al principio del período. 14 se fueron con su hermano menor Kengi, el que, más agradecido –PPK indultó a su padre– apoya al gobierno.
El ex presidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, están presos acusados de corrupción; Perú pide a Estados Unidos la extradición del ex presidente Alejandro Toledo, hoy radicado en California y a quien también se le acusa de corrupción. El ex presidente Alan García está libre y en España. Hay muchas denuncias contra él, por corrupción desde luego, que se recogen en los medios. García es muy hábil, dicen por aquí.
Un diputado insignificante logró que se aprobara una ley sobre publicidad oficial cuyo objetivo es acabar con los medios privados de comunicación. Es claramente totalitaria. La aprobó la Comisión Permanente durante el receso parlamentario y saltándose algunas etapas. PPK la va a vetar. No se sabe si se conseguirán los votos para levantar el veto. Keiko odia los medios: dicen que no es presidente por culpa de ellos. Los menguado apristas (del APRA de García,) dicen cosas parecidas.
Simultáneamente, todos están a la espera de lo que diga Jorge Barata, quien era el hombre de Odebrecht en Perú y que repartió para todos, según él mismo lo va declarando en el juicio que le llevan en Brasil. Hay gran expectativa y en especial con lo que diga respecto al presidente. Hasta ahora de PPK se dice que su empresa fue contratada como consultora de Odebrecht para determinados proyectos. En esos momentos PPK era ministro de Toledo, pero formalmente no actuaba en la empresa. Hasta ahora no es mucho más que eso, sin embargo hay gran ruido.
El apoyo popular a PPK baja por efecto de esa presunta vinculación con Odebrecht. Lo que son las cosas, en Brasil pasa lo contrario: mientras Lula es acusado y condenado a 12 años de cárcel por todos los tribunales de justicia, crece en las encuestas. Parece que los peruanos son distintos a los brasileños y que estos siguen afiliados a aquella máxima de “rouba mais faz”.
El hecho es que Perú da la sensación de estar empantanado y al borde del abismo, como consecuencia de los enconos y las venganzas y revanchas políticas. Está semiparalizado, pero favorecido aún por la buena marcha de la economía –el crecimiento que se prevé es de 3% a 3,5%– merced al buen precio de los minerales, en particular del cobre. Pero hay riesgos: la construcción está parada y ello representa alrededor de 65.000 puestos de trabajo. Eso se debe a las trabas –embargos, intervenciones– que existen para la mayoría de las empresas del rubro por el efecto Odebrecht, empresa esta que además no quiere pagar el alto precio que le exigen en Perú para “arreglar”, como ya lo ha hecho con Brasil, Estados Unidos y otros países.
Los peruanos gozan de un sistema democrático y de libertad de prensa y además con una economía que crece año a año. Sin embargo, parece que quieren meterse en líos a toda costa.
La pregunta es si lo conseguirán. Es difícil, pero el esfuerzo que hacen es tremendo.
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