La presentación de Aquello que no se dice de Carolina Jaimes Branger fue un evento que se destacó tanto por el entusiasmo del público como por la profundidad de los temas abordados. Celebrada en el Centro Riojano de Madrid, la sala no pudo albergar a todos los interesados; algunos permanecieron de pie y otros incluso escucharon desde fuera. Esta gran afluencia reflejaba la admiración y el respeto que Jaimes Branger ha ganado a lo largo de su carrera como comunicadora y defensora de derechos humanos en Venezuela, así como su incursión en el ámbito de la literatura. Para aquellos que la conocen, su debut en la ficción no fue una sorpresa, sino un paso lógico en una trayectoria marcada por el compromiso con la verdad y la justicia.
Leopoldo López Gil inauguró el evento con una semblanza emotiva y cercana de Jaimes Branger, destacando su sensibilidad social y su trayectoria. “Carolina siempre ha observado el mundo con una mirada sensible y justa,” expresó, provocando murmullos de aprobación del público, que reflejaban el reconocimiento y el cariño hacia la autora. La audiencia compartía ese respeto y muchos se identificaban con las palabras de López Gil. Acto seguido, Miguel Henrique Otero tomó la palabra y profundizó en la novela, una obra ambientada en los turbulentos años iniciales del siglo XX en Venezuela, durante la transición de Cipriano Castro a Juan Vicente Gómez.
Otero destacó cómo Jaimes Branger, a través de los personajes de la familia Alcántara Valderrama, presenta un mundo donde los secretos y las apariencias tejen una red de silencios profundos y conflictos invisibles que reflejan el peso de la tradición y las dinámicas del poder.
La historia se centra en Eduardo Alcántara, un ministro del régimen gomecista, y su familia, quienes enfrentan tanto las tensiones internas como las de un país en plena transformación. La autora crea una atmósfera donde cada palabra no dicha y cada gesto no expresado afecta profundamente tanto a los personajes como al destino de la familia. La novela abarca dos décadas —los años veinte y treinta— y explora una época en la que el poder y el miedo eran compañeros inseparables en la sociedad venezolana, revelando cómo las familias de la alta sociedad se encontraban atrapadas entre el deber, el honor y las apariencias. Cada miembro de la familia Alcántara, desde el patriarca severo hasta los hijos, quienes luchan entre las expectativas familiares y sus propios deseos, representa una pieza en el rompecabezas humano y cultural de un país marcado por silencios y verdades a medias.
MHO: Es una novela sobre el funcionamiento del poder
Miguel Henrique Otero resaltó que, en la obra de Jaimes Branger, cada palabra no dicha es una carga y cada mirada representa una sombra o una sospecha. Con esto, destacó la capacidad de la autora para capturar al lector y llevarlo a un mundo de secretos familiares y tensiones invisibles. La novela se convierte en una especie de rompecabezas humano en el que cada miembro de la familia, desde el padre autoritario hasta los hijos atrapados entre las expectativas y sus propios deseos, representa una pieza de un entramado de secretos y tensiones. Jaimes Branger logra convertir la historia de los Alcántara Valderrama en una resonancia cultural y simbólica de aquella época, de sus modos de comunicarse, de los condicionantes sociales que afectaban sus interacciones y su manera de existir en el mundo.
El presidente editor de El Nacional mencionó también cómo el período histórico de Juan Vicente Gómez ha fascinado a muchos, y que la novela se inscribe dentro de una tradición literaria e histórica en Venezuela. Mencionó cómo, a lo largo de los años, Gómez y el gomecismo han generado una vasta producción intelectual con estudios y biografías de historiadores fundamentales, como Tomás Polanco Alcántara, Manuel Caballero y Simón Alberto Consalvi, entre otros.
De forma paralela a esta producción de orden intelectual, Gómez ha provocado testimonios fundamentales, casi todos ellos desgarradores, de quienes fueron sus perseguidos: Rufino Blanco Fombona en sus diarios, y en artículos y cartas; José Rafael Pocaterra, en su ineludible Memorias de un venezolano de la decadencia o el singular e injustamente olvidado libro de Carlos Brandt, La época de terror. En el país de Gómez, autor que padeció un exilio que se prolongó por 20 años.
«A esta misma tradición histórica y narrativa pertenece Aquello que no se dice, la obra con que Carolina Jaimes Branger ha debutado como novelista. Y digo que está inscrita en esta sólida tradición, porque al igual que las novelas antes mencionadas, también ésta, en su específica dimensión, puede entenderse como un estudio, una lectura desde la ficción, una interpretación del funcionamiento poder, tal como se experimentaba en los tiempos del gomecismo».
Sin embargo, agregó que Aquello que no se dice ofrece una perspectiva única y necesaria, pues a través de la ficción permite al lector explorar y comprender una dimensión más humana y emocional del poder y sus repercusiones.
El poder de una narrativa humana y resonante
Jaimes Branger, a través de Aquello que no se dice, logra crear una narrativa envolvente y cargada de matices emocionales y sociales. La autora convierte los secretos y silencios de la familia Alcántara Valderrama en un espejo de las complejidades de la época y de la naturaleza humana. La novela no es simplemente un relato sobre una familia venezolana en tiempos de cambio; es una exploración de los vínculos familiares y del poder de las palabras no dichas, las apariencias y las expectativas.
A medida que avanza la historia, los diálogos entre los personajes revelan una precisión y fluidez que reflejan la habilidad de Jaimes Branger para capturar la esencia de las interacciones humanas. Cada conversación y cada silencio se convierte en un testimonio de las luchas internas de los personajes, atrapados entre la verdad y el deber. La prosa de la autora, clara y emotiva permite al lector adentrarse en los pensamientos y emociones de cada miembro de la familia Alcántara, entendiendo cómo esos secretos no solo moldean sus relaciones, sino que también definen sus destinos. Es en este enfoque íntimo y psicológico donde la novela alcanza su máxima resonancia, invitando al lector a reflexionar sobre las dinámicas familiares, las cargas emocionales y los silencios que pesan más que las palabras.
Un público activo y preguntas resonantes
El público se mostró especialmente activo y participativo durante la sesión de preguntas, lo que reveló el interés genuino y la conexión emocional de los asistentes con los temas de la novela. Una de las primeras preguntas fue sobre el tiempo que le tomó a Carolina escribir la obra. Con una sonrisa nostálgica, Jaimes Branger explicó que el proceso creativo fue largo, extendiéndose durante veinte años, aunque no de manera continua. Relató cómo escribía en intervalos y luego dejaba la historia en pausa hasta que, finalmente, fue su hija Irene —quien también es escritora— quien la animó a terminarla. Esta confesión personal reveló la conexión íntima que la autora tiene con su historia y la motivación familiar que la impulsó a llevar el proyecto a su conclusión.
Otras preguntas abordaron los temas universales presentes en la novela, como el amor, el desengaño, la tragedia y la rivalidad. Jaimes Branger explicó que estos temas arquetípicos son esenciales para comprender las complejidades de la naturaleza humana y, particularmente, de las relaciones familiares. «Esas emociones resuenan en cada época y en cualquier familia,» afirmó, invitando al público a reconocer en los personajes de la novela aspectos que, en muchos casos, podrían ser parte de su propia realidad.
Sin embargo, fue una pregunta sobre la corrupción en tiempos de Gómez y su comparación con la actualidad la que desató un ferviente debate en la sala. La autora, con la franqueza que la caracteriza, señaló que aunque ambas épocas enfrentaron desafíos oscuros, “al menos Gómez era un nacionalista que construyó país, mientras que hoy enfrentamos una destrucción sistemática de todo lo que antes se construyó». Estas palabras resonaron profundamente entre los asistentes, quienes reaccionaron con comentarios y reflexiones, y el intercambio de ideas reveló la intensidad de las emociones y preocupaciones del público respecto al contexto actual de Venezuela. Fue un momento de comunión y reflexión colectiva, en el que todos querían expresar su opinión y participar en el diálogo generado por la novela.
La novela alcanza su máxima resonancia, invitando al lector a reflexionar sobre las dinámicas familiares, las cargas emocionales y los silencios que pesan más que las palabras.
Aquello que no se dice es una novela que, a través de la historia de una familia, transporta al lector a un periodo crucial en la historia de Venezuela, invitándolo a reflexionar sobre los secretos familiares, el poder del silencio y las dinámicas del poder en una época compleja. La habilidad de Carolina Jaimes Branger para capturar el conflicto entre tradición y modernidad, entre apariencia y realidad, permite que esta historia, aunque enmarcada en el pasado, tenga resonancias universales y contemporáneas. La autora demuestra que los conflictos humanos, aunque enmarcados en un contexto histórico específico, son atemporales y siguen siendo relevantes en cualquier sociedad.
Al concluir la presentación, Jaimes Branger se unió a sus lectores para la firma de ejemplares, en un gesto cercano y cálido que permitió a los asistentes compartir un momento íntimo con la autora. Cada firma y dedicatoria reforzaba el vínculo entre Carolina y sus lectores, quienes salieron del evento con la promesa de sumergirse en una historia que, aunque ficticia, revela una verdad profunda sobre la naturaleza humana, el peso de lo no dicho y la lucha por la identidad en un mundo lleno de silencios y secretos.
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