En los años 1947 y 1948, el gran escritor inglés nacido en la ciudad de Motihari, India, colonia del imperio británico, George Orwell, cuyo verdadero nombre era Eric Arthur Blair, escribió su más importante obra y escalofriantemente actualizada: 1984.
Tanto que es imposible para los intelectuales, empresarios y sobre todo para los políticos y quienes aspiren a serlo dejar de leerla y analizar la verdad que expone.
Nos habla Orwell del fin de la democracia, señala conceptos que eran considerados de “ciencia ficción política”, con los que el autor nos describe el establecimiento de una sociedad totalitaria que debe su solidez política gracias a la manipulación, la represión política y social y la vigilancia de los ciudadanos
El lenguaje es la clave del mensaje manipulador y neurolinguísticamente inducido. Es presentar conceptualmente ideas, frases, palabras, jingles, que muestren identificación con los más importantes valores humanos de la sociedad aunque en la práctica es todo lo contrario.
Es el manejo de los grandes propósitos de la humanidad y de sus líderes bajo la égida del totalitarismo.
Una especie de religión política que gane fanáticos más que seguidores, pero que en la práctica resulta todo lo contrario a lo que se pregona. Parece una locura, mas no lo es; o si lo es, es la locura más racionalmente implementada.
Los líderes de esa sociedad hablan de amor, pero sus actos están impregnados y dirigidos por el odio. Hablan de un país potencia, pero su economía se basa en la escasez, el hambre y el control férreo de los medios y las relaciones de producción.
¿Acaso es la revolución bolivariana su versión más y mejor acabada?
Pareciera que sí, que todo lo que vio, vivió y padeció Orwell como periodista y combatiente miliciano del frente izquierdista en la guerra de España, su militancia activa en el socialismo real, sirvió luego para imaginarse la destrucción de la democracia a través de sus propias armas. Le permitió también descubrir las miserias y mentiras de la falsa del socialismo de Iósif Stalin en la Unión Soviética que lo llevó a denunciar la verdadera misión del comunismo: la esclavización de los seres humanos a través del terror, la represión, la manipulación y la miseria.
Visualizó el autor de Rebelión en la granja, parodia sobre el sistema totalitario ruso, la intención del control mundial del comunismo.
Ciertamente lo que está sucediendo en Venezuela, que ya tiene 26 años, no puede ser casualidad. Es el plan más perfectamente diseñado por el comunismo internacional para establecer una sociedad donde lo que se dice no concuerda con la realidad y donde los conceptos se emplean para describir algo que no existe.
Es un plan que ha tenido éxito a pesar de la oposición de millones y millones de ciudadanos que se han opuesto a este experimento político-religioso. Claro que sus grandes aliados han sido los que ante tal “irracionalidad” no
le dieron ni le han dado la credibilidad que merece.
Hoy esa obra debe ser lectura obligada para quienes no entienden lo que pasa en Venezuela.
Quizás teniendo claro ese diagnóstico pudiéramos superar la terrible situación que nos agobia y nos hace cada vez menos soportable la vida en esta sociedad controlada por el mal.
Lic. en Educación, abogado y consultor político. Especialista en gobernabilidad.
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