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En Venezuela la lucha política no es ideológica, ¡es delictual!

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“En Venezuela la lucha política no es ideológica”. ¡Es delictual! “Venezuela deberá redefinir su destino político en las esperadas elecciones presidenciales del 7 de octubre de 2012” comenzamos a escribir para aquel momento mas no publicado, que hoy retomamos y que se puede resumir en dos formas o sistemas de gobierno. El liderado por el presidente Hugo Chávez, ungido en principio, del seno de la Fuerza Armada, como especie de logia conspirativa para tomar el poder por las armas, materializado, con el fracasado golpe militar de 1992 y luego, convencido por sectores económicos y de la tradicional izquierda venezolana, de incorporarse al sistema democráticamente, hasta alcanzar el poder, dentro de un proyecto plagados de esperanzas para una sociedad política, defraudada, corrompida y corruptora, bautizado muy subliminalmente, como “socialismo del siglo XXI”, atenuado como “socialismo bolivariano” en dos libretos de ocasión.

El primero, escrito por el nazi argentino Norberto Ceresole, “caudillo, ejército y pueblo” y el otro, del teórico mexicano Heinz Dieterich, todo lo cual ha generado una autocracia militarista, controladora del Poder Público y aspiraciones mucho más allá de nuestras fronteras, sobre la premisa bolivariana de que “América es la patria”, para lo cual se ha dispuesto cualquier cantidad inauditable de recursos, además de extrañas relaciones con grupos terroristas, como es el caso de las FARC de Colombia y ETA de España, grupos terroristas, además de acusaciones de corrupción y narcotráfico en las más altas esferas gubernamentales y una sofisticada tecnología militar, desde todo punto de vista injustificable para un país como Venezuela, lo cual ha alterado la seguridad política y económica de la región.

La otra opción, representada por la mayoría opositora al régimen de Chávez, constituida por decenas de organizaciones políticas tradicionales, aún no recuperadas de la desconfianza electoral, encerradas en “cogollos partidistas”, ausentes del debate y peor aún, de revisiones ideológicas, agregándole nuevos movimientos políticos surgidos más de la emoción, desencanto e improvisación donde hacen vida política con el solo objetivo de salir de Chávez y en sus propósitos apoyados por importantes sectores económicos, grandes y pequeños, a quienes sin duda Chávez ha golpeado con sus políticas estatales intervencionistas, que coartan el derecho a la propiedad y al desarrollo económico de una nación, en los términos consagrados en la Constitución de la República de 1999, además de medios de comunicación, grupos organizados, movimientos de profesionales, sindicatos, en medio de una gran expectativa que divide al país.

Ante la precedente realidad, a nuestro juicio, luce oportuno revisar los proyectos que de país hemos conocido, para comprender nuestra realidad histórica, lo cual fundamentaremos solo en sus aspectos “ideológicos y éticos”, a los fines de interrogarnos asimismo: ¿En qué hemos fracasado los venezolanos, a lo largo de más de 200 años de vida republicana? Para tales efectos, el historiador Manuel Caballero: «En nuestra historia republicana después de 1830 hemos tenido dos grandes problemas, el de la guerra y la tiranía, es decir, de la conquista de la paz y de la democracia”, que ampliados a nuestro criterio, ideológicamente pudieran resumirse en cinco proyectos de país: 1-El de los precursores. 2- El proyecto de Francisco de Miranda. 3-El proyecto República (Independencia de la Corona española dentro de un sistema federal) 4-El proyecto de Simón Bolívar (Colombia, 1821-1830 dentro de un sistema Central) 5-El proyecto Liberal, dentro de un sistema Central-Federal, Federal- Autocrático-Dictatorial (1830-1935) 6-El proyecto democrático (1945-1947 y 1958-1998) 7- El proyecto chavista (1999-2012), lo demás es una colcha de retazos

En cada uno de esos proyectos, lo ideológico ha sido puntual, en tanto lo político y económico en su más amplio contexto, y lo trascendental, la educación, para la formación de una “conciencia ciudadana” muy arraigada en los roles generacionales de cada proyecto, sin lo cual era imposible desarrollar el fundamento de los mismos ¿pero y en lo ético? En ese sentido, nos proponemos estimular un debate, conocida la devaluación moral de la República hasta esta primera década del siglo XXI, sobre cómo se ha interpuesto a lo ideológico lo delictual. ¡Cómo! en la Grecia antigua, todo se discutía en el Ágora –no sé cómo en Venezuela–.

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