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Un aula muy magna: más que 1.000 palabras

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Como si alguien anunciando que venía procedente del mañana lo hubiera expresado en alguno de los tantos discursos que se pronunciaron en esa ocasión en la universidad. ¡Vengo del futuro! ¡Dentro de cuarenta años los tres sectores representados en esta mesa serán el nuevo poder en Venezuela! Los militares, los jóvenes y estudiantes, y el faro político que iluminará el camino será Fidel. No se peló. Después de las elecciones presidenciales de diciembre de 1998, el teniente coronel Hugo Chávez obtiene un amplio triunfo con el 56,20% de los votos, los jóvenes y estudiantes de la UCV pacificados y desmovilizados de los frentes guerrilleros ahora con fachada política, más viejos y completamente libres del equipaje de los escrúpulos, salen directamente del closet del Jardín Botánico y encuentran vía franca en el camino hacia el palacio de gobierno en Miraflores: arriba, desde La Habana, el sol político de Fidel Castro iluminando toda la trayectoria que se iba a iniciar en el socialismo del siglo XXI. No se peló.

Esta fotografía es la Venezuela que nació después del 23 de enero de 1958. Desarrollada en los cuarenta años que se cerraron en 1998 con la victoria electoral del teniente coronel Hugo Chávez, y nunca como allí el clic de un fotógrafo había sido capaz de capturar el pasado, el presente y el futuro de una nación. Al centro el contraalmirante Wolfgang Larrazábal, presidente de la Junta de Gobierno surgida después de que el general Marcos Pérez Jiménez abandonara el país y el poder. En el marino se retrata toda la trayectoria venezolana cuartelera desde el nacimiento de la república. Allí está el marqués del Toro Francisco Rodríguez, primer comandante general del ejército independentista; pero también están Simón Bolívar el Libertador, Francisco de Miranda el precursor; el general José Antonio Páez enfrentando en los llanos a José Tomás Boves. También está el general Antonio Guzmán Blanco, los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez invadiendo a Venezuela por el estado Táchira en 1899 y llegando victoriosos al palacio de Miraflores ocho meses después, lo que generó la dictadura gomecista de 27 años. Con Larrazábal se reflejan también los generales López Contreras, Medina Angarita y Pérez Jiménez. Obvio que allí está encerrado el famoso episodio del general Pedro Carujo y el doctor José María Vargas –primer presidente civil– que se abrochó con la declaratoria de este con “el mundo es del hombre justo”. En fin, el antiguo director del Círculo Militar es allí la representación criolla del golpismo, del militarismo y del pretorianismo ejercido en la república después de 1810. Lo grita el marco fuertemente. Como si estuviera dando una voz de mando en el cuartel.

A la derecha del militar está el estudiante Jesús Carmona Borjas, presidente de la entonces poderosa Federación de Centros Universitarios (FCU) y anfitrión en el Aula Magna. En esos espacios de la Universidad Central de Venezuela presididos por las nubes flotantes de Calder y con el aforo de las 2.700 almas en plenitud, full de estudiantes y curiosos que fueron a aplaudir al comandante cubano. En primera fila ha debido estar el rector el doctor Francisco de Venanzi y muchos de los 911 artistas e intelectuales –entonces muy jóvenes– firmantes de la famosa carta de bienvenida de Castro en 1989, treinta años después. Obviamente que en esos predios estaba Alí Rodríguez Araque, Teodoro y Luben Petkoff, Douglas Bravo, Domingo Alberto Rangel, Simón Sáez Mérida, Américo Martín, los hermanos Gustavo y Eduardo Machado, Guillermo García Ponce. Los cabeza caliente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de AD que luego se fueron al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y todo el Comité Central del Partido Comunista. Todos representados allí por el estudiante Carmona. Después del discurso de Fidel en el recinto, todos salieron en combo a la tierra de nadie y al Jardín Botánico a organizar los primeros frentes guerrilleros y a enviar comisiones de jóvenes a La Habana para recibir los dictados de Castro para instalar la revolución en Venezuela. El favor político de las armas enviadas por Larrazábal vía aérea y las remesas de “un bolívar para la Sierra Maestra” de apoyo a la Revolución cubana ahora venía en modo de reciprocidad y de plan, para alcanzar el poder en el continente con la revolución venezolana y empezar la instalación de la dictadura del proletariado y el socialismo a nivel planetario. ¡Vengo del futuro! Ese grito podía exteriorizarse en el restaurante El Pinar donde Fidel lanzó su primer discurso, en El Silencio frente a las torres en la plaza O’Leary, en el Concejo Municipal de Caracas, en el Congreso Nacional, y por supuesto en el Aula Magna de la UCV desde donde encantó literalmente a los jóvenes estudiantes representados por Jesús Carmona. ¡Vengo del futuro! Vi a Carmona después en el MIR escindido de AD, también como integrante de los frentes que se fueron a las montañas, haciendo parte de las comitivas clandestinas que iban a La Habana, luego pacificado, desmovilizado y como anfitrión del teniente coronel Hugo Chávez por esos lados de Elorza en el estado Apure y después como el Carupanazo, el Porteñazo, el Barcelonazo, todos los años de violencia guerrillera, la pacificación, los golpes de Estado del 4F y el 27N. Todo está en esa instantánea de la universidad con Carmona a la derecha de la imagen representando a la izquierda. ¡Vengo del futuro!

A la izquierda, en su esencia, Fidel Castro. Atento. Más oídos que ojos. Más cerebro que corazón. Pendiente. A sabiendas de que allí en ese estudiante que acababa de conocer en la mesa que preside un militar estaba el futuro de Cuba, el futuro de la revolución cubana, y la semilla de la revolución venezolana, y la exportación del socialismo hacia el mundo con otro militar. ¡Vengo del futuro! Solo tienen que reemplazar en esa fotografía a Jesús Carmona con la larga lista de políticos miopes que dejaron avanzar el morbo revolucionario durante 40 años después de ese discurso. Al almirante Larrazábal lo pueden substituir por cualquiera de los generales y almirantes integrantes de los altos mandos militares de la democracia, erotizados por la trayectoria de Fidel Castro y por la incompetencia profesional y la complicidad política en su momento, que al final desemboca en Hugo Chávez. Es verdad, una imagen dice más que mil palabras. Como esta.

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