La reciente cumbre de las naciones del bloque denominado BRICS+, en la que participaron delegaciones de 34 países, tuvo este año una serie de novedades muy importantes debido a los problemas geopolíticos de algunos de sus principales gobiernos que están derivando en la sensación de estar creando una alianza antioccidental cuya solidez quedará comprobada una vez que los países occidentales pasen de la indiferencia política y mediática hacia la abierta hostilidad contra los gobiernos de dichos países que les desafíen.
El caso de Venezuela es paradigmático porque para el gobierno de Nicolás Maduro es un asunto político de máxima prioridad internacional formar parte de un bloque organizado de países, considerando que ya es un hecho prácticamente garantizado que el G-7 junto a decenas de gobiernos de América y Europa están alineándose para arreciar significativamente las sanciones políticas y financieras existentes en los próximos meses, dado que desconocen el pronunciamiento del CNE del 28 de julio de 2024 y parecen dispuestos a proclamar a Edmundo Gonzalez Urrutia presidente de un gobierno, así sea en el exilio, cerrando las puertas comerciales y diplomáticas a empresarios y políticos de Venezuela que no lo reconozcan.
Por esta razón es que el veto o sabotaje del gobierno de Brasil a la entrada de Venezuela a dicha organización, deseada por razones geopolíticas por la Federación Rusa y la República Popular China, sería el mayor desastre o “varapalo” diplomático y político de los últimos años y cuidado si no el mayor de los últimos 25 años de gobierno revolucionario.
Se podría entender un veto de un gobierno de signo ideológico radicalmente diferente como el gobierno de Brasil en la época de Bolsonaro, pero un frenazo por parte de Lula da Silva, que es un referente global de la izquierda y el progresismo, es simplemente más que un rechazo. Es una condena nada disimulada al gobierno de Maduro, cuya respuesta retórica podría entonces entrar en sintonía con el fiscal general de la República, quien catalogó al presidente Lula de “vocero de la CIA”, dado el enorme impacto que causaría en la opinión pública nacional verse en la posibilidad de quedarse el gobierno nacional en posición solitaria frente a sus enemigos exteriores.
Debemos ilustrar al lector del presente artículo sobre la importancia de la propaganda en un ambiente nacional tan caldeado como el venezolano, en el que el ministro estrella del gabinete y expresidente de Pdvsa, al salir del espacio gubernamental, es detenido junto a un grupo numeroso de sus principales colaboradores, por gestiones administrativas que derivaron en la colocación de información vital de la empresa petrolera en la inteligencia estadounidense, según comunicado oficial del Ministerio Público en los medios digitales.
En este panorama político venezolano actual, en el que predominan rumores o teorías de conspiración para dar explicaciones, unidos a los naturales escarceos políticos, donde grupos de influencia dentro del gobierno se acusan y desacreditan mutuamente en búsqueda de mayores cuotas o parcelas de poder, cualquier fracaso nacional o internacional puede llegar a tener consecuencias muy graves para los funcionarios responsables.
Es importante reseñar que el caso de Venezuela no es el único que genera discusiones, puesto que el gobierno de Nicaragua es otro vetado por Brasil. Asimismo, están los casos de Cuba e Irán, cuestionados después de que China rompiera algunos acuerdos comerciales con la isla producto de diferencias en política económica; mientras que el caso de la República Islámica son tantos los enemigos jurados de dicho gobierno que su incorporación plena hace difícil imaginar la lluvia de sanciones o dificultades financieras que se buscan los países de dicha alianza por la admisión de dicho país.
Tal es la trascendencia de dicha situación que en el mismo orden de denuncias en materia de terrorismo, las denuncias públicas de esta semana de la embajadora de Israel en Costa Rica, contra las actividades operativas y financieras de Hezbolá en Bolivia, Nicaragua y Venezuela, pueden terminar de convencer a países como la India y China de tener que evitar apoyar a dichos gobiernos a entrar al BRICS, a objeto de evitar tanto las sanciones financieras de Occidente, como las acciones agresivas del Mossad israelí, que podría ver a dicha organización política internacional como una amenaza directa a la supervivencia del Estado de Israel.
Estas afirmaciones no son para nada exageradas en un ambiente internacional, donde se presenta cada vez menos tolerancia hacia grupos políticos de diverso signo y se les termina catalogando a los mismos de extremistas, terroristas o cualquier otro calificativo que justifique la persecución y el odio hasta el punto de llevar a acciones de exterminio jurídico, económico y hasta físico.
No puede existir una organización política destinada a la conflictividad permanente con Occidente, donde los gobiernos de diferentes latitudes corran a refugiarse en “cambote” para poder formarse un escudo protector contra las sanciones políticas y económicas que sufran como producto de su enfrentamiento político, cultural y militar con los países enemistados en cuestión.
La trágica experiencia de las organizaciones supranacionales creadas en Latinoamérica, para fomentar y profundizar los procesos de integración regional, donde se acumulan una serie sucesiva de fracasos políticos de corte institucional, debido a la ideologización de dichos organismos, en cruzadas políticas contra las empresas multinacionales, siempre que no fueran rusas o chinas, así como la asunción de políticas antiimperialistas que tenían por objeto la presentación de políticas de combate a los gobiernos de los países occidentales para hacer creer a las masas una sensación de independencia y soberanía que se disminuye cuando se realizan estudios rigurosos en materia económica.
Ideas como la “sustitución del dólar estadounidense” terminan siendo simplemente eslóganes cuando se observa que grupos políticos de diferentes países que se denominan “revolucionarios” acaban depositando sus recursos financieros, producto de la sustracción de recursos públicos de la administración del Estado en sus respectivas naciones, en cuentas bancarias de bancos estadounidenses o europeos, dando pie a la contradicción fundamental entre lo que predican y lo que hacen en su vida cotidiana.
En conclusión, se debe observar con mucho cuidado dicha cumbre del BRICS en Kazán, Rusia, para deducir hacia dónde va dicha organización en un futuro cercano.
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