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La Divina Providencia: un misterio que guía nuestras vidas

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La omnipresencia de la Divina Providencia

Este es uno de los aspectos más fascinantes y profundos de la relación entre el ser humano y el Universo. La idea de que la Divina Providencia está presente en cada rincón del cosmos y de nuestra mente, y que actúa constantemente sobre nuestras vidas, es una afirmación que resuena en diversas tradiciones religiosas y filosóficas.

El concepto de la omnipresencia implica que la Divina Providencia no tiene limitaciones de espacio o tiempo y está en todas y cada una de las partes que conforman el Universo, y en todo momento, incluso, en cada átomo y partícula que compone nuestro cuerpo​. Esta visión sugiere que la Divina Providencia no es solo una fuerza que actúa desde fuera, sino que reside dentro de nosotros, haciéndonos partícipes de un plan divino que nos envuelve por completo: De hecho cada uno de nosotros forma parte del Universo y su Divina Providencia —y a su vez— la Divina Providencia está en cada uno de nuestros átomos y células. Estamos inextricablemente entrelazados.

El caso de Johanna

Johanna: ꟷDoctor, sé que esto puede sonar extraño, pero he tenido la sensación, desde hace mucho tiempo, de que hablo con mi conciencia o incluso con Dios. Es como si hubiera una voz interna que me guía y me da respuestas a situaciones difíciles. No se lo he contado a nadie porque temo que me juzguen o se burlen de mí. Es algo que me causa mucha inquietud, y a veces me siento muy sola con esta experiencia.

Psicólogo: ꟷJohanna, agradezco mucho que hayas compartido esto conmigo. Lo que describes es algo que muchas personas han experimentado en algún momento de sus vidas, pero no siempre se atreven a hablar de ello. Vivimos en un mundo donde, muchas veces, las experiencias internas profundas se descartan o se malinterpretan. Sin embargo, lo que estás experimentando puede tener un significado muy importante y no es algo de lo que debas avergonzarte. Hay muchas maneras de interpretar esta experiencia, pero una forma de verla es desde una perspectiva universal. A lo largo de la historia, la humanidad ha sentido la presencia de algo más grande, algo que nos guía y que nos da sentido. La idea de que existe una fuerza omnipresente, que está tanto dentro de nosotros como en el universo que nos rodea, es una creencia compartida por muchas tradiciones y sistemas de pensamiento.

Johanna: ꟷ¿Entonces es normal?, porque en mi formación como ingeniera siempre me han enseñado a ver las cosas desde un punto de vista racional y lógico, y esto es algo que simplemente no encaja en ese molde. A veces pienso que soy yo misma hablándome pero desde otro plano.

Psicólogo: ꟷEntiendo tu preocupación, y es completamente natural que sientas un conflicto entre tu formación racional y lo que estás experimentando. Pero, te diré algo importante: la realidad humana no se limita solo a lo que es tangible o medible. Hay aspectos de nuestra existencia que van más allá de la razón y la lógica, y reconocerlos no significa que estés perdiendo el contacto con la realidad. Desde un punto de vista psicológico, la idea de la existencia de una Divina Providencia y su omnipresencia puede proporcionarnos un sentido de pertenencia y conexión. Nos da la sensación de que formamos parte de algo más grande y de que no estamos solos en nuestras vidas. En tu caso, esta voz interna, esa sensación de estar en contacto con algo divino, puede ser una forma de conectar con tu propia esencia, tu conciencia y tu propósito de vida, algo que puede estar más allá de ti misma.

Johanna: ꟷ¿Y cómo puedo manejar esto en mi vida diaria sin sentirme rara o incomprendida? ¿Cómo le comparto esto a otros?

Psicólogo: ꟷEl primer paso es aceptar que esta experiencia es parte de ti y de tu proceso de crecimiento personal. Puedes verlo como un regalo que te permite conectar con algo más profundo. No necesitas explicarlo a los demás ni buscar su aprobación, pero estoy seguro de que si son seres queridos ellos lo comprenderán. En cuanto al manejo de la situación, recuerda que el evento no es algo que esté separado de ti. Recuerda que la Divina Providencia es lo dispuesto para que el Universo funcione, y está presente en cada célula de tu cuerpo y en cada rincón del Cosmos. Es una forma de decir que eres parte de un todo mucho más grande, y a la vez, ese todo está dentro de ti. Esto no es una contradicción, sino una forma de reconocer la complejidad y la belleza de nuestra existencia.

Johanna: ꟷNunca lo había pensado de esa manera. Siempre creí que esa voz estaba fuera de mí, pero ahora que lo mencionas, siento que es algo que ha estado conmigo todo el tiempo.

Psicólogo: ꟷExactamente, Johanna. Y reconocer esto puede ser un gran paso hacia el entendimiento de tu propia vida y propósito. No se trata de elegir entre la ciencia y la espiritualidad, sino de permitir que ambas puedan coexistir y enriquecerse mutuamente. El en caso de la física cuántica, sus principios nos indican que todo en el universo está interconectado, y esto no está tan lejos de lo que describen muchas tradiciones espirituales sobre la omnipresencia de lo divino.

Lo que importa es que te des la oportunidad de explorar este aspecto de tu vida con curiosidad y apertura, sin sentir la necesidad de definirlo o encasillarlo. ¿Te parece si continuamos explorando juntos cómo esta experiencia puede ayudarte a encontrar más paz y sentido en tu vida?

Johanna: ꟷClaro que sí…

Entre la ciencia y las creencias

El unir la ciencia con la espiritualidad nos ofrece una visión contemporánea de la omnipresencia. Por un lado, los libros sagrados de las religiones abrahámicas nos afirman que Dios está en todas partes, además de ser el Creador de cuanto existe. Esto nos indica que Dios está en cada parte del Universo, en cada átomo, en cada partícula, y en todo momento. Lo cual implica que Dios está también en cada molécula, cada átomo, y cada célula o neurona de nuestro cuerpo. Por otro lado, si todas las partículas del Cosmos forman parte de Dios, la suma de todo en el Cosmos, es decir el Universo completo, sería Dios. Lo cual nos señala que Él también está en cada uno de nosotros, así como nosotros dentro del Universo o Dios

El Universo y cada partícula que lo compone, sigue en esencia las leyes universales, concepto que define los parámetros que regulan el comportamiento del Universo. Para el Universo, en términos teológicos, estas leyes creadas por Dios, se denominan la Divina Providencia. Esta visión concuerda con la idea de que no hay separación entre Dios y la creación. Estamos inmersos en una realidad donde la Divina Providencia actúa de manera constante y consciente.

Desde una perspectiva psicológica, reconocer la omnipresencia de la Providencia puede tener un profundo impacto en nuestra salud mental y emocional. Nos brinda un sentido de seguridad y pertenencia, sabiendo que, independientemente de las circunstancias, nunca estamos solos y además formamos parte de otra inmensidad viviente: El Universo y su Divina Providencia. Este concepto puede ayudarnos a encontrar significado en los momentos difíciles y a desarrollar una mayor capacidad de resiliencia.

Conectar con la Divina Providencia aporta seguridad

Uno de los conceptos más intrigantes que emergen de la idea de la Divina Providencia, es la creencia de que una fuerza superior guía y cuida de nosotros, influyendo en los eventos y decisiones de nuestras vidas.

La psicología moderna, por su parte, ha demostrado que creer en una fuerza superior o en un propósito más grande puede tener un efecto positivo en nuestro bienestar emocional. A quienes creemos en la Divina Providencia, el hacerlo nos proporciona un sentido de control y dirección, coadyuvando en la toma de decisiones importantes con la certeza de que estamos siendo guiados por una fuerza más allá de nuestro entendimiento.

El secreto para vivir dentro el Universo

La clave para convivir en armonía con el Universo es reconocer que la Divina Providencia está en constante interacción con nosotros. La ciencia nos permite una manera de encontrarse con la Providencia en el siglo 21.  Recordemos que cada átomo y partícula que nos compone tiene un vínculo con el Universo. Esto sugiere que no estamos separados del cosmos, sino que somos parte de un todo mayor, donde cada acción y decisión tiene un propósito.

Ralph Waldo Emerson (1803–1882) fue un filósofo y líder del movimiento trascendentalista en Estados Unidos. En «Autosuficiencia» aboga por la importancia de la individualidad y el no conformismo. Fue un firme defensor de la igualdad, la abolición de la esclavitud y la importancia de la espiritualidad en la vida cotidiana. Sus ideas inspiraron a Walt Whitman, Henry David Thoreau, y muchos otros escritores y pensadores. Es conocido por sus ideas sobre individualismo, la naturaleza y la conexión espiritual con el universo. Se centraba en la idea de que la verdad y la realidad espiritual se encuentran más allá de la experiencia sensorial y se pueden descubrir a través de la intuición y la introspección. Promovió la idea de que cada persona tiene la capacidad de conectarse con lo divino y que la naturaleza es un reflejo de esta conexión espiritual. Este sentido de pertenencia y vínculo es fundamental para encontrar equilibrio y paz interior, ya que nos permite alinearnos con el flujo de la vida y aceptar que todo tiene un tiempo y un lugar. El expresó: “La Providencia no es más que otro nombre para la ley natural. La ley natural misma se desvanecería en un minuto si no fuera por el pensamiento divino que está detrás de ella”.

Para la psicología positiva, aceptar esta idea nos ayuda a cultivar la gratitud y el optimismo, dos factores cruciales para el bienestar emocional. La conciencia de que formamos parte de algo omnipresente da mayor significado en nuestras vidas.

En el ámbito profesional 

Toda persona creyente en Dios o no, pertenezca a una religión o sea librepensador, puede confiar en que la Providencia puede darnos el coraje para tomar riesgos y seguir adelante, incluso cuando las circunstancias son inciertas. Nos recuerda que cada experiencia es parte de un plan más grande y que incluso los fracasos son oportunidades para aprender y crecer. Es un concepto que trasciende religiones y culturas, ofreciéndonos una forma de entender la vida desde una perspectiva más amplia y profunda. Ya sea que veamos la Providencia como un reflejo de la voluntad de Dios, como una energía que guía el universo, o como un proceso natural. Lo importante es reconocer que no estamos solos y que hay un propósito detrás de cada evento. Al conectar con la Divina Providencia, encontramos la fuerza y el coraje para vivir con confianza y gratitud, permitiéndonos alcanzar nuestro máximo potencial. 

En nuestra vida diaria

La verdadera omnipresencia de la Divina Providencia se experimenta en los detalles cotidianos, en los encuentros aparentemente fortuitos, en las oportunidades inesperadas y en los desafíos que parecen guiar nuestro crecimiento personal. Como decía Vicente de Paúl, un santo sacerdote francés conocido por su labor en la reforma de la Iglesia católica: «tendrán una gran confianza en la Divina Providencia, abandonándose a ella por completo, los mantendrá siempre bajo su protección, les asistirá en todo cuanto necesiten, tanto para el cuerpo como para el alma, en el mismo instante en que se imaginen que está ya todo perdido».​ Esta cita refleja cómo para este clérigo la Providencia está presente en cada decisión que tomamos y en cada paso que damos en la vida en el mundo cristiano. 

No religioso, Albert Einstein, científico por supremacía, habló de su proceso intuitivo y creativo, mencionando que muchas veces las ideas más profundas no surgían únicamente de un análisis lógico o metódico, sino de un destello de inspiración. Aunque Einstein no invocaba explícitamente a la Providencia reconocía el misterio y la maravilla del universo, lo que lo llevó a una forma de espiritualidad científica. Uno de sus pensamientos más citados en esta idea es: «Quiero conocer los pensamientos de Dios; lo demás son detalles.» Frase que ilustra cómo Einstein buscaba comprender las leyes fundamentales del universo, que él veía como una manifestación de algo profundo y misterioso.

Teología y ciencia

La Divina Providencia es un concepto que se refiere a la creencia en la guía, cuidado y dirección del universo y la vida de las personas. Es vista como la manera que interviene en el Universo para proteger la creación, a veces de formas que no son sencillas de explicar o de aceptar. No obstante, cada vez más la ciencia a través de la física cuántica explica cómo existe una interconexión absoluta entre todas las partículas del Universo se hace presente el orden o las leyes universales que rigen el Cosmos. La idea de que existe un control absoluto sobre todas las cosas, tanto grandes como pequeñas, y que sus leyes y designios se cumplen a pesar de la aparente incertidumbre de un caos universal, es asombroso. Nos hace pensar que el Universo cuida su existencia y dirige los acontecimientos aunque no siempre puede comprobarse por la ciencia todavía, o comprender, sus motivos o propósitos. 

Por otra parte, una intervención divina, puede incluir eventos considerados milagrosos, pero también se manifiesta en los acontecimientos cotidianos y en la forma en que el universo funciona de manera ordenada. 

Una publicación en Harvard Theological Review aborda cómo la creencia en la Divina Providencia es intrínseca al teísmo. La discusión profundiza en si esta providencia es particular para cada acto o momento o si es más bien una guía general que dirige la vida humana y la naturaleza hacia un propósito superior. Nosotros pensamos que la Divina Providencia o las leyes universales que rigen al Universo en todas sus dimensiones pueden encontrarse dentro del libre pensamiento, no religioso.

En la política

Simón Bolívar, figura clave en la independencia de América, creía que la Divina Providencia jugaba un papel en la historia de la humanidad, especialmente en el proceso de la independencia de América Latina. En su Discurso de Angostura al Congreso de Venezuela, hablaba de «la obra Divina que nos había enviado la Providencia para mejorar a los hombres». Pensaba que siempre a pesar de las dificultades y los sacrificios, la intervención divina podía ser un factor determinante en la liberación de los pueblos. Esta referencia a la Providencia no implicaba una visión religiosa, sino una forma de expresar su fe en un destino superior guiado por principios justos y nobles. Además, en algunas de sus cartas y proclamas, Bolívar agradeció a la Providencia por el éxito en las batallas y por la oportunidad de luchar por la libertad de los pueblos.

Thomas Jefferson manifestó en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, en 4 de julio de 1776: “Con un firme apoyo en la protección de la Divina Providencia, nos comprometemos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro honor sagrado.”

Mahatma Gandhi expresó “La Providencia tiene su hora designada para todo. No podemos mandar los resultados, solo podemos esforzarnos”​

En las religiones

En el catolicismo, esta creencia se refuerza por la idea de que todo lo que sucede tiene un propósito divino, y que Dios trabaja de maneras misteriosas para el bien de todos. Por otro lado, en la vida diaria, muchas personas asocian la Divina Providencia con experiencias de ayuda inesperada, consuelo o soluciones a problemas que parecen provenir prodigiosamente en el momento justo. En el cristianismo, la omnipresencia de la Divina Providencia se manifiesta en pasajes como el Salmo 139:7-10, donde se refuerza la idea de que no hay lugar en que la Providencia no esté presente, y que nuestra vida está constantemente bajo su cuidado y guía.

San Agustín afirmó en “Confesiones” que la Providencia de Dios abarca todos los aspectos de la vida y que todo está bajo Su control y voluntad. También señalaba que la Providencia no era una mera intervención ocasional de Dios en el mundo, sino una presencia continua y total en todos los aspectos de la realidad​.

Martín Lutero, el reformador protestante, dijo: «La Providencia Divina de Dios no es meramente una previsión, sino también una provisión y administración de todas las cosas» (Obras de Lutero). Esto significa que Dios no solo ve el futuro sino que también interviene activamente para dirigirlo.

En cuanto al Vaticano se expresa en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 302, que: «La Providencia divina consiste en las disposiciones por las que Dios conduce a todas las criaturas hacia su perfección última».

Juan Calvino, uno de los padres de la Reforma Protestante que tuvo lugar en Europa durante el siglo XVI, y autor de “La predestinación y la providencia de Dios”, 

afirmó: «La Providencia de Dios es la presencia perpetua e inmutable de Su voluntad por la que todas las cosas son gobernadas».

Todas las citas reflejan la diversidad de estos pensamientos religiosos sobre cómo la Divina Providencia actúa en el mundo y la vida de las personas.

En el judaísmo 

El Rabí Moisés ben Maimón, fue un filósofo, médico y erudito judío nacido en Córdoba, España, en 1138 y fallecido en Egipto en 1204. Es uno de los pensadores más influyentes de la historia del judaísmo y de la filosofía medieval, y su legado abarca los campos de la teología, la ley judía, la medicina y la filosofía. Él explicó la Providencia Divina en su obra «Guía de los Perplejos.», donde manifestaba que la Providencia está ligada al conocimiento de Dios y que los seres humanos, al desarrollar su intelecto y conocimiento, pueden acercarse a la Divina Providencia. Según Maimónides, «la Providencia Divina no es uniforme en todos los seres humanos; más bien, depende del desarrollo del conocimiento y la perfección de cada persona»​.

El Talmud también aborda el concepto de la Divina Providencia, específicamente en la enseñanza de que «Incluso una hoja de hierba no crece sin un ángel que le susurra: ‘¡Crece!'» (Bereshit Rabbah 10:6). Esto indica que la Providencia de Dios está presente en los eventos más pequeños y cotidianos.

En la Torá, se dice que Dios cuida y dirige a Su pueblo, como se expresa en Deuteronomio 32:10, la idea de cómo muestra que la Divina Providencia se manifestó en la protección y guía al pueblo israelí.

Estas citas reflejan cómo el judaísmo ve la Divina Providencia como una fuerza activa y consciente que guía tanto el curso del universo como los detalles más íntimos de la vida.

En el islam

En el Corán, se afirma: «Y con Él están las llaves de lo oculto, nadie las conoce sino Él. Y Él conoce lo que hay en la tierra y en el mar. No cae una hoja sin que Él la conozca, ni grano hay en las tinieblas de la tierra, ni nada verde ni seco que no esté escrito en un Libro claro» (Sura 6:59), lo que refleja cómo la Providencia de Dios abarca todos los detalles de la creación, sin importar cuán pequeños sean y que la Divina Providencia implica que Dios tiene el control y la dirección sobre todo lo que existe.

Ibn Al-Qayyim, un teólogo islámico, explicó la Providencia diciendo: «Dios no crea nada en vano, ni deja nada sin dirección. Él es el Guardián de todas las cosas y su Creador. Nada se mueve sin Su permiso».

Estas citas y explicaciones muestran cómo en el Islam la Divina Providencia es vista como la absoluta autoridad y guía de Dios sobre el universo y todas las criaturas.

En el sintoísmo

La religión autóctona de Japón no tiene una idea clara de la Divina Providencia en el sentido monoteísta. Existen los kami, que son espíritus o fuerzas divinas que residen en la naturaleza y en todo lo que existe. Estos kami pueden influir en el mundo natural y en los seres humanos, pero no son vistos como seres omnipotentes que controlan el destino de manera absoluta. Los kami son venerados, y los sintoístas buscan armonizarse con ellos a través de rituales y respeto por la naturaleza. Aunque los kami pueden proteger y bendecir a las personas, el sintoísmo no tiene una creencia central en un dios que interviene directamente en el destino humano como lo haría la «Divina Providencia» en el cristianismo.

En el taoísmo

El taoísmo, una tradición espiritual de China, se centra en el concepto del Tao, o «Camino», que es la fuerza universal que guía y equilibra el flujo natural de la vida y el cosmos. El Tao no es una deidad consciente o personal, sino más bien el principio subyacente de orden y armonía en el universo. En lugar de una Divina Providencia activa, los taoístas creen en seguir el curso natural de los eventos (wu wei) sin forzarlos. El Tao fluye a través de todas las cosas, y vivir en armonía con el Tao implica aceptar los eventos tal como son, sin resistir la naturaleza de la vida. Sin embargo, el Tao sí se considera una fuerza ordenadora que guía todo el cosmos de manera no intervencionista.

5 claves cotidianas para seguir a la Divina Providencia en tu vida

Lo primero es practicar la gratitud y reconocer las bendiciones y los desafíos como un componente de un código universal de la Divina Providencia. Este es el primer contacto.

Ser constante significa mantener un esfuerzo continuo y perseverante hacia un objetivo, a pesar de los obstáculos, dificultades o la falta de resultados inmediatos. La constancia implica tener disciplina, paciencia y dedicación para seguir adelante incluso con la resiliencia requerida cuando los avances sean lentos o cuando se presenten desafíos. Es un rasgo que refleja la firmeza en el propósito y la determinación para alcanzar metas a largo plazo. Eso nos ayuda a determinan los objetivos a nuestro alcance.

La perseverancia es fundamental para conectar con la Providencia y alcanzar nuestras metas. Confía y fluye con la Divina Providencia aunque no siempre entenderemos el propósito detrás de los obstáculos al presentarse, aunque si, al alcanzarlas.

Usa el cerebro, piensa, medita y reflexiona. Dedica tiempo a la introspección y y conéctate con la conciencia suprema. «Toda su fuerza infinita está en nosotros y a nuestro alcance, y muy pocos lo saben«.​

Vive en el presente. En el Universo no existe el tiempo. La Divina Providencia actúa en el ahora. Aprovecha cada momento para aprender y crecer, sabiendo que estás en el camino que la Providencia ha diseñado para ti en tu espacio-tiempo.

La conclusión

La coincidencia del concepto de la Divina Providencia entre la mayoría de las religiones o creencias, incluyendo el saber de la ciencia, nos demuestra que la Providencia está presente de forma inmanente, lo que se refiere a la idea de que está presente en el mundo y en todas las cosas, y que actúa dentro de la creación. La omnipresencia divina envuelve y permea todo el Universo y está presente en cada aspecto de la realidad, en la inmensidad del Cosmos, y en nuestras vidas. Gracias por compartir, nos vemos en la próxima entrega.

María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos. Autores de Maestría de la felicidad, Qué cosas y cambios tiene la vida y de ¿Quién es el Universo?

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