Una de las particularidades de la escritura de Alberto Barrera Tyszka es su capacidad para crear personajes entrañables, tanto en sus novelas como en sus guiones.
De La enfermedad (2006), con la que ganó el Premio Herralde en 2006, se pueden mencionar el obsesivo Ernesto Durán o el médico Javier Miranda, de Patria o muerte (2015) el sensible oncólogo Miguel Sanabria y de Mujeres que matan (2018) la muy trágica Magaly Jiménez. Ahora, de su recién estrenada serie para Netflix, El secreto del río, hay varios entrañables, empezando por la muxe Solange (La Bruja de Texcoco) y los amigos que ella une, los protagonistas Manuel (Frida Sofía Cruz / Trinidad González) y Erik (Mauro Guzmán / Diego Calva). El escritor caraqueño, que vive desde hace años en México, ha sabido siempre cómo conmover a sus lectores y televidentes.
El secreto del río, que se estrenó en la plataforma el 9 de octubre y, hasta ahora, es la serie más vista en Venezuela y México, cuenta la compleja amistad de Manuel y Erik en un contexto dominado por el machismo, el prejuicio y la violencia. Manuel llega al Istmo de Tehuantepec traído por su abuela Rafaela (Mercedes Hernández) por petición de su mamá, que esconde una enfermedad que sufre para proteger a su hijo, y lo primero que dice el padre de Erik, Jacinto (Jorge A. Jiménez), un radical homófobo, al verlo es que el niño es “joto”, palabra usada en México para referirse a los homosexuales de manera despectiva.
Manuel y Erik tratarán de luchar juntos contra los prejuicios y las normas impuestas para sostener su amistad, que se verá afectada por las constantes prohibiciones de Jacinto para que Erik no vea a su amigo, la violencia y la discriminación en el colegio y las burlas en una población que, como es pequeña, todo el mundo se conoce. Manuel sabe que es diferente y en parte gracias a esta nueva amistad logra entenderlo, pero será el encuentro con las muxes lo que determinará su vida.
Según la Universidad Autónoma de México (UNAM), las muxes son una sociedad indígena que se denomina como el tercer género y se localizan principalmente en la región zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Nacidos biológicamente como hombres, adoptan roles de mujer pero sin estar en competencia con otras mujeres. Se estima que en la región hay al menos 3.000 muxes.
La doctora Natividad Gutiérrez Chong, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, explicó en un artículo publicado en la página web de la casa de estudios que la cultura zapoteca reconoce el tercer género: “Son reconocidos, aceptados, amados por sus familias, hasta puede ser una bendición que haya uno en la familia”.
En su serie, Barrera Tyszka creó varios personajes muxes que apoyan a Manuel en su proceso de autodescubrimiento. La influencia de Solange, muy conocida y querida en el pueblo, aunque no por eso menos discriminada, será decisiva tanto para Manuel como para Erik, pues ella les enseñará a defenderse de la violencia en el colegio y les mostrará, con una frase, la importancia de la amistad: “Un gran amigo vale más que mil amores”.
“Me parece interesante toda la experiencia cultural muxe por lo diversa que es. Es una experiencia que resulta incómoda a la hora de categorizarla. La gente pregunta, pero son los o las muxes. En zapoteco no hay artículo de género, por tanto, ese problema no existe. Los artículos en zapoteco son numéricos”, explica el escritor, que publicó este año, bajo el sello Random House, su sexta novela, titulada El fin de la tristeza, un thriller sobre un hombre, Gabriel Medina, que se aleja de las noticias tratando de cuidar su felicidad.
A la idea de El secreto del río llegó luego de que hace dos años un ejecutivo de Netflix lo contactó para proponerle que creara una historia en el contexto de las muxes. “Se me ocurrió armar una historia de amistad entre dos niños y les pareció que estaba bien. Acordamos en hacer una historia no gay, es decir, que fuera más allá del nicho LGBTIQ+. También me puse a investigar. Fui a la zona con una periodista de allá, Diana Manzo, y empecé a conocer los pueblos, la comunidad y las muxes, que están organizadas”.
Luego Netflix eligió a la productora Perro azul para que se encargara del proyecto y al cineasta mexicano Ernesto Contreras para que lo dirigiera. Barrera Tyszka recuerda que al comenzar a grabar se optó por que todo fuera en el Istmo de Tehuantepec, aunque eso representara un esfuerzo grande, porque querían que la serie tuviera el color de la región, decisión que, en efecto, le imprime una calidez especial a la historia. “Me empeñé un poco en que sonora el zapoteco. En ese sentido Netflix también estaba buscando, creo que todavía, mostrar diversos rostros de México, entonces funcionaba muy bien toda esta propuesta”, explica el novelista.
Barrera Tyszka quiso que la relación entrañable de Erik y Manuel se construyera a partir de la inocencia de ambos y que, luego, debido a los prejuicios, entrara en conflicto. Por eso destaca que va más allá de lo LGBTIQ+. “Erik es hijo de un padre homófobo clásico y machista, que tiene miedo de que su hijo se vuelva ‘maricón’, digamos. Y Manuel se siente distinto y no sabe qué hacer. Tiene los recuerdos de un padre que lo rechazó y tiene una madre ausente”.
Menciona asimismo la importancia de la abuela de Manuel y las muxes, la primera por la complicidad con el niño y las segundas por el apoyo en el proceso de descubrimiento. De ese modo la serie va tejiendo, señala el autor, una amistad que puede enfrentar todas las convenciones, prejuicios y violencias con los que se topará.
La producción, explica Barrera Tyszka, buscó que la serie se realizara con el mayor respeto posible tanto hacia las muxes como hacia los zapotecos, por eso, por ejemplo, en el cuarto de escritores estuvo acompañado por dos muxes, la dramaturga y actriz Alex Orozco, de Santo Domingo de Tehuantepec, y Amurabi Méndez, que es de Juchitán, para que le dieran sus impresiones sobre la historia.
Las muxes, subraya el escritor, conviven de tal manera con la comunidad de la región que La vela muxe, que se realiza en noviembre, puede llegar a contar con la asistencia de al menos 10.000 personas. Según un artículo del diario El Universal que reseñó la vela del año pasado, el encuentro es una celebración con bailes y música que también sirve para denunciar crímenes de odio contra la comunidad trans.
“Estoy contenta porque pudimos ir a la iglesia y nos permitieron asistir a la celebración, muchas veces a nosotras no se nos permite acceder y en las velas de mayo nos obligan a vestir como hombres, en cambio nosotras en La vela muxe aceptamos a todos vestidos como sea o se sientan como realmente son, por eso vamos elegantes, porque la fiesta es algo más para nosotras, es la posibilidad de una libertad que conquistamos hace más de 50 años”, dijo Naomí, una de las asistentes de la edición de 2023, al rotativo mexicano.
Barrera Tyszka recuerda que aunque las muxes conviven y son reconocidas en la comunidad, todavía se ven afectadas por los prejuicios habituales del machismo latinoamericano, algo que quisieron incorporar a El secreto del río. “Ni siquiera en México es muy conocida la experiencia muxe. Hay gente que sabe que en el sur están las muxes, pero, por ejemplo, quizás en el norte de México no sabemos mucho de esto. Y esto es un país grande, emblemáticamente machista, entonces de alguna manera no podíamos contar esta historia sin tomar en cuenta los prejuicios”.
Otros códigos, otros límites
El secreto del río es la primera serie en Netflix original de Barrera Tyszka. Antes trabajó con una amiga para el título Oscuro deseo. Por años autor de telenovelas como Nada personal (1996) —la cual, transmitida por la TV Azteca, rompió récords de audiencia y desplazó producciones de Televisa— Aunque mal paguen (2007) o El árbol de Gabriel (2011), el escritor destaca de trabajar para la plataforma los riesgos que asume o la diversidad de alternativas que se puede ofrecer a la gran audiencia. “(Netflix) abre las posibilidades para crear series de todo tipo, de contar historias distintas y de narrar también de otra manera”.
Viniendo de la televisión abierta, el escritor señala que ahora hay otros códigos y límites, en el sentido, por ejemplo, de que en la telenovela era necesario escribir lo más rápido posible un capítulo diario. En cambio, para realizar El secreto del río pudo ponerse a investigar, leer y entrevistar, algo que no es común en la televisión abierta.
Con respecto a su nueva novela, no está planteado hasta ahora si se podrá lanzar en Venezuela como ocurrió con su título anterior, Mujeres que matan, que se editó aquí bajo el sello Curiara luego de haber sido publicada por Random House. En la actualidad, señala el escritor, es muy costoso publicar en el país. “Todo está como muy mermado y es un problema muy de lo económico. No lo digo por mí sino por todos los otros libros que se publican, de autores venezolanos y extranjeros”, lamentó.
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