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PSUV = PSOE

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Un gobierno en crisis como el de Venezuela, deslegitimado por el poder del voto ciudadano en las últimas elecciones presidenciales del 28J, con una reducción significativa en cuanto a capacidad de tácticas y estrategia, enormemente cuestionado por la violación sistemática de los derechos humanos de la población, solo puede sostenerse por el tejido de corrupción que han diseminado en todo el planeta. Esta estrategia construida desde el saqueo rimbombante de los recursos del país tiene un importante alfil que se mueve con audacia en los tableros políticos de la Unión Europea: el expresidente José Luis Rodriguez Zapatero. 

Rodríguez Zapatero ha utilizado la plataforma política del Partido Socialista Obrero de España (PSOE) para una perfecta alianza de oro -literalmente de oro- con el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), pero más que el proyecto “socialista” lo que une a estas organizaciones es la corrupción.

Desde Pedro Sánchez, su esposa Begoña Gómez, su ministro José Luis Ábalos, embajadores como Ramón Santos y el anterior en Caracas Raúl Morodo, “intelectuales” pagados como Juan Carlos Monedero, hasta jueces en este caso concreto como Baltasar Garzón, queda claro que toda la estructura del gobierno y el partido participan en la operación de hacer silencio ante la desgarradora e insoslayable realidad de Venezuela. ¿Cuánto oro y maletas de dinero han costado la dignidad de los políticos del PSOE?, ¿de qué tamaño es la corrupción de Repsol y Pdvsa?  Bien sentenció el inmortal escritor francés Víctor Hugo en su obra Los Miserables de 1862:

“Es del infierno de los pobres de lo que está hecho el paraíso de los ricos”.

De manera que Pedro Sánchez y su esposa Begoña Gómez en su entronización de riqueza son el símbolo inequívoco no solo de la corrupción en Europa, sino que encarnan y exponen la penosa, perturbadora y profunda depravación de la pérdida de los valores éticos/morales, practicando el ejercicio de la hipocresía ante el dolor recurrente de miles de ciudadanos, enrostrados bajo los símbolos del dolor, la persecución, el horror, la tortura y la muerte.

España y su historia contra la dictadura de Francisco Franco retornan en la imagen de Venezuela, en las manos llenas de sangre de Pedro Sánchez. Ya había exclamado proscrito en una isla, por la también dictadura de Miguel Primo de Rivera, el escritor Miguel de Unamuno aquella frase que parece que se resucita gracias a la obra criminal de los cómplices de dictadores: “¡Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal, y me duele España en el cogollo del corazón!”. Según Álvaro Ferrary, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada, la frase de Unamuno sigue vigente porque se trataba -se trata, añado yo- “de una España en declive, porque no está a la altura de otros países Europeos”, y lo peor, una España que no da síntomas de cambios.

La corrupción de Pedro Sánchez es un látigo severo que debe reabrir las heridas en las conciencias de todo un pueblo que padeció dictaduras, los estigmas existentes deben doler hoy como ayer. Si España duele a sus ciudadanos, también Venezuela duele, nos conmueve y ahoga, nos arde profundamente en el alma a todos los venezolanos.

Me resulta ineludible volver repetidamente a la historia fascinante de lucha y entrega del poeta y dramaturgo Federico García Lorca, aquel que diría: 

«Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre de mundo y hermano de todos. Desde luego, no creo en la frontera política».

Hoy España y Venezuela son dos naciones sacudidas en sus cimientos por la tragedia de la corrupción, sus gobiernos exiguos de moral galopan extremos obscenos de ambiciones que dan al traste con la humanidad de sus poblaciones. Fusilaron a Lorca en un intento de frenar sus denuncias y atropellos de la dictadura; no obstante, lo hicieron el símbolo del país, la estrella que nunca apaga; ahora el sanchismo imperante se esfuerza en seguir matando a Lorca, matando al hombre de todo el mundo, matando al hombre hermano de todos, matando al hombre que no creía en las fronteras políticas. 

Pedro Sánchez y Rodriguez Zapatero son ahora mismo el brazo que sostiene el puñal en el cuello de millones de venezolanos, son los banalizadores del mal y el horror que habita en Venezuela. Sin el sanchismo de España, no habría el madurismo de Venezuela.

En Venezuela seguiremos resistiendo, negándonos a morir, creyendo e inspirándonos en la libertad, confiando que en la historia y la lucha de España siempre rebrotara el espíritu de Federico García Lorca como lo sentencio en el fragmento del poema; «Gacela de la muerte oscura».

Quiero dormir un rato,

Un rato, un minuto un siglo:

Pero que todos sepan que no he muerto…

 

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