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Alexis Bonte, representante de la FAO en Venezuela: “Es imperativo revertir las formas de malnutrición en beneficio de las generaciones futuras”

Alrededor de 2800 millones de personas en el mundo, según la FAO, no pueden permitirse una dieta saludable, principal causa de todas las formas de malnutrición: desnutrición, carencia de micronutrientes y obesidad
Por FAO
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Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) indican que los agricultores del mundo producen alimentos suficientes para alimentar a más personas de la población mundial. Sin embargo, la organización afirma que el hambre persiste. Precisa que, actualmente, hasta 733 millones de personas se enfrentan al hambre debido a los conflictos, las repetidas crisis climáticas y las recesiones económicas. 

La alimentación es la tercera necesidad humana más básica después del aire y el agua. Por su importancia para la vida de los seres vivos y el planeta, es que el Día Mundial de la Alimentación 2024, que se celebra el 16 de octubre, estará dedicado a: El derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejores, con el propósito de promover una mayor diversidad de alimentos nutritivos disponibles en campos, redes de pesca, mercados y mesas, para beneficio de todos.

Alrededor de 2800 millones de personas en el mundo, según la FAO, no pueden permitirse una dieta saludable, principal causa de todas las formas de malnutrición: desnutrición, carencia de micronutrientes y obesidad. El representante de FAO Venezuela, Alexis Bonte, afirma que “es imperativo revertir las formas de malnutrición en beneficio de las generaciones futuras”

—Actualmente, ¿cómo están los niveles hambre en el mundo?

—En América Latina y el Caribe el porcentaje de hambre subió de 5,6% en 2019 a 6,9% en 2021, producto del covid-19 y los conflictos, factores que desestabilizan los sistemas alimentarios, ocasionando que los precios suban y la accesibilidad disminuya. No obstante, por fortuna, actualmente se registra una reducción progresiva, en 2023 se ubicó en 6,2%, lo que se traduce en que 4,3 millones de personas han dejado de pasar hambre. A nivel de América Latina y el Caribe hay señales positivas, esperanzadoras, pero para nada nos puede tener satisfechos con relación a dónde están yendo los esfuerzos de combatir el hambre y la malnutrición de la región.  No se puede despegar hambre y malnutrición. Es parte de la evolución del pensamiento en todos nosotros, hay que garantizar los tres platos por día, pero hay que garantizar que coman bien, y no solamente que coman, por eso hablamos de seguridad alimentaria y seguridad nutricional como parte de una misma estrategia.

—¿Cuál es la estrategia que se requiere para revertir esta realidad?

—Debemos ir hacia sistemas agroalimentario más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles. Nos encontramos en un punto de invertir y avanzar en la transformación de los sistemas agroalimentarios. Contar con sistemas agroalimentarios de circuitos cortos, y de agricultura que se adapte a los cambios climáticos. Estrategias como la producción local, la reducción del desperdicio de alimentos, la actividad forestal, la agricultura urbana y periurbana, la promoción de dietas sostenibles, la economía circular, el acceso a créditos y las tecnologías verdes apoyan a los procesos de transformación. Además, me gustaría resaltar la importancia de garantizar las autonomías de las mujeres rurales, esto es una tarea prioritaria e impostergable.  Debemos tomarlas en cuenta desde un enfoque en la innovación, la inclusión y la resiliencia, integrando sus voces y aportes en la mitigación del cambio climático y la consecución de la seguridad alimentaria. 

¿Cómo contribuye la FAO para alcanzar esta estrategia?

—La FAO proporciona a los países asistencia técnica sobre políticas y legislación, fortalece la gobernanza y los mecanismos de supervisión, desarrolla capacidades y promueve el diálogo político entre las múltiples partes interesadas para transformar los sistemas agroalimentarios y obtener una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor para todos.  Actualmente, en terreno, con los proyectos en marcha promovemos una alimentación escolar más saludable y variada; y diversificamos los medios de vida en zonas rurales y comunidades indígenas. 

¿Los otros actores de la sociedad cómo aportan en el logro de esa estrategia?

—Un mundo con seguridad alimentaria y nutricional para todos requiere inversiones masivas, innovación, ciencia, tecnología y una amplia colaboración entre una variedad de agentes, incluidos los gobiernos, el sector privado, las instituciones académicas y de investigación, y la sociedad civil. Combatir el hambre no es solo una cuestión de justicia social, sino es una oportunidad para fortalecer la cooperación, el desarrollo y economías de nuestras naciones. La lucha contra el hambre “se convierte en un pilar esencial para alcanzar los objetivos de desarrollo y asegurar un futuro más próspero, sin dejar a nadie atrás.

Y el ciudadano común, ¿cuál es su cuota de responsabilidad para que todos disfrutemos de derecho a la alimentación?

—Todos nosotros tenemos un papel que desempeñar. Como consumidores, podemos ejercer derechos y pedir a los gobiernos que aborden la desigualdad y la pobreza, elijan alimentos saludables para aumentar su disponibilidad, reduzcan el desperdicio de alimentos y protejan el medio ambiente.  Los gobiernos, el sector privado, los agricultores, el mundo académico, la sociedad civil y los individuos deben trabajar juntos para garantizar una mayor variedad de alimentos nutritivos, asequibles, accesibles, inocuos y sostenibles con el fin de lograr la seguridad alimentaria y dietas saludables para todos. Juntos podemos ser el cambio. Cada uno, es responsable de incluir en las dietas más verduras, frutas; bajar el consumo de azúcar y limitar el consumo de carne a solo lo necesario, ya que impacta mucho al medio ambiente, cuando se trata de ganadería intensiva.  El derecho a los alimentos no llenará por sí solo a los estómagos, ni pondrá dietas más diversas en los platos. Pero ayuda a enmarcar las aspiraciones comunes respecto del mundo justo y equitativo en el que queremos vivir. Crea obligaciones concretas que los gobiernos y asociados clave han de cumplir y debería animarnos a todos a hacer lo que nos corresponde para asegurar que esto se logre.

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